Capítulo 2

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Matt había salido del restaurante y esperado afuera, curiosamente el frío que hacía glacial, poco o nada le afectaba. Se sentía tan entusiasmado y con tal expectativa que casi no podía estar quieto. Pasados unos minutos después de que el último cliente saliera y que cerraran el establecimiento, Kyle había salido a pedirle nuevamente que lo esperara a lo que él intentó tranquilizarlo que lo haría mostrando una sonrisa sincera. Poco tiempo después, envuelto en un abrigo muy grueso de lana y una gorra que hacia juego con el verde oscuro del grueso saco, salía Kyle con prisa, Matt sonrió haciendo un gesto con la mano para que subieran al taxi que justo pasaba y que se detuvo, por fortuna, en cuanto él alzó la mano.

Bendita sea por los pequeños milagros en víspera de Navidad.

Maldecía el hecho de que su auto estuviera en el mecánico en su revisión anual, lo que tal vez no hubiera sido bueno ya que de haber tenido su auto en la cochera del edificio en donde trabajaba, lo más seguro era que no hubiera ido al restaurante esa noche. Kyle subió con una enorme sonrisa al vehículo y una vez ambos dentro, el chofer se puso en marcha ni bien el joven le dijo su dirección.

El amable hombre mayor sonriente, les dijo que estaba de suerte porque justo ellos eran sus últimos clientes antes de poder ir a dejar el auto a la empresa y poder ir a casa. Con música clásica navideña de fondo, fue el marco perfecto para todo el trayecto, en el cual, Kyle y Matt tuvieron una pequeña conversación sobre lo tedioso que era trabajar justo en una fecha como aquella, de lo negrero que podían ser sus respectivos jefes y de lo feo que era pasar las fiestas lejos de la familia; aquello hizo que ellos, por un momento, se quedaran en silencio en el cual se miraron fijamente. No hubo necesidad de que hablaran porque de alguna manera pudieron decirse más que con cualquier comentario añadido, y por alguna razón, Matt, supo que ambos estaban felices de estar juntos en ese momento.

Al llegar a su destino, salieron del taxi, este se retiró sin que Matt siquiera hiciera el intento por detenerlo, solo caminaron juntos hasta la puerta del edificio de Kyle quedándose parados en el umbral.

—Creo que debí haberle pedido que me esperara —se aventuró a decir Matt.

—Señor Morales, usted... ¿a usted le gustaría cenar conmigo? Yo dejé lista la cena de Nochebuena y me gustaría compartirla con alguien... con usted —para añadir rápidamente—: ¡claro! Si no tiene ya planes, seguro que alguien lo espera... —se apresuró a decir con voz algo temblorosa— sí, seguro que tiene a alguien esperando por usted, no pensé en eso, solo que yo cenaría solo... —Kyle jugueteaba nervioso con la llave del edificio en la mano que había sacado en algún momento mientras soltaba las palabras nerviosas y apresuradas.

Matt sonrió, comenzaba a darse cuenta de que Kyle balbuceaba sin parar cuando estaba muy nervioso y eso le gustó.

—No tengo a nadie que me espere —y sin añadir nada más, le quitó las llaves de las manos nerviosas y lo instó a que le dijera cual era la que abría la puerta acristalada.

Juntos entraron, subieron al tercer piso y frente a la puerta del apartamento de Kyle lo vio con la más grande y fresca sonrisa que él jamás había visto dirigida para él. Eso le hacía sentir feliz y en paz deseando pasar más tiempo con él y así poder recibir más de esas sonrisas. Algo mareado por el placer que sentía, él mismo abrió la puerta y dejó que Kyle liderara la marcha hacia el interior de su casa.

Kyle encendió las luces de la vivienda y de inmediato desapareció de su vista, mientras él veía todo a su alrededor. Matt dejó el abrigo y el saco colgado junto al abrigo de su anfitrión, su maleta la puso a un lado de la entrada y comenzó a observar todo con detenimiento. El apartamento era pequeño, muy acogedor, adornado sin llegar a ser sobrecargado con luces, muñecos, un árbol grande decorado con muy buen gusto y aunque era artificial, se vea casi natural. Sonrió ante uno de los adornos que estaban sobre una repisa: era un regordete ángel que llevaba una túnica y alas muy blancas, unas campanitas en el cuello y estaba sujetando un cartel que decía: "los deseos se cumplen si los pides con el corazón".

Deseo de navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora