Volver a casa siempre había sido tan normal hasta que encontré a un ensangrentado chico castaño en el estacionamiento. Las extrañas marcas de maltrato en todo su cuerpo me hacen ver la realidad de todo y sorprenderme al enterarme de que Dipper Mason...
Solo, completamente solo en las profundidades de la oscuridad.
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El miedo, el dolor, el cansancio, el hambre, la infelicidad, la tristeza, la confusión y la LOCURA eran las cosas que más podían acompañar mi patética vida.
Lo único que escucho con claridad todos los días es ese maldito tic del reloj, pasando cada segundo lentamente, sin que esto termine.
"Tic, Toc, Tic, Toc."
Escucho con repercusión los gritos de ayuda, los pedidos de salvación de esta perdición, esas estúpidas alucinaciones que tal vez solamente sean parte de mi locura. Simplemente debo aferrarme a las esperanzas que no puedo tragarme.
—SILENCIO, ya cállense. Los ayudaré, pero hagan silencio, por favor.
¿Dónde está aquello que tanto anheló?
Necesito ayuda. Necesito salir de aquí. Necesito un amigo de verdad. Necesito alguien que me quiera. Necesito una familia que me quiera. Necesito un salvador que me quiera sacar de este infierno.
— ¿Amigos? ¿Familia? En este mundo imperfecto solo me necesitas a mí. En este mundo únicamente somos tú y yo, fusionados como uno solo.
"Bipper"
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Había sido una suerte despertar de aquella horrible y realista pesadilla. Nunca recuerdo dónde estoy, ni siquiera la fecha del día, aunque aquel rubio me lo repita miles de veces. Desde que había escapado del hospital me encontraba en el departamento de Bill, quien esté mencionado me cuidaba de mi gran herida, hecha por el bastardo.
A veces podía llegar a pensar que realmente este no soy yo, que yo aún sigo dormido. Había salido de aquel trance para darme cuenta de que me había dormido en el sofá. El ojidorado se encontraba a un lado mío observando la televisión, aunque parecía tener la mirada perdida.
