Capítulo 04: A todo o nada

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Cerca de media hora después, tiempo que se le hizo muy corto a la chica, Amanda y Rubén tenían sus manos llenas de bolsas, y salían del Mercadona con todas sus compras hechas.

La cajera había mirado a Rubén más de lo usual, aunque no dijo nada. Él le sonrió con nerviosismo, pero la mujer siguió pasando los productos sin quitarle ojo de encima. Finalmente, solo le hizo el cobro de su compra.

Al salir por la puerta estaba oscureciendo y las luces de la calle ya estaban encendidas. Daba una atmósfera totalmente distinta a la de hacía una hora. Como más mágica, pensó Amanda. O quizás era por el hecho de estar junto a su amor platónico.

—Bueno —dijo Amanda —gracias por ayudarme, Rubén.

—Gracias por lo de guapo —respondió él y ambos rieron —por cierto... tú también eres muy guapa.

Amanda se sonrojó un poco. No estaba acostumbrada a que le dijeran cosas como esas, ni mucho menos viniendo de su ídolo de YouTube.

—Gracias. Fue un gusto conocerte, de verdad. Eres muy agradable y el primer español que es amable conmigo. No quiero decir que nadie más halla sido amable, solo que, en realidad, no he hablado con nadie más desde que llegué.

—Pues déjame decirte que has tenido suerte de encontrarte conmigo y no con algún otro gilipollas.

Ambos rieron nuevamente. Amanda no quería despedirse y aparentemente Rubén tampoco. ¿Es que acaso esa sería la primera y la última vez que se verían? No podía dejar pasar la oportunidad de pedirle que volvieran a verse  pero le daba vergüenza proponerlo.

—Bueno... adiós —dijo Amanda con tristeza.

—Ehm, Amanda —dijo Rubén —¿te molestaría si algún día, no sé, salimos o algo? En buen rollo, sí.

Amanda abrió los ojos de par en par. No se lo podía creer, ¿en serio Rubius la estaba invitando a salir?

—Claro que no —le respondió con una amplia sobrisa —te doy mi número y nos ponemos de acuerdo por WhatsApp o me llamas, como te sea más cómodo.

Luego de darse mutuamente sus números de teléfono, Rubén la besó en cada mejilla como despedida. Esa era una de las cosas que agradeció Amanda de España. Esa bendita manía de saludar y despedirse con dos besos. Y dos besos del Rubius, nada más y nada menos.

Cada uno caminó hacia lados distintos, alejándose uno del otro. Pero Amanda tenía algo que la molestaba. No quería quedarse así. Ya que iban a volver a encontrarse, quería ser lo más sincera posible con el chico. Se dio vuelta y vio al youtuber alejarse.

—¡Rubén! —gritó sin importarle que la gente la quedara mirando. El chico se dio vuelta y se acercó a ella a paso rápido.

—¿Qué pasa?

—No creerás que realmente no reconozco al youtuber con más seguidores en España, ¿o sí, Rubius? —le soltó Amanda. No podía empezar una relación amistosa con él sin decirle la verdad. Se jugaba el todo o nada. Ahora que Rubén sabía que ella era una seguidora, quizás ya no querría salir con ella.

—¿Has visto mis videos? —le preguntó él abriendo mucho los ojos por la sorpresa.

—Sí... todos, de hecho.

—Eres una criaturita del Señor demasiado mona, ¿por qué no me lo dijiste antes? —preguntó el chico con mirada seria, que entristeció un poco a Amanda.

—Porque no quería parecer una fan loca y adolescente —¿por qué tenía que ser tan sincera? Ahora sí que Rubius no la querría cerca.

Rubén la siguió mirando seriamente por unos cuantos segundos que a Amanda le parecieron eternos. Lo había arruinado todo, lo sabía. Bueno, fue bonito mientras duró. Finalmente el chico le respondió.

—Pues... gracias. Ha sido realmente agradable sentirme un humano cualquiera, para variar —le dijo Rubén sonriendo —nos vemos pronto. Espera mi llamado... y sigue viendo mis videos.

Amanda sonrió feliz y asintió con la cabeza. Se despidieron agitando la mano y cada uno tomó su camino.

Hasta que llegó a su casa, Amanda no se podía quitar la sonrisa del rostro. Miraba a la gente, las casas, todo con otros ojos, todo parecía más hermoso y hasta la gente parecía feliz. Ella le sonreía a todo el mundo e incluso saludaba con la mano a la gente con la que se cruzaba. No podía estar más feliz, era como un sueño... ¡Pero era la vida real! ¡Era en su propia vida que estaba pasando algo tan increíble que jamás se le había pasado por la cabeza!

Era verdad, había conocido al Rubius y en los próximos días iban a salir.

Al llegar a su apartamento, guardó la comida en la alacena y las frutas y verduras en el refrigerador. Se puso a cocinar una ensalada, cantando de tanto en tanto y dando pequeños pasos de un baile inventado y feliz.

Al terminar de cenar, lavó los platos y se dirigió a su habitación. Se lanzó sobre su cama y se puso a reír abrazando la almohada, recordando el hermoso rostro de Rubén y sonrojándose al recordar que la había llamado guapa. Era la mejor sensación que había tenido en su vida. Incluso pensaba que no había persona más feliz de lo que estaba ella en ese momento.

Salseo con Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora