FRANCES Y THAMAR (El Amor en tiempos de virus)

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    Es domingo por la tarde. Se oyen sirenas. Es una mala tarde incluso para los borrachos. Les  dan más palos de lo habitual los polis que también están más cabreados los domingos por la tarde.

    La comida tampoco es tan mala en  prisión. Y tienen mucho tiempo para pensar en la mujer que aman. Pueden leer la Biblia y casi ven a Jesús junto al mar de Galilea. Y con Jesucristo surge en su cabeza la eterna idea de una estación de tren y un tren silbando a toda velocidad con el que desapareces hasta estremecerte de placer  al contemplar unas tierras desconocidas llenas de luz y donde se puede empezar a ser feliz.

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        Me he trasladado a otra ciudad. Como sabéis trabajo en Correos. Me resultaba insoportable encontrarme a Ellen casi todos los días sabiendo que nunca pasaría de saludarme con una amable sonrisa.

    Henry repartía religiosamente cada día su correo y , de paso , alguna que otra entrega extra nada sospechosa al estar perfectamente cubierto por su actividad al servicio del Estado. ¿Quién le dice no a un sobre lleno de billetes?

    Santos San Gabriel es un tipo serio. Lleva gafas. Es un hombre de pocas palabras. Henry recibe sus encargos de la mano derecha del jefe -Raúl (Larry) Carranza- y coser y cantar. Un mundo con una visión muy clara del bien y del mal.

    Acabas siendo un ser solitario viviendo en tierras que no tienen nada que ver con el lugar donde naciste; intentando olvidar amores pasados.Cambias de ciudad, cambias de vida pero tú sigues siendo siempre el mismo. Mientras... ocupas el tiempo lo mejor posible y tomando el whisky más caro que encuentras.

    Me han programado mi recorrido por la parte alta de la ciudad, donde nunca tropiezan entre sí las casa más lujosas que nunca hayas visto. Sobrecitos bien planchados dentro de sobres con el sello Nacional. Cuando estás dentro, estás dentro. Y es lógico que todos lo disfrutemos.

    Ahora llevo una pipa conmigo. Me la dio Larry. La palpo de vez en cuando. Da tranquilidad. Siempre hay listos  que lo descubren todo y maquinan hábilmente lo que sea para aprovechar el más mínimo descuido que tengas. Se detiene, de improviso, un coche... Aparece en una esquina un señor con cara de panoli.

    Hasta ahora los repartos son caminatas sin historia. Pero como Dios nos dijo: " Hombre precavido vale por dos".

    No se puede cometer un error o tener un despiste en este mundo o ya no volverás a ver nunca más a tu bar favorito. Muchos tienen sueños el doble de grandes que su tamaño. Yo tengo mi ruta y mi pistola.

    Encima, con las caretas y los guantes que nos proporciona la Empresa por el Coronavirus, soy un admirable y respetado ciudadano.

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    Me entero que Ellen se casa. Es una mañana con el Sol en todo su esplendor. Siento el antiguo pinchazo de su sonrisa amable.Es lo único que no me abandona nunca. La guardaré dentro de mí para siempre. Su sonrisa casi sin querer.

    Deambulo a bulto. Tropiezo sin casi darme cuenta con un antro apropiado para estos tiempos que corren. Con su sótano correspondiente, por supuesto. Hay que mantenerse alejado de las leyes de la superficie. Me lo recomendó Larry. Ideal para olvidar todo lo que hay afuera. Se casa. Noto una mano en el hombro. Giro la cabeza. Es un cliente se Santos San Gabriel.

    - Le espero mañana, señor

    - Seguro , mañana me toca su calle,

    - Me llamo Richtie.- Es un chico joven. Nervioso. Conmigo se siente seguro. Me invita a beber-. Necesita hablar

Anécdotas de la vidaWhere stories live. Discover now