... Y estábamos sólo él y yo. Era el momento perfecto. La noche comenzaba a hacerse presente y el ruido de la ciudad disminuía... En pocos minutos las farolas comenzaron a encenderse y un ligero aire frío comenzó a soplar. Pasar el tiempo con él era hermoso, siempre me hacía reír, me abrazaba, me contaba historias y me miraba de una forma muy especial. Terminó de contarme su historia y me dijo
-... Vaya, eres hermosa. -me apartó un mechón de pelo de la cara-
-Gracias. -le dije apartando la mirada-
-En serio, Kim. Eres hermosa...
-Basta, ya. Me voy a poner colorada como un tomate.
-Es una lástima que casi no haya luz, me encantaría ver eso.
-Lástima... -dije fingiendo decepción- mejor cuenta otra historia
-¿Por qué?
-Porque me gusta oírte hablar
-... Y a mi me gustas tú
Mi corazón se detuvo por un segundo. Aquella confesión me había dejado atónita que no pude articular ninguna palabra. Lo único que podía hacer era mirar esos ojos que me miraban con un cariño y una calidez inexplicables. Inconcientemente nos fuimos acercando más y más, hasta que su boca estaba a centímetros de la mía, ¿por qué no me besaba? ... Mi mente comenzó a darle un millón de respuestas a esa pregunta, hasta que de pronto sucedió, él me besó, y con ese beso llegaron a mi mente las respuestas de otras preguntas que no me había atrevido a hacerme... ¿Me gustaba? Claro que si, ¿Le gustaba? Me lo acababa de decir, ¿Íbamos a estar juntos?... eso era algo que aún no sabía...
