CAPÍTULO 4

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PLAN

— Y por eso te digo que deberías tener más cuidado — Perth me regaña mientras me pasa unas banditas, los dedos me arden, la piel se está rompiendo. Hago una mueca de dolor cuando el frío papel me envuelve la muñeca izquierda. Por suerte es solo una mano, y como acabo de verificar, no se nota siempre y cuando me tape con las mangas de la camisa.

Mi amigo sigue murmurando cosas. Su voz se oye cansada, así que dejó de lado mi dolor y presto atención a su expresión pérdida. Es como si tuviera muchos problemas, esa expresión de desesperación silenciosa. Una de: "¿Qué hago?"

—¿Sucede algo? Estás siendo más ruidoso que de costumbre — él mueve las manos inquieto, frunzo el ceño—. Puedes decirme, hombre. Qué por algo somos amigos.

— Me pelee con mi mamá — suelta, su voz saliendo en un susurro —. No sé qué pasa últimamente, es como...cuando era adolescente. Tú sabes, me siento ahogado. Me siento...como cuando tenía 15 años.

Mis labios forman una línea, analizando la situación. Perth, que no deja de caminar de un lado a otro mientras habla, se sienta repentinamente a mi lado.

Esta cansado. Después de todo, ser enfermero no es fácil. Apenas está empezando.

¿Por qué tiene que ser tan difícil para los dos de todos modos?

Recuerdo a mi amigo de 15 años, ese que tenía ataques. El chico inestable.

Suelto un suspiro. Las imágenes llegan a mi mente, el pecho se me imprime al recordar cómo, una vez, cuando éramos estudiantes, le acompañe al baño y ahí, no aguantando la presión del estudio y las continuas discusiones en su casa, lloro como un niño pequeño. Tan dolido, tan solo. Ambos comenzamos a ir a un psicólogo  por distintas razones. Y al parecer, Perth logro estar mejor. O algo así.

Niego soltando un suspiro. La verdad no sé qué pasa con este chico a mi lado.

Ahora, yo con 22 años y él con 21, ¿No deberíamos tener siquiera algo resuelto?

— ¿Y tú?

Silencio. Me vuelvo a verle confundido, él hace una mueca, dudando preguntar.

— ¿Me vas a decir qué tal las cosas con tu familia?

Él mueve las piernas impaciente. Me está mirando fijamente y yo sólo puedo negar en silencio. Perth asiente rápidamente, acostumbrado a la negativa.

Entonces me levanto, sabiendo lo que sigue. Pero Perth es más rápido.

— ¿Y Say?

Maldición.

— Tengo que ir a ver a Mean — digo de inmediato. Alcanzó a dar un paso cuando Perth me jala del brazo, sin tocar mi muñeca.

— No puedes evitar hablar de ella por siempre, Rathavit.

— Sabes que es difícil. La quiero — mi respuesta es rápida. La respiración me falta, necesito irme. Quiero que me suelte. Me remuevo, pero la presión en mi brazo solo aumenta. No me suelta  Mis ojos se llenan de lágrimas.

— Ella te hizo daño. ¡Joder, te dejo heridas en la muñeca, Plan! ¡Un poco más y esa idiota...! — se está alterando. No no no.

— Ella es así — le interrumpo —. Sabes que no es su culpa. Peleamos, ella ya no va a volver. Esta...está mierda se acabó. Esta recibiendo ayuda.

Y me suelta. Su mirada demuestra su enojo y preocupación. Muerde su labio y asiente. Sabe que me asusta.

La habitación de cambio para enfermeros se siente pequeña. Me estoy ahogando. El cuerpo me tiembla. Quiero irme, quiero irme.

— Aún tenemos que hablar de eso — Perth dice, se acerca lentamente, lo nota, nota que no quiero hablar de eso —. Y será otro día. Lo prometo. Tranquilo, ¿Está bien?

Esa mujer que me traicionó...

*~~*~~*~~*~~

— ¿Vas a hablar? — le pregunto a Mean, que me observa con expresión...ah, ¿Qué tipo de expresión es esa?

Él niega, desviando la mirada de inmediato. Muevo las manos a la taza, intentando quitar el frío de ellas con el calor del café.

La habitación donde está Mean se siente más cálida, y supongo que es porque no hemos salido en dos horas. Mean está sentado, moviendo las manos en su cama. Se siente extraño, creo que está inseguro. Parece incómodo. Mira a todas partes, menos a mí. Levantó una ceja, soltando un suspiro y dejando la incomodidad del sillón. Vale, que de todas formas no es un sacrificio.

— ¿Qué sucede? — le murmuró, sentándome en la parte final de su cama. La taza se balancea, pero él no presta atención.

— Un amigo quiere venir a verme. Ha llamado hoy, va a venir mañana — habla apresuradamente, la voz le suena extraña —. ¿Puedes quedarte conmigo?

Yo dudó, preguntándome en que segundo se le informo de eso y cómo. Pero lo dejo de lado, su mirada me súplica. ¿Qué pasa?

— Está bien.

Es todo lo que digo, no quiero presionarlo. Mean supiera, parece aliviado. Pero chasquea la lengua, como tomando en cuenta algo y no puedo evitar mostrar curiosidad.

— Pero tú eres muy lindo...

Y el extrañamente conocido golpe de la puerta resuena.

— ¡Mean!

Oh dios, ¿No puede ser un día normal?






🌸 NOTA: No me gustó, lo hice a la rápida. Después lo arreglo. Y por aclaración, apenas paso un día desde que Perth tiro al piso a Plan.

Lost Time Of LoXE (2Wish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora