—¿Neta te creyó que eres hacker? — Peige ríe a carcajadas — Pobrecita, oye. Te pasaste.
—Le hice creer que sé hackear computadoras desde que recuperé la contraseña de su correo electrónico.
—Eres un ser malvado.
—¿Para qué te digo que no?
—¿Y ahora? ¿Irás tras Charlie?
La sola idea me llena de pánico y cierta emoción. Me imagino saliendo con Charlotte como más que amigos; yendo a visitarla los viernes e invitándola a recoger basura conmigo los domingos, pero la verdad es que no descubro qué podría ofrecerle, pues soy un hombre aburrido que vive en un mundo cuadrado. Se hartaría de mí demasiado pronto.
—No. Pensará que la veo como plato de segunda mesa.
—No lo creo. Por lo que me cuentas, tú también le gustas, así que lo verá como que finalmente abriste los ojos.
—Ni siquiera estoy seguro de si le gusto — bajo la voz —. Es lo que Malika me hizo creer y ahora estoy sugestionado, es todo.
—Sin embargo, esperas a que tus papis se duerman para salir con ella.
—Eso es porque soy un buen amigo y me necesita.
—¿Cómo cuando yo tengo un problema haces chistes al respecto y te vas a dormir?
—Porque no eres un ligue potencial.
—¡¿Por qué no?! — aspira indignada — Te informo que como novia soy fabulosa.
—Porque luego ibas a quedarte obsesionada conmigo por años.
—Te pasastes, bato — dice con voz grave —. Me dolió re gacho.
—¿Me perdonas? — aprieto el labio inferior bajo los dientes, y aunque sé que realmente es un tema delicado, me pregunto si será buena idea decirle que Nick, su ex insuperable, salió con Charlotte después de salir con ella. Sin duda le dolerá, pero al menos será un empujón para por fin olvidarlo. No obstante, sé que la empatía y el cuidado de los sentimientos ajenos no son lo mío, y tal vez termine peor.
—Pues ya qué.
Escucho a papá apagar la luz del pasillo y la puerta de su habitación cerrarse. Calculo que en menos de una hora todos estarán dormidos.
—¿Y si mis padres me descubren? — pregunto nervioso.
—Te van a matar. Si yo fuera tú, iría de todas formas. Será lo más interesante que habrás hecho a tus diecinueve añitos.
Mantengo eso en mente durante la siguiente hora, hasta que el mensaje de Charlotte brilla en mi pantalla: "Te espero en la calle de al lado". Decido que a partir de este momento no hay marcha atrás, me pongo la sudadera, tomo los tenis y camino de puntitas hasta la puerta. Giro lentamente la perilla para no hacer ruido y suspiro aliviado al cerrar con llave desde fuera. No se ha encendido ninguna luz, o sea que nadie me escuchó. Soy un maestro del sigilo.
Aunque diviso el auto rosa a la distancia, miro las placas antes de subir. No sea que haya otro Mustang rosa pastel en la ciudad y termine con un demente. Toco el vidrio y Charlotte se sobresalta. Se estira para quitar el seguro y me ofrece una lata de Red Bull.
—¿A dónde quieres ir? — un brillo de emoción ilumina sus ojos.
—A donde nos lleve el viento— digo inmediatamente.
—¿Hacemos una fogata para bailar alrededor?
—Eh... No.
—Amargado.
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Un día en Venus
Teen FictionSohan es demasiado amargado para el gusto de quienes lo rodean. Entre su lista de cosas favoritas están los videojuegos, los animales y ver el mundo arder. Eso es suficiente para él hasta que, impulsado por el deseo de su madre de que empiece a hace...