Capítulo 4: motos y cartas en objetos perdidos

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 –Madre mía, mira qué hortera es esta camiseta. Es que no me lo pondría ni en un millón de años, vamos.

La chica del pelo corto que Helena tenía a su lado asintió, componiendo una cara de tragedia, pero esta se quedó callada. A ella no le parecía tan fea. A ver, tantas lentejuelas era algo exagerado, pero en el fondo tal vez era pasable. No se iba a gastar quince euros en ella, pero si se la regalaran no la tiraría. Tal vez incluso se la pondría alguna vez.

–¿Y qué opinas de aquel vestido de allí?–Acompañó sus palabras con un gesto de la mano.

–A mí me gusta–interrumpió Helena antes de que alguna pudiera comentar mal de ello.

–Pero porque a ti te queda bien, cabrona. Pero algunas no tenemos tantas curvas, y ese escote se nos cae hasta el ombligo como si no hubiera nada debajo.

Claudia se rió al escuchar la queja de Marina. Su mejor amiga era una idiota, pero había que reconocer que en ocasiones tenía gracia.

–A ver, tengo algo de curvas. Tampoco me pongas aquí como Afrodita porque ni mucho menos. De todas formas, no me queda bien con el color de pelo. ¿Puedes mirar si lo hay en rojo o en negro?

–Oh, vamos, el gris va bien con todo, no te quejes.

Helena puso los ojos en blanco, pero no pudo ocultar una pequeña sonrisa.

–Búscame otro color, anda. ¿Tú qué opinas, Clara?

Sus amigas más cercanas pusieron mala cara al escuchar la mención del nombre. No les acababa de caer bien la otra chica. Por mucho que Helena fuera amable y se llevara bien con todo el mundo, seguían teniendo la impresión de que la rubia las odiaba.

–¿De qué?

Acababa de aparecer a su lado, casi como si la hubieran invocado. Con sus pantalones negros y una blusa semitransparente, no era extraño que fuera atrayendo miradas, aunque no fuera realmente consciente de ello.

–El vestido aquel.

Clara observó la prenda con detenimiento, como si fuera una diseñadora de moda profesional.

–El color me gusta, pero la falda hace una forma rara. Y no me gusta la forma del bordado en el escote–proclamó, al cabo de unos segundos.

–Puede ser–Aquella fue la única respuesta que recibió por parte de las otras seis chicas con las que estaba.

A pesar de ser rubia, Clara no era tonta. Sabía que, por algún motivo, a Claudia, Marina y Ruth no les caía demasiado bien. No entendía qué había hecho, pero tampoco iba a hacer nada por cambiarlo. Sí agradecía el esfuerzo de Helena por incluirla en el grupo. Al menos ella hacía algo. Ni siquiera Natalia, su mejor amiga, se había molestado en dirigirle la palabra. Estaba demasiado ocupada hablando con la que, con suerte, sería su novia dentro de poco. Y luego estaba Laura, que directamente pasaba de todo. La habían perdido un rato antes en la sección de peluches de la tienda de la esquina.

Tal vez no debería haber quedado con ellas esa tarde. Al fin y al cabo, podía llamar a Mario y hacer que cancelara todos sus planes, pero le pareció cruel. En el fondo, ella no era mala. No la entendían, eso era todo. No le costaba hacerse pasar por la típica chica guapa y superficial que parecía haber en todo instituto. Dejaba ver sus pasiones, sí, pero la gente parecía olvidarlo. Había aprendido, aunque le había costado mucho tiempo, que era más fácil fingir que explicar lo que le pasaba de verdad. Cuantas menos palabras tuviera que decir de su vida privada, mejor.

Consciente del silencio incómodo que se acababa de hacer, sacó su móvil. Lo había recuperado aquella misma tarde ("ya sabes lo que pasa si vuelves a hacer algo como eso", la había advertido su padre), pero apenas le había prestado atención. Había tenido la intención de estar con sus amigas y no preocuparse por lo que la gente diría de ella en Instagram, pero su voluntad no había tardado mucho en esfumarse. Desbloqueó el dispositivo con la huella y comenzó a revisar las conversaciones por leer en su bandeja de entrada de mensajes. Sus ojos se vieron inevitablemente atraídos hacia un nombre; nombre que hizo que se parara en seco y la temperatura de la sala, o eso le pareció, cayera en picado.

Posdata:Where stories live. Discover now