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Charlotte: 

Una serie de eventos catastróficos se ha desatado sobre mi pequeño y oscuro mundo desde que decidiste hacerte presente otra vez en mi vida, comenzando con que, pese a lo mucho que juré que nunca, jamás, por ningún motivo podría siquiera fijarme otra vez en ti, te quiero. Así que puedes hacerte una idea de lo que viene, pues vamos de mal en peor. Por favor no te molestes conmigo. Acepto mi responsabilidad y estoy haciendo lo posible por arreglarlo. Pero, si te enojas, no te culparé.

Estoy a tu disposición para aclarar cualquier duda.

— Sohan

***

Me puse nervioso al notar que se aproximaba hacia mí. ¿Qué te digo? Las chicas no me hablan. Y que fuera esta, por algún motivo, justo ella, en serio me puso mal. 

Uno nunca espera este tipo de cosas, ¿sabes? Vas por tu vida como normalmente lo haces, odiando a todos, evitando hablar con otros, y de pronto aparece esa persona, la única que logró que cuestionaras todo lo que sabes, y recuerdas todo por lo que pasaron, pero tú ya no eres el mismo, y ella tampoco. Y eso se nota. O es que finalmente metió relleno a su sostén.  

—Te estaba buscando — dijo —. Me debes un favor.

Pero, aquí entre nos, yo la había visto muchas veces antes, aunque no sabía que era ella. En mi defensa, la última vez que la vi como ella misma, llevaba el pelo corto y negro con mechas moradas; iba cabizbaja y no hablaba con nadie. No se parecía en nada a la rubia con flequillo que se interpuso en mi camino aquella tarde de Septiembre, tras haber sido echado del club de Ciencias por ser un sabelotodo odioso. 

—Disculpa, ¿quién eres? — pregunté frunciendo el ceño tras haberme dado una detallada lista de por qué le debía un favor. Su rostro ensombreció, tal como la primera vez. 

—Soy Charlotte, imbécil. 

—¿Peralta? 

—La misma. 

Mira, yo no voy a mentirte. Me asusté. Escuchar su nombre provocó que se me helara la sangre de pies a cabeza y que, por una corta eternidad, dejara de respirar. Así que traté de parecer causal. 

—Pero eres rubia. 

—¿Oíste hablar del tinte? — alzó las cejas, haciéndome sentir como uno de esos tontos que no reconocen a los super héroes sin la máscara. 

—Muy bien. ¿Decías? 

—Necesito tu ayuda — su voz se tornó seria —. Es muy importante. 

Tras tomar en cuenta los motivos por los que le debía algo: confundirla con un chico durante nuestra etapa de amistad, los problemas que le causé después y regalarle un sostén con relleno para obtener su perdón, acepté que tal vez sí le debía un par de cosas. 

—De acuerdo. ¿Qué quieres? 

Charlotte se armó de valor y torció los labios en una pequeña mueca antes de declarar: 

—Necesito que te cases conmigo. 

—¿Eh? 

—Con anillos, ceremonia... 

—No — corté. 

—Sohan — habló con voz firme y un escalofrío recorrió mi espalda. No iba a dejarme doblegar —. Sohan, es importante. Te lo suplico, por los viejos tiempos. Verás... Es mi papá. Él te quiso para mí en cuanto te conoció... 

Un día en VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora