#10

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Me acabé rápidamente la cena, puesto que era mi favorita y eso hacía que tuviera más ganas.

Esperé a que Emma, Norman y Ray también terminaran y nos fuimos a la biblioteca.

—No pienso dormir esta noche —dije, sonriendo.

—¡Yo me quedaré despierta contigo! —anunció Emma, muy segura.

—¡Lo mismo digo! —asintió con ganas Norman.

—No hace falta que diga nada, ¿no? —sonrió Ray. Esa sonrisa me animó aún más, dentro de lo que cabía.

Nos pasamos toda la noche conversando y riendo. De vez en cuando Norman y yo mandábamos a callar a Emma cuando hablaba más alto de la cuenta, mientras Ray se reía. Cuando nos dimos cuenta, el reloj de la biblioteca ya marcaba las seis de la mañana.

—Se me ha pasado el tiempo volando —comenté. —Muchas gracias, chicos.

Me levanté de mi sitio para abrazarlos a los tres.

—Me sorprende no haberme quedado dormida, la verdad —rio Emma.

Estuvimos hablando un rato más, hasta que ya se oyeron a los pequeños armando jaleo por la casa.

—Parece que ya se despertaron —anunció Norman. —Ahora todos querrán felicitarte y despedirse por... eso.

—Me lo he pasado tan bien que casi lo olvido por completo. —Era nuestro último día juntos y no quería que estuviera lleno de penas y lágrimas.

Emma me abrazó.

Sugerí que fuéramos al comedor para el desayuno. Allí, una bandeja con tostadas y un vaso de leche con chocolate nos esperaba.

Para sorpresa de todos, Madre trajo un tarta donde se leía "Te echaremos de menos". De nuevo, mis hermanos y hermanas volvieron a felicitarme y abrazarme. Yo, rodeada de niños pequeños, lloraba, tratando de disimular mis lágrimas diciendo que eran de emoción.

Emma, Norman, Ray y yo apenas comimos tarta, mientras que los pequeños devoraban un trozo tras otro.

Después del examen diario, nos fuimos al bosque.

—No puede ser —murmuraba Emma, con la cabeza entre sus manos.

—Será todo muy distinto sin ti —me dijo Norman, sonriendo. Él sabía que yo quería verlos sonreír el último día, aunque fuera de mentira.

Ray me abrazó, hundió su cara entre mi hombro y mi cuello y comenzó a sollozar. Con manos temblorosas, le acaricié la nuca y los hombros.

—Tranquilízate. —Mi voz era dulce y suave.

Norman y Emma se unieron a nuestro abrazo. Tanto Ray como yo necesitábamos el apoyo que solo ellos dos nos podían proporcionar.

—Me gustaría ir a la biblioteca una última vez. —Mi voz apenas fue audible.

En la biblioteca, lo único que hicimos fue pasear entre las estanterías. Cuando nos dimos cuenta, ya solo faltaban dos horas para la cena. Después, me enviarían.

Norman agarró a Emma por los hombros y la empujó con delicadeza.

—Creo que deberíais pasar lo que queda de tiempo los dos solos. —Le guiñó un ojo a Emma.

—¡Ah, sí! Claro —sonrió ella.

En el silencio de la biblioteca, se oyeron sus pasos hasta salir por la puerta.

—Sonríe, por favor —le pedí a Ray. —Quiero llevarme un buen recuerdo. —Hizo lo que pudo por conseguirlo.

El silencio volvió a aparecer. Ray me cogió de la mano, la besó y la envolvió con las suyas.

—Te voy a echar mucho de menos.

Al mirarlo, vi que le brillaban los ojos. Lo rodeé con mis brazos. Le di besos por todo el cuello y la cara, acaricié el pelo en su nuca y tracé con mis dedos el 81194 de su cuello.

Me agarré a él con mis brazos y mis piernas y me cargó a peso. Me colocó contra un estantería y puso su frente sobre la mía.

—Te quiero tanto, ____. —Y seguidamente me besó en los labios. De nuevo, el contacto cálido que me producía ese roce apareció.

Me soltó, y yo me dejé caer hasta el suelo. Se agachó y colocó mi cara entre sus manos con delicadeza. Susurró algo que no logré entender y volvió a besarme.

Estuvimos un rato más jugueteando de esa manera, hasta que se oyó el crujido que solía hacer la puerta al abrirse.

—¡Chicos! —Era la voz de Norman. —La cena ya está... lista. —Pareció deprimirse al decirlo.

Ray me miró, con cara de preocupación.

—No, no, no —decía con insistencia mientras me abrazaba.

Puse mi mano derecha en su nuca.

—Hay cosas inevitables —le recordé. Sabía que no era la mejor respuesta, pero lo solté de una manera que lo hizo tranquilizarse.

—Que yo te ame es una de ellas. —Me apretó más fuerte contra su cuerpo.

—Lo mismo digo —susurré, antes de darle un beso en la mejilla.

Nos costó separarnos de aquel abrazo.

En el comedor, la cena era la comida especial que preparaban cuando alguien se iba. Me la comí con pocas ganas.

Madre se acercó a mí después de la cena.

—Prepárate. Tu nueva familia te espera. —Sonrió.

Obedecí. Fui a mi cuarto y me vestí con la ropa que Madre me había preparado: la que llevaban todos mis hermanos que fueron enviados.

Al bajar por las escaleras, Norman y Emma me recibieron con un gran abrazo, emocionados.

—¿Dónde está Ray? —pregunté, preocupada.

—En la biblioteca, llorando —aclaró Norman. —Me dijo que vendría luego a despedirse, cuando fuera capaz de sonreírte sin romperse.

Madre me llamó.

—Hemos encontrado una familia para vuestra hermana ____. Nos están esperando, será hora de que nos vayamos —dijo con una sonrisa.

Los pequeños volvieron a despedirse. Emma y Norman me abrazaron de nuevo.

"Ray sigue sin aparecer", pensé. "¿Acaso no quiere despedirse?".

Madre me puso una mano en el hombro.

—Es la hora —anunció.

《 Ray x Tú 》「Yakusoku no Neverland/The Promised Neverland」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora