Sunnie (5)

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El tren a Bucheon duraba poco más de cuarenta minutos. Mi hermana, que me esperaba en la estación, se abalanzó sobre mí en cuanto bajé del tren. Decía alegrarse muchísimo de verme, y el sentimiento era mutuo. La casa de mis padres estaba a dos calles de la estación. Agarré la maleta y con mi brazo libre rodeé a mi hermana para abrazarnos y dirigirnos a casa. Cuando llegamos, la pequeña Moon Seulgi, que realmente tenía dieciséis años, se llevó una buena bronca por no haber avisado de que saldría. No era nada común que mi hermana saliese temprano un sábado por la mañana.

Esa misma noche, teníamos una cena familiar para celebrar el cumpleaños de uno de mis primos pequeños. Mis padres y mi hermana salieron un poco antes ya que yo me había demorado algo más en la ducha. En el descansillo del edificio me encontré a una vieja conocida. Quizás algo más que una vieja conocida. Quizás algo más que una vieja amiga.

- Hola Moon, ¡qué alegría verte!

- Hola Yooa, me alegro de verte también - aunque quizás no me alegrase tanto como ella.

- ¿Cómo es que no me has avisado de que venías? - hizo un puchero y fingió estar enfadada - Sabes que estoy disponible para pasar un buen rato contigo - dijo en un tono coqueto mientras jugaba con el cinturón de mi pantalón.

- He estado muy liada y no me he acordado siquiera. Tampoco sabía si te ibas a quedar en Seúl durante las vacaciones.

- ¡Pero si en Seúl tampoco me llamas! - me reprochó - Pero bueno, que vivo justo arriba tuya, así que ya sabes dónde encontrarme. Tengo algo de prisa, nos vemos.

Se despidió lanzándome un beso y un guiño. Yooa había sido una amiga muy importante durante casi toda mi vida. Apenas nos llevábamos un año de diferencia y siempre habíamos estado juntas en casi todo. Ambas descubrimos nuestra sexualidad gracias a la otra cuando apenas teníamos quince años e intentamos establecer una relación. Pero no funcionó nunca. Solo estuvimos saliendo durante dos meses. La confianza que teníamos era enorme y nuestra forma de entendernos daba envidia a cualquier pareja, pero nos dimos cuenta de que no queríamos una relación, de que no éramos capaces de llegar más allá del sexo, de que nunca seríamos capaces de hacer el amor. A pesar de eso, nuestra amistad continuó como antes, sin rencores ni mierda de ningún tipo. E incluso seguíamos acostándonos de forma esporádica sin que afectara a nuestra amistad.

Ella fue lo más interesante de mis vacaciones. Acabamos quedando casi todos los días, bien para tomar café, bien para ir a por un helado, para lo que fuese. Teníamos que ponernos al día, pues lo que no había separado nuestra relación lo había separado la ajetreada Seúl. El último día de mi estadía en Bucheon subí a su casa para ponernos una película. Todo iba bien hasta que mi móvil comenzó a sonar. Yongsun me estaba llamando, a pesar de que me pidió que yo no lo hiciera. Los primeros segundos me debatí bastante si debía coger la llamada o no.

- ¿Es ella? - la había puesto al tanto de la situación.

- Sí.

- ¿Me lo dejas?

Le di mi móvil y contestó.

- ¿Sí? Oh, no, no soy Byul... Soy una amiga con derechos - silencio -. Sí, sí, derechos, ya sabes, sexuales. Uy... - parecía que la había interrumpido -, acaba de volver. Si no te importa, voy a colgar, que necesito follar con ella antes de que se vaya mañana. Le diré que has llamado.

Y sin dejarla hablar colgó. Creo que se me había caído la cara. Yooa no podía parar de reírse.

- Pero, ¿¡estás loca!? ¿¡Cómo pretendes que la mire mañana!?

My heart wants me deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora