... después me dirigí a comer. Un hombre negro me pidió permiso para sentarse conmigo. No había ningún problema. Los solitarios siempre queremos estar sin compañía excepto en alguna ocasión.
Me contó que una vez había encontrado el cadáver de otro hombre negro en plena calle. Oyó como un hombre blanco de la funeraria le comentaba a su compañero: "Voy enseguida a lavarme las manos al bar de al lado". Tenía un agujero limpio en medio de la frente. La prensa apenas comentó el suceso.
Se habla poco de los negros muertos. A lo sumo la mañana siguiente si han sido asesinados. Antes ni siquiera se les hacía la autopsia a los negros.
La comida transcurrió en medio de pocas palabras pero los dos, creo, nos sentíamos a gusto.
LAfrontera : A AMADOU DIALLO.
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Anécdotas de la vida
KurzgeschichtenHistorias sobre el Amor, el placer, las dudas ... como la vida misma.