U N O

114 8 0
                                    

Alrededor de las tres de la tarde, lo único que se escucha fuera de la habitación son las pisadas apresuradas, los gritos, bullicios y festejos de aquellos que nuevamente se reencuentran después de una larga temporada de vacaciones. Sin embargo, ninguno de sus compañeros de habitación ha hecho acto de presencia. Todo permanece intacto y limpio, una vista que seguro va a cambiar tan pronto como las clases inicien.

El silencio y la tranquilidad que envuelven el cuarto es insoportable, así que, decide salir de ahí, aunque tiene la sensación de que nada será diferente de si decide quedarse a acomodar sus pertenencias.

Al tiempo que da unos pasos fuera del edificio, un apresurado andar lo toma desprevenido. Sehun apenas logra parpadear cuando su cuerpo asimila un punzante dolor que se extiende desde la parte baja de su espalda a toda el área adyacente. Su cerebro y sus sentidos están confundidos, en cambio es un aroma a miel y una apaciguadora respiración sobre su cuello, lo que le dice sin tener un vistazo de su agresor, que se trata de Xiao Luhan.

—Luhan...—murmura y luego suelta un prolongado quejido, ya que su impacto contra el duro suelo le tiene asegurado un moretón en la zona de su cuerpo donde ha recibido el golpe.

— Quería sorprenderte y llegar temprano, pero se me hizo tarde. El tránsito está horrible— la voz de Luhan le transmite la tranquilidad de la que está huyendo. Pese a ello le resta importancia porque se trata de su amigo y le está sonriendo. Aun si Sehun quiere corresponder, no puede hacerlo.

Él es como un muñeco de hielo.

Frío y vacío.

—De acuerdo...lo entiendo, deja que me ponga de pie —solicita con cansancio.

El delgado cuerpo de Luhan da un giro para apartarse de encima y su trasero termina sentado sobre el suelo a lado de él. Sus ojos pestañean de forma en cantadora y con un ligero tono rosado sobre sus mejillas, sus orbes trigueños no le apartan la vista de encima. Es una hermosa imagen que de inmediato se destruye cuando Sehun nota el cambio de imagen con el que el chino ha decidido volver a la escuela.

Los cabellos de Luhan ya no son de un color chocolate, ahora son rubios.

Para ese punto, sigue escaneando al otro de forma meticulosa y lo observa con tanta intensidad que le es obvio darse cuenta que el ahora rubio se siente incómodo, puesto que busca a toda costa rehuir a cualquier contacto visual. También nota que a su alrededor hay otros estudiantes que los observan con curiosidad, Sehun bien puede pensar que las miradas son para él, por el contrario, sabe que están admirando a Luhan.

—¿Qué es esto? ¿Ahora estás tratando de llamar la atención?—pregunta después de la inspección. Las palabras se arrastran de su boca con reproche, lo cual es difícil de ignorar hasta para alguien como Luhan, mismo que ha soportado todo lo que Sehun tiene que decirle sin importa cómo lo haga.

Recuerda que el cabello del chino es suave y sedoso, él mismo lo ha comprobado cientos de veces y esa no fue la excepción. Sigue sintiéndose de la misma forma dado que las finas hebras logran pasar por entre sus dados con facilidad, abriéndose paso ante la caricia. Esa acción le provoca muchas sensaciones que desconoce, entonces se obliga a mermarlas para recobrar la compostura y volver a la actitud renuente de siempre, una que le impide ceder ante los deseos que ha considerado incorrectos.

—¿Crees...que me veo raro? —hay una sutil sonrisa en el rostro de Luhan, una que luce triste a la distancia que sea. En ese instante los ojos del chino se ven decaídos y el bonito brillo que tenían cuando recién se encontraron, ha desaparecido.

¿Por qué Luhan busca hacerlo sentir culpable?

Es quizá porque el rubio es muy malo fingiendo y para Sehun se trata de un libro abierto, uno fácil de leer. Sehun sabe cómo dañarlo. A eso le añade que llevan algunos años de conocerse y a pesar de su separación, siguen siendo cercanos como para comprender el comportamiento del otro.

Enigmatic [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora