Capítulo II: Un molesto recuerdo.

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- ¿Qué quieres, Aaron? -preguntó de mala gana mientras hizo un movimiento brusco para soltarse del agarre del muchacho.

- Quiero saber por qué no respondiste ninguna de mis cartas, estaba preocupado -dijo el Ravenclaw-.

- ¿Preocupado? Sí, claro

- Gala, quiero que volvamos a estar bien, tú me importas -musitó Aaron y se acercó más hacia la Slytherin, clavando su mirada contra la ajena.

- No te importó haber metido tu lengua en la boca de Lisa Turpin el año pasado mientras yo estaba celebrando mi cumpleaños en Hogsmade, ¿verdad? -espetó Galatea tratando de controlar su furia.

- Vamos Galita, te dije que lo sentía -agregó el castaño-. Además, lo nuestro nunca fue algo oficial -justificó Aaron desinteresadamente.

- Eres un imbécil -dijo y se alejó rápidamente, dejando al Ravenclaw detrás.

Se sentía impotente, con un nudo en la garganta se fue a paso acelerado hasta la mesa de Slytherin donde su amiga Dietlind le había guardado un asiento. La joven tomó asiento; frente a ella se encontraba Draco malfoy, que estaba en medio de Theodore y Zabini.

- ¿Todo bien? -preguntó Diet al ver a la rubia un tanto inquieta y con la mirada perdida.

- Sí -afirmó con un tono seco y duro, posteriormente agachó la mirada.

Dietlind ya no dijo nada para no molestar. Volteó su mirada hacia la mesa de maestros donde divisó una enorme y ridícula mancha rosa.

- Gala, ¿quién es esa? -preguntó Dietlind con cierta burla; Gala volteó y se encogió de hombros.

- Qué... interesante se ve este año.

Los murmullos y gritos se apagaron por completo cuando la profesora McGonagall colocó el Sombrero Seleccionador sobre el pequeño taburete, como cada año se estaba acostumbrado.

Unos momentos de silencio fueron suficientes para que los niños de primer ingreso tuvieran una cara de temor tan terrible que daba gracia. Fue entonces que el Sombrero abrió su rasgadura y comenzó a cantar:

" Cuando Hogwarts comenzaba su andadura
y yo no tenía ni una sola arruga,
los fundadores del colegio creían
que jamás se separarían.

Todos tenían el mismo objetivo,
un solo deseo compartían:
crear el mejor colegio mágico del mundo
y transmitir su saber a sus alumnos.

"¡Juntos lo levantaremos y allí enseñaremos!",
decidieron los cuatro amigos
sin pensar que su unión pudiera fracasar.

Porque ¿dónde podía encontrarse
a dos amigos como Slytherin y Gryffindor?

Sólo otra pareja, Hufflepuff y Ravenclaw,
a ellos podía compararse.

¿Cómo fue que todo acabó mal?
¿Cómo pudieron arruinarse
tan buenas amistades?

Veréis, yo estaba allí y puedo contaros
toda la triste y lamentable historia.

Dijo Slytherin: "Sólo enseñaremos a aquellos
que tengan pura ascendencia."

Dijo Ravenclaw: "Sólo enseñaremos a aquellos
de probada inteligencia."

Dijo Gryffindor: "Sólo enseñaremos a aquellos
que hayan logrado hazañas."

Dijo Hufflepuff: "Yo les enseñaré a todos,
y trataré a todos por igual."

Cada uno de los cuatro fundadores
acogía en su casa a los que quería.

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