CAPITULO 4

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Eran casi a las 18.30 de un día de intenso trabajo y,  Soledad, mirando su pequeño y hermoso reloj de pulsera, regalo de Vanessa, dijo a su colega.

-          Cielo, ya es hora de irme. Estrella estará inquieta. Pero me preocupa que estemos retrasados en el caso….

-          Trabajaré hasta tarde, hoy no va a estar Oki en casa, tiene una fiesta del colegio, luego se quedará en la casa de George. Pero ahora tengo que ir a buscarlo de su práctica de básquet, y ayudarlo con el atuendo, pues, parece que hay una damisela que quiere rescatar- se rio.

-          Le dices que Estrella se pondrá celosa- dijo Sol, sonriendo ampliamente y, juntando los documentos de sobre el escritorio.

-          ¿Aun por aquí? ¿Qué tal el caso?- decía Marcos Aldana desde el umbral de la puerta.

-          Todo bien, Aldana- dijo cortante, Oscar,  con un tono de desagrado solo percibido por Sol.

-          ¿Y tú? ¿Cómo vas con el caso que te asignó Vasco?- dijo Soledad tratando de romper ese hielo que producía un aire irrespirable.

-          Bien, gracias- dijo Marcos ignorando la presencia de Oscar.

-          ¿Quieres que te lleve?, voy por tu itinerario, vi que, hoy, no trajiste auto-  Sol se sorprendió de que lo hubiera notado, y,  mirando a Oscar dijo

-          Cielo, aprovecharé la gentileza de Marcos, tu ve a buscar a Oki y conversamos mañana, ¿si?- Soledad le dio un beso, tomo su portafolios color vino, el color del traje que llevaba ese día,  y se dirigió hacia la puerta, donde Marcos esperaba.

-          Adiós, Dos Santos!!- dijo Aldana, con una sonrisa burlona, mientras se alejaba, luego de dar lugar a Sol en la puerta y tomando, por un momento, la cintura femenina cuando ella pasaba frente a él.

Oscar tomó su portafolios,  se tocó el lóbulo de la oreja, sus ojos marrones parecían despedir pequeñas chispas, buscó sus llaves en el bolsillo y colgó su chaqueta del dedo dejándola caer sobre sus hombros. Apagó las luces y se fue.

Mientras conducía camino al club, donde entrenaba Oki, se sentía molesto. Los semáforos ese día parecían confabularse para detenerlo en cada esquina y dejarlo pensar en lo desagradable que le parecía Marcos Aldana, y en lo indefensa que le parecía Sol para estar cerca de aquel galán de telenovelas de cuarta. Estaba realmente fastidiado, y, como llegaba al club de básquet, tratando de relajarse y sin conseguirlo, intento disimular frente a su hijo, lo mal que se sentía.

VERDADEROS AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora