Chapter 4 - Time to start from scratch.

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Hugo.
Pasaron varias semanas, cuatro exactamente, y llegó el esperado día.
Carlos me estuvo diciendo durante ese tiempo que tenía que hablar conmigo acerca de algo, así que decidimos quedar para vernos, ahora que estaba en España, y que me contara sobre eso tan importante.
Mi día comenzó con una ducha. Como cada mañana eligí la ropa que iba a ponerme, una camisa negra con los dos primeros botones desabrochados, unos pantalones color canela y unas DC negras.
Salí de casa, animado, y fui al encuentro de mi amigo a quien vi justo antes de cruzar para reunirme con él. Agradecía que él sí fuese una persona puntual a la hora de verse con alguien.
— Hola, Carlos. —nos dimos un abrazo de esos con palmadas en la espalda y nos separamos para mirarnos.
— Por fin te veo la cara desde que estoy aquí. —comentó con ese aire bromista y carismático propio de él— ¿Qué tal todo?
— Pues muy bien, tío. ¿Y tú?
— Pues genial, para serte sincero, aunque reconozco que ya echaba de menos mi tierra. —Su sonrisa mostraba la verdad de sus palabras.
Le pregunté cuánto tiempo llevaba en España mientras nuestros pies empezaron a andar mientras seguíamos conversando. Ni siquiera llevábamos cinco minutos caminando y sus pasos se detienen dejándome un poco perdido.
— ¿Por qué nos paramos aquí?
Giré la cabeza para mirar a mi alrededor y comprender por qué se había parado allí. Nos encontrábamos frente a la casa de Andrés.
— También he quedado con Axel. —respondió sin más mientras yo seguía un poco traspuesto aún.
— Ah, muy bien... No me avises ni nada, ¿eh? —fingí estar molesto de una forma absurda y nada creíble y lo vi reírse.
— Él tampoco sabe que he quedado contigo.
Volvió a reírse, de forma más suave esta vez, acercándose más al portal para pulsar el botón de su porterillo.
— Muy bien, Carlitos... Te veo muy bien, ¿eh?
Andrés atendió al momento de llamar, no sorprendiéndonos a ninguno cuando lo que dijo fue que aún no había terminado de arreglarse.
— Buah, chaval. Como tenga que esperar a que Axel baje para que me cuentes eso, lo llevo claro.
A mi amigo le hizo gracia mi comentario y asintió con la cabeza de acuerdo conmigo.
— Lo conocemos demasiado bien ya, ¿eh?
— Como si lo hubiera parido.
Al cabo de unos largos minutos pudimos ver al impuntual de nuestro amigo a través del cristal de su portal, distraído mirando el móvil, sin percatarse de nuestra existencia.
Abrió la puerta, guardando su teléfono, quedándose inmóvil cuando me vio allí.
— ¿Enzo? —Su cara fue de completa confusión en el instante que sus ojos me vieron allí.
— Dime, Axel de mi corazón.
— Qué tonto eres
— Bueno parejita, ¿puedo empezar? —bromeó nuestro amigo.
— Por favor. —respondí indicándole con la mano que comenzara.
— Bueno, como ya sabéis, se acerca el día de volver a California... —dejó de hablar como si esperase a que nosotros dijéramos algo.
— Ajá...
— Pues la cosa es que os quería proponer que os vengáis conmigo.
¿Cómo? ¿Se había vuelto loco? Fue lo pensé nada más escucharlo.
— Obviamente yo tendré que irme antes, porque vosotros tendríais que buscar un lugar en el que vivir, aunque si os fiais de mí, yo puedo ayudaros con eso. Conozco a alguien allí que vende su casa y está cerca de donde yo vivo.
— Tío, eso es una locura. Ni siquiera tengo trabajo en España, ¿cómo voy a encontrar trabajo allí tan fácilmente —La verdad, estaba de acuerdo con Axel—. Además, ¿tendría que compartir casa con Enzo?
— Venga ya... Si vivir conmigo sería lo mejor que te puede pasar... Mira que me tienes tirria.
— Que exagerado eres...
— Ya, ya... Pobre de mí.
— Por lo de buscar trabajo no os preocupéis, que yo os puedo colocar trabajando con un amigo mío.
— Pues... No sé qué decirte, la verdad. Supongo que tendría que hablarlo con mis padres.
— Si dependes de ellos, no vas a salir de España.
— ¿Y qué quieres, Enzo? Para ti es fácil, eres más independiente y tienes un trabajo.
— A ver, no te estoy diciendo que no se lo comuniques a tus padres. Claro que tendrás que hacerlo pero si no les gusta la idea, puedes hacer igual que para eso eres mayor de edad —Le di mi opinión—. Si es lo que realmente quieres, claro. Obviamente si no quieres, no tienes que ni que plantearte la idea.
Desvié la mirada a Carlos, aceptando su propuesta. Él sabía que Axel y yo llevábamos tiempo soñando con salir del país y probar a vivir en un lugar totalmente diferente, quizás esa era la oportunidad perfecta para hacerlo.
— Cuenta conmigo, tío. Me pondré a buscar casas como loco, a ver si me decido con una, incluso te agradecería si hablaras con esa persona que va a vender su casa, tal vez me interese y podamos negociar un precio que a ambos nos parezca coherente.
Axel se mantuvo en silencio durante un rato, como si se lo estuviese pensando. Sabía que él quería dar el paso, incluso de que tenía el dinero necesario para el viaje, pero no estaba seguro de que lo llegara a hacer.
— Está bien —habló finalmente—. Dejadme reflexionarlo un poco y os doy una respuesta lo antes posible.
— Sin problema, tío.
Carlos sonrió justo después de decir eso e hizo un gesto para que nos moviésemos de allí.
— Vayamos a tomar algo, anda.
Fuimos a tomar unas cervezas mientras conversamos sobre varios temas al azar, disfrutando de nuestro tiempo juntos. Si Axel terminaba accediendo a lo que nos había comentado Carlos, pasaríamos a pasar más tiempo con él, pero menos con nuestros otros amigos.
Esta vez pagué yo, diciéndoles que ya invitarían ellos en otra ocasión para que no comenzáramos una pelea absurda y sin fin.
— Pues luego hablamos entonces. —Andrés se despidió primero, ya que estábamos más cerca de su casa que de la del resto.
— Hasta luego, compañero. —contesté revolviéndole el pelo al mismo tiempo.
Él se incomodó al parecer e intentó evitar el contacto visual conmigo, lo que provocó que me riera por lo divertido que había sido su expresión. Me parecía adorable cuando actuaba vergonzoso.
Carlos y yo también nos despedimos más adelante y quedamos en jugar luego unas partidas antes de irnos a la cama, incluso le aseguré que no echaríamos mucho tiempo si él debía madrugar al día siguiente, cosa que siempre se dice pero que luego es complicada de cumplir. Una vez que empiezas a jugar, estás acabado.

Mi única ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora