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Narra Selena:

Nunca imaginé que regresaría a Port Royal, y mucho menos creí que sería recibida con los brazos abiertos de mi padre y hermana después de abandonarlos.

Han pasado seis años desde que me dejé llevar por la corriente del mar, se preguntarán ¿fue fácil?, claro que no.

Era una niña tan impulsiva, que no medí las consecuencias de mis actos.

Aún recuerdo el día que me escondí en la bodega de un barco hasta llegar a un lugar llamado Tortuga, pasar desapercibida fue muy difícil y más siendo una niña que para los hombres de ahí no les importaba propasarse. No llevaba nada encima por lo que pasé días sin comer, por lo que empecé a robar, aunque primero tenía que cambiar mi apariencia por lo que me pasé por un niño y robe la ropa de varón a otro, claro que fue difícil y más de una vez recibí una golpiza por eso, sin importarles que fuera una cría pero mi personalidad era muy desafiante e impulsiva, me golpeaban y yo golpeaba, aunque la que quedaba peor era yo.

Pero un día en el que planeaba robar a un hombre, este pareció darse cuenta, a simple vista supe que era un pirata y al parecer uno muy reconocido por las miradas de miedo en las personas. Cuando me alzó la mano para golpearme yo lo golpee y al parecer lo tomó por sorpresa.

Aunque la sorprendida terminé siendo yo, me dejó ahí, sin ningún golpe, sólo una mirada de interés de parte del pirata. Más de una vez lo habia pillado observarme en cualquier lugar al que iba y cuando me vio tirada en el suelo sangrando tras la golpiza del sujeto al que intenté robar, me dio una mano.

Me subió a su barco, me presentó ante su tripulación, me reclutó y él personalmente me enseñó a pelear, a disparar, a usar una espada, me enseñó ser un pirata, y yo estaba más que agradecida. Al principio fui la burla de la tripulación por ser débil pero terminé ganándome el respeto de todos y el cariño del Capitán. En más de una confrontación gané, y nunca me sentí tan llena de vida ante eso.

Les fue una sorpresa enterarse que era una niña aunque al Capitán no, pero me seguían tratando igual, pero ya no podía estar en su tripulación.

Pero el Capitán se encargó de conseguirme un trabajo como camarera en una taberna, no me queje en lo absoluto, no era ese tipo de persona.

No lo veía muy seguido desde ese entonces, pero cuando él volvía seguíamos teniendo esa relación de abuelo-nieta que había entre nosotros, aunque cada vez que lo llamaba "viejo" me daba una golpiza que me hacia reír.

Nunca me quejé de esa nueva vida que elegí para mi, gracias a eso conocí todo tipo de gente, conocí distintos lugares, conocí el sentimiento de arrebatar una vida, conocí todo tipo de tesoros, conocí el sabor del ron, conocí el mundo real.

Sólo me maldigo diariamente de una cosa...

Nos volvemos a ver, encanto.

Maldigo el día en que conocí a Jack Sparrow, maldigo el día en que me dejé emborrachar con él y terminé entregandole mi virginidad.

Pero sobretodo, maldigo ser su esposa.

Muy pocos saben sobre mi matrimonio con él, y los que sabían, bueno, he tenido que defenderme para no terminar muerta por su culpa.

Ese estúpido pirata tiene demasiados enemigos en el mundo que al ser su esposa corro con la misma suerte, claro que la mayoría terminan muertos, lo bueno de esto, es que no sabían quien era, sólo mi nombre, por lo que nunca tuve que esconderme de la gente temiendo que me mataran.

Piratas del Caribe: La Maldición del Perla NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora