Once

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•|11: Esperanza
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Newt estaba exasperado. ¿Cómo alguien puede hacer tantas preguntas en tan poco tiempo? Solo habían pasado dos días en el Área y a Thomas no se le acababan los cuestionarios. No podía cruzarselo sin que éste tuviera algo que preguntar. Al principio era gracioso, pero luego se volvió pesado.
Aún así, Newt sentía que Thomas era importante. Había llegado con curiosidad, sin temor, o al menos, con menos que el resto. Y por ello, se metía en problemas que hubieran sido normales si llevara mas de un mes allí, pero vamos, no había pasado ni una semana. Se había peleado con Gally, había entrado a la sala de los pinchados, y había tenido que ver a Ben intentando matarlo. Eso último era tan extraño y doloroso. Nunca, desde lo de George, los pinchados se habían puesto violentos. El hecho de que Alby tuviera que dispararle había perturbado a los habitantes.
El desayuno transcurrió en una nebulosa.
Al poco rato, ya se encontraba con el novicio frente al establo del Matadero, preparando a Thomas para su primera sesión de entrenamiento con un Encargado. A pesar de haber sufrido un ataque el día anterior, Thomas parecía muy entusiasmado con la idea de aprender.
Las vacas mugían, las ovejas balaban y los cerdos gruñían a su alrededor. En algún lugar cercano, un perro ladró.
Newt estaba contandole de donde habían salido los animales, pero frenó al percatarse que Thomas estaba en su propio mundo.

   —Tommy, ¿me estás escuchando?

Thomas despertó de golpe de su aturdimiento y prestó atención a Newt.

   —¿Eh? Perdona. No pude dormir anoche.

El rubio forzó una sonrisa.

   —En eso tienes razón. Lo de ayer fue gran tortura para ti. Seguramente piensas que soy un larcho cabrón por pretender que te mates trabajando después de un episodio así.

Thomas se encogió de hombros.

   —Creo que trabajar es lo mejor que puedo hacer. Lo que sea, con tal de pensar en otra cosa.

Esa vez, la sonrisa de Newt fue más genuina. Ese chico iba a ser importante, él lo sabía.

   —Tienes aspecto de ser un tipo inteligente, Tommy. Ésa es una de las razones que nos llevan a mantener este lugar activo y en buen estado. Si estás de vago, te viene la tristeza y empiezas a desmoronarte. Es así de fácil.

El novicio asintió distraídamente, al tiempo que pateaba una piedra por el piso polvoriento y agrietado del Área.

  —¿Hay novedades de la chica de ayer? —preguntó fingiendo indiferencia, aunque se notaba a diez leguas su preocupación.

   —Sigue en coma, durmiendo. Los Docs le dan de comer en la boca las sopas que hace Sartén, controlan sus signos vitales y esas cosas. Parece estar bien, sólo que, por ahora, está muerta para el mundo.

   —Eso sí fue muy raro —comentó.

Newt visualizó a la castaña en la caja, otra vez. La nota y luego ella en coma.

   —Sí —repuso Newt—. Raro es una buena palabra para definirlo, supongo.

Thomas levantó la vista sobre el hombro del muchacho hacia el establo de pintura roja descolorida.

   —Bueno, ¿por dónde empezamos ¿Ordeñamos vacas o matamos a algún pobre cerdito?

Newt estalló en una carcajada. No sabía si era de nervio o por otra cosa, pero era verdadera.

   —Siempre hacemos empezar a los Novatos por los malditos Carniceros. No te preocupes, cortar las provisiones de Sartén es sólo una parte. Ellos también se ocupan de todo lo que tiene que ver con las bestias.

MINEWT- La historia dentro de la historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora