Capítulo 22

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—Pueden irse, pagaron su fianza.— dijo el guardia de la celda abriéndola y dejándonos salir.

La luz del sol me dio directo en los ojos y me escondí detrás de Pedro, el violinista de los mariachis hasta que tuvimos que despedirnos.

—Nos encontraremos en los caminos de la vida.— dijo Cat dramáticamente abrazando a los mariachis.

Las tres hicimos lo mismo y Juan me regaló su sombrero. Qué bello.

Las cuatro seguimos nuestro camino y nos fuimos bien casual aún con la resaca encima, pero lastimosamente nos topamos con 5 chicas.

—Ojalá me lleve el diablo...— susurré quitándome mi sombrero.

—Que gran espectáculo, Kara.— dijo Laurel con una sonrisa.

—Sí estás con Cat, todo es un espectáculo.— dijo Alex de lame suelas.

—No te voy a dar la mano de mi hija, alíen.— contestó y las dos empezaron a discutir.

—¿Qué hacen aquí?— pregunté ignorando la tonta discusión de esos dos karmas.

—Pagamos su fianza.— Iris se encogió de hombros y yo reí.

—Lo que hace el dinero... Se los agradezco.— dije mirando a las cinco pero deteniéndome en unos ojos verdes en específico.

—Kara...— dijo ella pero en ese momento un auto muy lujoso apareció y de él bajo mi karam número 3.

—Len, cariño... ¿Qué haces en este sitio?— preguntó el princeso haciendo una mueca de asco. —En especial con esta gente.—

—Esta gente tiene nombre.— dije cruzándome de brazos.

—Claro que lo tienen, dos repartidoras sin futuro, una conserje y su hija.— contestó acomodando su perfecto cabello y sonriendo con arrogancia.

—Tú también tienes un nombre.—

—¿Cuál es? ¿Oliver Queen, ahijado del hombre más rico del mundo?—

—No... Mantenido de mierda, prepotente, arrogante, idiota que no se lava los dientes.—

—¿Qué no me lavó los dientes? Le pago a alguien para que lo haga.—

—Pues despídelo, porque una pobre lechuga comida por el diablo se ve desde aquí señor perfecto.— contesté guiñándole un ojo y el niño rico llamó a uno de sus empleados para que le sacara la lechuga.

—Vámonos de aquí.— di media vuelta y las tres me siguieron.

—Oliver Queen...— escuché a Cat hablar. Joder.

—¿Qué quieres conserje? No acostumbro a hablar con la servidumbre, que sea rápido.—

—Oh descuida, no voy a hablar mucho.— Cat sonrió y sacó de su espalda u globo de pintura y se lo lanzó a la cara.

¡¿De dónde saca Cat tantos globos?!

Tuvimos que salir corriendo ya que el niño rico se puso a gritar histéricamente y creo que llamó a la policía.

—¡PARA APRENDAS A NO METERTE CON MI NIÑA!— gritó sacándole el dedo del medio y chocando manos con nosotras.

Fuimos por nuestros autos a la pizzería y después nos dirigimos a nuestro departamento donde nos reímos un rato de lo ocurrido en menos de 12 horas, lastimosamente mi humor decayó al recordar que la mujer de la que estoy enamorada está con un idiota que la sigue con GPS.

—Odio verte así, Kara.— comentó Alex haciéndose a mi lado.

—Es inevitable, Alex. Creo que... Ella me rompió el corazón.—

—Entonces haremos que pague.— sorprendetemente fue Sam quien dijo eso.

—¿Cómo haríamos eso?— preguntó Alex.

Sorprendetemente Cat estaba callada.

—Mamá... Diles la verdad.— pidió Sam y Cat soltó un suspiro.

—Arréglense... Vamos a salir.—

(...)

Cat es una caja de sorpresas.

Lo supe desde el primer día que la conocí y nos ofreció un trío.

Lo supe desde que inhaló cocaína y tuve que darle con la sartén.

Lo supe desde que supe que tenía una hija.

Lo supe desde que fingió su muerte.

Y ahora lo sé porqué nos trajo al lugar más lujoso en el que he estado durante 11 meses.

—Cat, ¿qué hacemos aquí?— pregunté mirando a mi alrededor.

—Tengo que decirles algo importante...—

—Bueno, dilo de una vez porque me estás asustando.— apuró Alex y Cat miró unos segundos a Sam.

—Soy la hija de Bill Gates.—

—¡¿QUE?!— gritamos Alex y yo al unísono.

—La secretaria era mi novia, la perdí y quise reconquistarla convirtiéndome en la conserje y estando más cerca de ella. Lo soy desde hace dos años y decidí usar el apellido de mi abuela para que nadie supiera quien era.— explicó y yo aún procesaba todo.

Cat era multimillonaria... Ahora todo tiene sentido.

—¿Y por qué nos dices esto ahora?— pregunté aún impactada.

—Porque no vamos a dejar que ese presumido que tiene mi padre por ahijado se las venga a dar de rey del mundo.— respondió Sam cruzándome de brazos.

—¿Y qué haremos?—

Cat sacó una tarjeta dorada de su billetera y nos la enseñó.

—Nos vamos de compras.— dijo Cat sonriendo. —Mini Danvers, espero que aún tengas el número de Imra.—

Pιzzα  ↳supercorp. (ADAPTACIÓN) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora