28; Mamá

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Soonyoung nunca tuvo una mamá.

Él tenía tres. Tres hermosas personas en su vida.

Mamá Hyunjin, una tierna mujer que lo había cobijado bajo sus brazos cuando él era sólo un pequeño bebé de dos años. 

Ella fue la primera persona en hacer que Soonyoung dejara de llorar con sólo tomarlo en sus brazos y calmarlo con su suave voz.

Ella era una persona preciosa. 

De los vagos recuerdos que tiene y de las historias que escuchó de su hermano, Soonyoung sabe que ella tenía rasgos suaves y un largo cabello castaño, qué ella solía darles de su poca comida y abrazarlos en las noches frías. Era amable, atenta y amorosa.

Era su mamá

La primera mamá que Soonyoung tuvo. 

Pero mamá Hyunjin era vieja y un día salió de su pequeño escondite para no volver en mucho tiempo, tal vez nunca.

Soonyoung la había perdido y lloró tanto, tanto que los otros niños le repetían que sus lágrimas se convertirían en un río. 

Un río que fue secándose cuando mamá Jinki se convirtió en esa persona que volvía las gotas de lluvia en pequeñas flores de amor. 

Jinki, su hermano, era el ser más hermoso en el mundo de Soonyoung. Fuerte, amable, protector y tal vez era temeroso para el menor. 

Era todo, todo lo que Soonyoung alguna vez conoció. De Jinki, aprendió casi todo en su vida, desde esconderse de los monstruos que él acostumbró llamar papá, a saber pintar sobre las estrellas de colores violetas que ellos le habían dejado. 

—Soonie. Ellos no te harán más daño. ¿Sabes por qué? Kiki siempre irá a tu rescate. Te protegeré.

Jinki le enseñó a manejar bicicleta, a escribir y leer, a pasar las calles con cuidado y reír cuando las lágrimas se asomaban. Le enseñó a buscar sus cálidos abrazos cada vez que se sentía mal. 

Cada vez que un oscuro reino de maldad, Soonyoung y Jinki, eran obligados a visitar. 

—Si cierras los ojos ya no los verás más, y tal vez ni los sientas.
Pero mamá, él siempre me está siguiendo, tengo miedo.

—Entonces busca mis brazos, te protegeré, Soonie.

Aunque mamá Jinki un día desapareció, él jamás dejó de buscarlo; todas las noches revisaba bajo su cama en busca de mamá, él siempre creyó que Jinki volvería a abrazarlo un día de esos.

Soonyoung sabía que era su culpa que Jinki no le visitara más, por eso él le dibujó un montón de veces y pequeñas notas le escribió, pero eso jamás se lo trajo de vuelta. 

Soonyoung de nuevo lloró, sus lágrimas convirtiéndose en un mar de tristeza, él se dejó consumir por ella. 

—¡Soonyoung, cállate!

No encontraba a mamá y no sabía cómo convertir su dolor en un jardín floreciente, día a día en desierto sangrante se convertía. 

—Escondidos aquí nadie daño nos hará.

Entonces mamá Heeyeon lo sostuvo entre sus débiles brazos, y mientras ella perdía sus propias fuerzas, ayudó a Soonyoung a limpiar la esencia de papá y a olvidar el dolor por medio del danzar.

—Si mueves tus brazos de esta manera, te sentirás como un ave al volar libremente.

Mamá Heeyeon era adorable, muy amorosa y divertida, era sólo un poco mayor, siempre intentaba hacer reír a Soonyoung y con sus pequeñas bromas alejaba el temor en el menor, con sus pequeñas acciones protegía a Soonyoung de los horribles monstruos.

Mamá está aquí, Soonie. Mamá no dejará que ellos te hagan daño.

—¿Mamá?

—Te protegeré de ello, mi pequeño niño. Nunca fui la verdadera, pero tú sí eres mío. Desde ese día, Soonie, te lo he prometido.

Acunándolo siempre que lloraba, estando cada vez que el príncipe su corona perdía en manos ajenas, haciéndolo sentir mejor incluso si Soonyoung creía que ella estaba muriendo por su culpa. 

—Estoy bien, Soonyoung. Mira, aún puedo sonreír.

No me dejes, mamá.

—No lo haré, corazón. Mamá está bien. Sonríe por ella, por favor.

Al final del día, que mamá haya sido arrebatada de su lado fue sólo su culpa, su sola culpa. Soonyoung lo sabía.

Había sido él quien los hizo enojar. Había sido él quien fue encontrado con sangre en su cuerpo. Había sido él quien intentó huir primero. Había sido él quien lloró tan fuerte un día que no volvió a ser escuchado. Había sido él quien repitió sin cesar su nombre. Había sido él quien decidió no hablar al principio y ese silencio lentamente le mató.

¡Suelten a mamá! ¡Lastiman su cuerpo! ¡No!

Porque si él hubiera gritado más fuerte ese día, tal vez mamá a su lado estaría. Si él tan sólo les hubiese dicho más a lo demás, tal vez no lloraría buscando a mamá.

Pero Soonyoung está solo, llorando todas las noches y repitiendo las dolorosas palabras que sus labios jamás dejaron salir.

—Te amo, mamá.

Señalando siempre el mismo lugar, Soonyoung recuerda el rostro sonriente que mamá alguna vez le dio, y de sus ojos escurriendo gotitas de nostalgia, se queda dormido en la camilla de ese frío hospital.



Pero, ¿había sido esa la verdadera razón por la que Soonyoung había llorado?

Soonyoung, ¿por qué has llorado en clase?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora