Capítulo 03: El Rubius... Oh my God

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Amanda lo miró un poco sorprendida, incapaz de agregar otra palabra. Sintió que estaba soñando o que era alguna especie de broma de la vida ¿de verdad tenía tanta suerte de haberse encontrado con el chico que le sacaba suspiros con cada video? Y, quizás se lo parecía, pero en persona se veía incluso más guapo que en sus videos ¿Era legal ser así de lindo? Quería decirle algo, pero no sabía qué. Sin embargo, fue él quien rompió el silencio.

-Hola, chica. ¿Quieres una foto o algo así? -dijo Rubén mirándola sin ninguna expresión en particular y con voz cansina.

Amanda alzó una ceja sin dejar de mirarlo. Claro que quería una foto, un abrazo, un beso... pero tampoco quería parecer adolescente fanática y molesta, sobre todo considerando que ya tenía 23 años, era una profesional y se estaba especializando en su carrera. Un poco de dignidad, por favor.

-Ehh, bueno, eres guapo, lo admito, pero yo no ando por ahí pidiéndole a los chicos guapos que se saquen fotos conmigo -respondió Amanda con una risa nerviosa, sonrojándose un poco y finjiendo que no lo conocía.

Rubén sonrió con ganas. Su sonrisa era realmente encantadora. Lo hacía ver incluso más guapo ¿Aló, policía? Arreste a este hombre, es demasiado hermoso para este mundo.

—Lo que pasa es que no alcanzo esa caja de cereal y me preguntaba si tú me la podías pasar —dijo finalmente la chica con la voz más normal que pudo poner.

Rubén miró hacia donde apuntaba Amanda. Asintió con la cabeza, estiró el brazo y, sin hacer esfuerzo alguno, le pasó la caja de cereal que quería la chica sin ningún reparo.

-No eres de España, ¿verdad? Tu acento es diferente —le dijo Rubén.

—Me descubriste —rió ella recibiendo la caja como lo más preciado del mundo.

—¿De donde vienes? —siguió inquieriendo el chico.

—Vengo de Chile... vine a estudiar, o sea, a profundizar mis estudios... es que soy periodista y... bueno, eso —ya estaba, Amanda había perdido el escaso control que tenía sobre ella y la emoción de conocer al Rubius se estaba apoderando de su ser. Pero tenía que seguir firme frente al chico, no demostrar ninguna emoción exagerada ni signo alguno de que lo había reconocido. Tranquila, tranquila, tú puedes, Amanda.

—¿Periodista? Mola —respondió Rubén, que aparentemente no se daba cuenta del creciente nerviosismo de su interlocutora.

—Oye... -Amanda no podía dejar que el Rubius se le escapara tan fácil —mira, lo que pasa es que llegué a este país hace pocos días, y es la primera vez que vengo aquí a comprar. Ya tengo casi todo elegido, pero no sé si serán cosas buenas o que tengan buen sabor. Quizás... podrías revisar lo que llevo y darme tu opinión. A menos que tengas prisa.

Rubén le sonrió de nuevo y asintió suavemente con la cabeza.

-Claro, ¿qué tienes? —le preguntó dando una mirada a la canasta que ella tenía en su brazo.

-Estas conservas, unos fideos... mira por ti mismo.

-Ah, vale, vale. ¿Hay algo que quieras en especial? -inquirió el chico mirando las cosas que tenía la chica en una bolsa.

" A ti", pensó Amanda.

-Comida, básicamente -le respondió la chica.

-Ven, yo te voy a mostrar los precios más bajos y la mejor calidad, muyaya -lo último lo dijo con un extraño acento cubano -a propósito, me llamo Rubén, ¿y tú?

-Amanda. Mucho gusto.

Rubén comenzó a caminar por los pasillos y Amanda le siguió, pero ella, más que estar en aquel Mercadona, sentía que estaba en el cielo. Estaba junto al Rubius y era tan extrañamente real.

Recorrieron los pasillos y él le iba indicando cuáles marcas eran mejores y cuáles las más baratas. También le hacía comparaciones de precio y calidad, para que pudiera comer rico pero sin gastarse el dinero del mes en una sola compra.

¿Cuánto tiempo habían pasado juntos? Amanda perdió la noción, y solo vivía el momento, cada paso como si fuera eterno y, a la vez, sentía que era muy poco tiempo.

Por suerte nunca perdió la compostura y se comportó como una chica que no lo conocía. Mientras pasaba el tiempo, más se acostumbraba a la presencia de Rubén y el nerviosismo empezaba a amainar. Ya no lo veía como un semidiós lejano (aunque tuviera esa apariencia), sino que un joven real, de carne y hueso que caminaba a su lado. Y pudo esconder su fanatismo muy, muy profundo de su ser y comportarse cada vez más normal. Mejor así. Lidiar con fanáticas debe ser muy cansador.

Salseo con Rubius [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora