Chapter 5 - First step.

6.1K 528 39
                                    

Andrés.
Dos días habían transcurrido ya desde la propuesta de Carlos.
Había hablado con Enzo de ello, diciéndole que estaba decidido a ir y que me hacía bastante ilusión el hecho de empezar una nueva vida en una parte del mundo completamente diferente, pero que aún no me había atrevido a decírselo a mis padres.
Él me regañó un poco diciéndome que debía ir avisándolos para que fuesen haciéndose a la idea de que iba a irme, pero yo nunca encontraba el momento apropiado para hacerlo. Sabía perfectamente que tenía razón, pero no era tan fácil cuando se trataba de ellos. Cada vez que me sentía un poco más lanzado a decírselo, algo ocurría y terminaba cerrando la boca para luego volver a mi habitación.
Ayer volví a salir con Enzo, estuvimos un par de horas, el tiempo suficiente como para tenerme con una sonrisa en la cara durante lo que restó de día.
Hubo un momento que me hizo sentir bastante raro, decidimos sentarnos en el banco de un parque cercano a nuestras casas y, cerca de nosotros había una pareja enrollándose, el chico besaba a la chica como si fuese una aspiradora y estuviese succionando las pelusas del suelo. Al parecer aquello tampoco pasó desapercibido por Hugo y tuvo que abrir la boca para comentarlo.
— Tío, ¿estás viendo eso? ¿Qué clase de forma de besar es esa?
— Oye, déjalo —dije riéndome al mismo tiempo que volvía a mirarlos—. Habría que ver cómo besas tú.
— ¿Yo? Pues muy bien que se me da.
No pude evitar bajar la vista hasta sus labios, imaginando por unos segundos si eso sería verdad.
— Ya te gustaría a ti probarlo, Axel.
No contesté con palabras, sólo me limité a soltar una leve risa como si me hubiese resultado gracioso su comentario, pero lo que no imaginaba era que esas palabras fuesen a repetirse tanto en mi mente.
De nuevo sentí que mis mejillas se calentaban llegando ese calor hasta la punta de mis orejas.
Tal vez así era.
Desperté de mis pensamientos, dándome cuenta de volvía a tener una sonrisa en mi cara sin venir a cuento. Si es que era todo un tonto por andar pensando en esas cosas. Al menos mi cabeza iba asimilando un poco más el hecho de tener esa clase de pensamientos hacia mi amigo, ya hasta llegaría a admitir que lo que sentía por él no era solo una simple amistad, yo realmente me pasaba la mayor parte de mi tiempo pensando en él.
Con suerte, hoy quizás volvía a verlo. Me dijo que si tenía tiempo, se pasaría por mi casa para charlar un rato e ir a algún lugar si me apetecía. La verdad era que solamente de pensarlo, lograba que me pusiera nervioso.
Me levanté de la cama para traerme a la habitación un cuenco de cereales con leche y desayuné tranquilo mientras miraba la pantalla del ordenador en negro. Sin pensarlo, lo encendí, terminando lo que quedaba en el recipiente y abrí Discord justo cuando me lo acabé todo. Hugo no estaba conectado aún.
Me sentí decepcionado de no verlo, así que me levanté de la silla y fui hasta mi cama, donde había dejado mi móvil y reviso las notificaciones de los grupos y de los chats privados, buscando entre ellas con la esperanza de encontrar un mensaje suyo.
"Enano, ¿dejamos lo de jugar para esta noche? Tengo cosas que hacer."
Mierda. Tenía muchísimas ganas de que se pasara por aquí para verlo aunque fuera un rato. Suspiré justo después de ver el mensaje, me lo había escrito hacía una media hora más o menos. Desbloqueé el teléfono para contestarle y de camino para preguntar si nos veríamos al final.
"Está bien, no hay problema. ¿Podrás pasarte por mi casa un rato o también lo dejamos para otro momento."
No respondía, aparecía desconectado.
Salí de la habitación para dirigirme al salón con mis padres y mi hermana, quienes estaban viendo la televisión.
— Mamá. —pronuncié con suavidad para captar su atención.
— Dime, cielo. —se giró para mirarme y de nuevo sentí ese nudo en la garganta.
— Hm... Nada, nada. —negué con la cabeza al mismo tiempo me rasqué ésta, nervioso.
El silencio volvió a invadir el lugar, dejándose oír únicamente las voces que procedían de la tele.
— Hijo, ¿te pasa algo?
— No es nada, mamá.
Ella se levantó del sofá e hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera.
Ahora o nunca. Pensé en ese momento.
— Habla.
— A ver, mamá... Es que... No sé muy bien cómo decirte esto. —bajé la mirada, tratando de buscar las palabras correctas en mi cabeza.
— Te conozco y seguro que no te gusta lo que tengo que decirte.
— Pero, ¿qué ha pasado?
— No es nada de lo que tengas que preocuparte, mamá. No es nada malo, más bien todo lo contrario.
Ella se quedó en silencio, esperando a que yo terminara de explicarle.
— Quiero irme a California. —solté sin darle más vueltas. Si seguía pensándomelo por más tiempo, nunca me decidiría a decirlo.
— ¿Qué? Deja de inventar tonterías, Andrés.
— No es ninguna tontería, mamá. Ya sabes que siempre me ha ilusionado la idea de visitar e incluso vivir por un tiempo en Estados Unidos. Además sé que me vendría bien despegarme un poco de todo.
— ¿Despegarte de qué? ¿De tu familia?
— De todo, mamá.
— ¿Lo que quieres es desentenderte de tu familia?
— ¡No! Lo único que quiero es poder hacer mi vida. Empezar de cero. Necesito saber lo que es vivir sin teneros a papá y a ti, todo el día, pegados y gritándome por todo, pero sobretodo aprender a vivir por mi cuenta y no bajo vuestras reglas.
— Déjate de tonterías porque no vas a irte, Andrés.
— Me iré si me da la gana.
Caminé hacia mi cuarto, sin mirar atrás, encerrándome de nuevo allí tratando de calmarme un poco. Sabía cuál iba a ser su reacción y que se iba a rehusar a dejarme ir, pero ya no me importaba. Si me iba con Hugo, al menos sabía que iba a gusto con él allí donde fuésemos.
Volví a sentarme frente al ordenador, fatigado por tener que aguantar día tras día las mismas cosas. Cada día era una copia del anterior.
El sonido de una llamada de Discord hizo que atendiera a la pantalla, alegrándome en cuanto vi que era Hugo el que me llamaba.
— Hola, chiqui. ¿Qué tal todo? Al final tengo tiempo libre la mañana, podemos jugar un poco ahora si quieres.
— Bien, supongo. ¿Tú qué tal? ¿Qué era eso que tenías que hacer?
Me encantaba que me llamara chiqui. Extrañamente, con sólo escuchar su voz me sentía bastante mejor. No pudo aparecer en mejor momento.
— ¿De verdad estás bien? No lo parece. —Ignoró mi pregunta para asegurarse de que yo estaba bien. Siempre solía ser así de bueno.
— De verdad que estoy bien, Enzo.
— Axel, mira que voy para allá y te pego una paliza, eh. Te pasa algo y seguro tiene que ver con tus padres. Cuéntame, ¿qué ha pasado ahora?
— Mi madre... —comencé a explicarle— Le he contado sobre lo que Carlos nos propuso y no se lo ha tomado muy bien, como supuse.
— Entiendo... ¿y qué te ha dicho exactamente?
— Que me deje de tonterías. Hasta ha insinuado que lo que quiero es perderlos de vista.
— Vaya... Imagino como tienes que sentirte.
Oí algo de ruido al otro lado de la pantalla del ordenador para después volver a escucharse su voz.
— ¿Te gustaría venir a mi casa? Incluso puedes pasar la noche aquí si quieres —me dijo. Yo me había quedado sin palabras en el momento que lo oí proponerme algo como quedarme a dormir en su casa—. Quizás no te sientas igual de cómodo como en tu casa, pero si puedo ayudar...
— Eh... Pues, no sé.
— Oye, sólo si quieres, eh. Que no te obligo a nada.
— No es que no quiera, idiota, es sólo que no sé. No quiero empeorar las cosas, ¿sabes? Mis padres ya me tienen muy en el punto de mira y si me quiero ir a California, voy a tener al menos que intentar que me entiendan y lo acepten.
Debía admitir que me moría de ganas por aceptar su propuesta, pero tenía que dar la cara y esperar a oír cualquier otra estupidez en boca de mis progenitores.
— Está bien, lo comprendo. Haces lo correcto quedándote. Cualquier cosa que necesites tan solo dime, ¿sí?
— Gracias, lo tendré en cuenta.
Automáticamente mis labios se curvaron en una gran sonrisa. Hugo era tan tierno y comprensivo que no podía evitar sentirme feliz cuando se trataba de él.
— ¿Vas a querer entonces que juguemos un rato? Tal vez eso te anime un poco.
—Claro, me parece estupendo.
Si él supiera que con tan sólo hablar conmigo, yo ya me sentía muy animado... No era necesario en absoluto que estuviésemos jugando a algo, con tan solo escuchar su voz mientras trataba de pensar en algo para hacerme sentir mejor era más que suficiente para contentarme.
— Empecemos entonces con la gran viciada.
Sonreí una vez más, viendo mi reflejo en la pantalla. Me veía bien bobo a decir verdad.

___________________________________

Podéis seguir leyendo esta historia en la plataforma de Dreame:
https://www.dreame.com/novel/v3Nw%2F09ObjoQgXGUKJUBIQ%3D%3D.html

Muchas gracias por apoyarme siempre en todo, mis queridos lectores.
Sois mi mayor apoyo, os quiero.

Mi única ilusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora