CAPITULO 7

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Ya era de noche y en la enorme cama donde solía dormir Oscar,  se instaló Soledad para dormir con sus dos hijas, estaba acostumbrada a dormir con ellas, y, fuera de casa con más razón.  Estrella podría inquietarse.

Cuando las niñas durmieron, Soledad, bajó con un hermoso juego de pijama y bata en tono rojo vino, para prepararse un vaso de leche con miel y leer el expediente, que, a la mañana, muy temprano, finiquitarían  Oscar y ella.

-          ¿No duermes aun?- dijo Oscar, también con ropa de cama idéntica, pero, en color negro,   sorprendiéndola mientras leía y bebía de una enorme taza verde, en un pequeño estar,  cerca del dormitorio, por si su niña despertase.

-          Aun no. Quise leer una parte del escrito donde declara Basualdo, todavía no me queda claro, y, quise tomar algunas notas para nuestro alegato de esta semana. No quisiera perdamos detalle, pues, de eso dependerá la decisión del Juez Daer.

-          No te preocupes, lo estamos llevando bien, creo  que tenemos a Basualdo con las manos en la masa.

-          Está bien!! Hace frio para esta época del año, deberá ser por la zona…..será mejor que abrigue a Estrella pues no quiere que la cobije durante la noche y se durmió sin medias. Mañana a las 7 comenzamos el trabajo, ¿sí?

-          Dale-  dijo Oscar y la miro fijamente sin hacerse a un lado para que Soledad pasara. Ella lo miro y quedo inmóvil, sus piernas no respondían, temblaban y sentía que podía caer en cualquier instante. Oscar sentía que algo lo quemaba de cabeza a pies; mirarla le producía un fuerte shock eléctrico que le aceleraba el pulso, mucho más que cuando nadaba doscientos metros para terminar con la tensión de la semana. Se acercó, ella no se separó ,y,  a solo 2 centímetros de sus labios, escucharon:

-          Mami, mami- Estrella la llamaba, posiblemente en sueño, como lo hacía siempre que no estaba abrazada a ella, mientras dormían.

-          Es mi bebe- dijo ella separándose bruscamente y dejando todo lo que tenía en las manos en la mesita del centro. Se fue corriendo y se acostó al lado de la niña, diciendo:

-        -  Aquí estoy corazón, duerme tranquila, mami está contigo. Te quiero- Oscar la siguió para ver si necesitaría algo para la niña, pero, como vio que Sol se acomodo en medio de sus hijas, y la niña ya no lloriqueaba, cerró la puerta suavemente y se marcho a  la recámara.

Soledad no pudo dormir hasta altas horas de la noche. Luna le pregunto entre sueños:

-          ¿Estás bien mamá? ¿Te duele algo? ¿Quieres que avise a Oz?

-          No, cariño, gracias. Estoy bien, duerme tranquila, tesoro. – le dijo a su otra hija, besándole en la frente y abrazándola para que se volviera a dormir.

Oscar, en su recamara, se maldecía preguntándose ¿“qué le había ocurrido”?.

¿“Estás loco? Puedes dejarte llevar por tus locuras con cualquier mujer menos con Sol, tu mejor amiga!” se decía en la penumbra con el brazo sobre la cabeza.

“Debe ser que hace tiempo no estoy con una mujer, pero, hasta hoy no había necesitado a nadie. No entiendo lo que me pasa, estoy de mal humor todo el tiempo, no quiero salir como antes con mujeres, no me concentro en el trabajo, odio a Aldana sin motivo…..estoy para ir a terapia.” Enumeraba sus síntomas, y,  como se sentía sofocado salió al balcón a  tomar aire.

VERDADEROS AMIGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora