Capítulo 02: Hala Madrid

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Ya habían pasado tres días desde que Amanda había llegado Madrid.

Mientras estaba en Chile, consiguió un apartamento pequeño para poder vivir. Quedaba serca de la universidad y de un supermercado, y no era ruidoso. Su nuevo hogar tenía dos ambientes: un living comedor cocina y un dormitorio con baño. Hasta ahora, el lugar se veía muy sobrio ya que los únicos adornos que tenía eran una foto de ella y su madre, otra de sus mejores amigos y una tercera de su gato Altair, todas ellas colocadas en las paredes del living. También tenía unos cuantos libros que le habían dado en la universidad para estudiar sobre la mesa de centro y nada más.

Amanda se dirigió a la despensa. Casi no le quedaba nada de lo que había comprado en su primer día en España. Solo se veía un paquete de fideos con la mitad de su contenido y una caja de leche. "Creo que tendré que ir a algún supermercado o algo", pensó la chica y fue a su habitación.

En su dormitorio tampoco tenía muchos adornos. De hecho, las paredes aún estaban vacías y en el escritorio solo estaba su notebook y unos cuantos cuadernos. Abrió el armario y eligió un vestido azul sin mangas que le llegaba sobre la rodilla y se ajustaba a su cuerpo. Se lo puso y se miró al espejo. Nunca se había encontrado especialmente bonita, pero ese vestido en particular resaltaba su esbelta figura. Se recogió el cabello, que le llegaba bajo los hombros, con una cinta negra, se peinó un poco el flequillo hacia el lado y se puso un poco de bálsamo labial transparente. No se maquillaba, así que estuvo lista para salir en pocos minutos.

Eran cerca de las cinco de la tarde. Amanda tomó su mochila con el dinero dentro y salió del apartamento.

A pocas cuadras de donde vivía había un Mercadona. Eso le hacía mucha gracia ya que Amanda pasaba muchas horas en internet viendo páginas de memes, y muchas ellas eran españolas, donde hacían burlas y chistes sobre ese lugar de abarrotes. Por fin conocería el Mercadona.

Caminó sonriendo, mirando las casas y gente a su alrededor, escuchando retazos de conversaciones en ese marcado acento tan distinto al de ella. No era muy ubicada y luego de caminar un par de cuadras estaba algo perdida.

—Disculpe, ¿me podría decir dónde está el Mercadona? —preguntó a una señora que estaba cerca de ella.

—Ay, pibita, en la esquina a la derecha —respondió la mujer.

Le era gracioso a Amanda pensar que, aunque hablaran el mismo idioma, había tantas palabras diferentes y la forma de hablar era tan distinta entre ella y los habitantes de Madrid. Agradeció a la mujer y siguió la indicación.

Cuando entró a la tienda, miró a todos lados buscando qué podía comprar. El lugar era amplio, con varios pasillos. Los recorrió un poco, asombrándose casi de cada cosa que veía. Había algunos productos que también estaban en su país, otros que nunca había visto y algunos cuya marca tenían el mismo logo, pero con diferente nombre.

Tomó un paquete de fideos y otro de arroz. También fue a buscar verduras h frutas, ya que había decidido tener una dieta balanceada y disminuir su consumo de carne. Quería llegar a ser vegetariana y, mientras viviera sola, le era más fácil ya que en su casa en Chile su madre la obligaba a comer carne, pollo y pescado, al menos una vez a la semana.
Cuando ya tenía listos los productos que pensaba le iban a servir para almorzar y cenar durante varios días, decidió ir por una caja de cereal, ya que estaba frente a ese pasillo.

Al caminar se dio cuenta de que había demasiados cereales y todos igual de extraños para ella. Buscó alguno que se le hiciera familiar, y el único que más o menos le sonaba estaba en la parte más alta del estante. Estiró la mano lo más que pudo, colocándose de puntillas, pero solo lo alcanzó a rozar. "Que mala onda", pensó frunciendo el ceño.

Miró a su lado y por suerte había un chico muy alto cerca de ella. Él llevaba una sudadera con el gorro puesto. Se veía algo intimidante y quizás algo sospechoso, como si se estuviera escondiendo. Amanda no solía hablar con extraños, pero realmente quería (necesitaba) ese cereal.

—Hola, disculpa —dijo tímidamente tocando al chico en el hombro. El muchacho se dio vuelta y ella lo reconoció enseguida. Había pasado horas viendo sus videos, riendo de sus bromas tontas, asustándose con algunos de sus gameplays de miedo, mirando ese rostro que tanto le agradaba. Frente a ella, un chico de pelo claro, metro noventa, delgado muy, muy guapo y su amor platónico secreto desde hacía casi 3 años. Sin quererlo, se había encontrado con Rubén Doblas, más conocido en sus videos de youtube como ElRubius.

Salseo con Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora