Mi mente es como un país lleno de reflejos y sombras de una vida pasada donde la vida no valía nada, después de que me obligó a partir; yo sé bien que te estarás preguntando:
¿Quién soy?
Pues verás, soy un joven de nombre Franço pero basta de presentaciones, te contaré un pequeño fragmento de lo que fue mi vida.
Franço, ese es mi nombre, desde muy pequeño tenía la sensación de que por las noches alguien me seguía, efectivamente era la luna, esa gran mujer enorme en los cielos, a decir verdad, es una de mis fascinaciones más grandes, ella me escucha sin criticarme, me observa y cuida sin pedirme nada a cambio, ella es mi amor platónico, admiro su belleza; la esencia de dicha mujer me inspira en las noches más oscuras. Recuerdo muy bien ese 21 de febrero, fue un día sublime; pero el día no me interesaba lo único que quería era verle, dieron las 21:15 y en cuanto no la vi salir, una lagrima corrió por mi mejilla, sin consuelo me dispuse a dormir.
Me di cuenta que mi amada me venía a visitar sólo algunas veces, cuando ella no estaba las odiseas de mi vida se hacían más pesadas, no tenía con quién hablar, siempre he sido un ser solitario, mientras esperaba la llegada de esa mujer de los cielos, tomé un lápiz y un pedazo de papel que encontré por ahí, me dispuse a escribir, no tenía la menor idea de qué hacer, pero cuando menos me di cuenta me había inspirado, logré escribirle un pequeño poema el cual decía lo siguiente
Hoy no le veo.
Bella dama del cielo,
Espero su llegada
Con anhelo y deseo,
Verle, lo que más quiero.
A su ausencia le temo,
Porque solo me siento,
La espero con mis ojos
Oscuros y desiertos
Bella dama del cielo
Le expreso mi anhelo
Con su fugaz esencia,
Yo aquí la espero.
-Franço.
Mientras concluía el poema mencionado, observaba los luceros del cielo, de una manera estética, jamás me había percatado de lo bellas que eran mientras parpadeaban, pero ninguna como mi amada, esa noche cómo la extrañaba.
Continué escribiendo, en alguna ocasión mandé un globo de color azul lleno de helio, esperando de una forma absurda una respuesta, pero el globo jamás logró llegar, así que comencé a guardar algunas cartas en un baúl de madera parecía tesoro pirata sólo que un poco más pequeño, éste a un costado cerca de mi cama; mientras tanto estaba a unos días de regresar a la universidad.