I. Al despertar...

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"There's a new strange 

Godless demon awake inside me

There's a force divine 

Terrorizing the angels I keep

While we dream..."

Deftones  - Prayers/triangles



Despertó a mitad de la noche, bañado en sudor y respirando muy agitado. El fuerte sonido de un golpe seco, proveniente de la planta baja, interrumpió la terrible pesadilla que estaba teniendo...

Sintió unas punzadas horribles en el pecho; su corazón latía demasiado rápido, como a punto de estallar, y creyó percibir la angustiosa sensación de que se estaba asfixiando. Pero todo había sido un sueño. Un horrible sueño. Solo eso y nada más...

Estaba muy ebrio y mareado, más que de costumbre. La cabeza le daba vueltas. No pudo ver nada al abrir los ojos: solo contemplaba la oscuridad del cuarto. No distinguía nada más allá de las difusas siluetas de los muebles y objetos de su habitación que se perdían entre las negras sombras de su recámara; ni siquiera alcanzaba a ver la puerta del pequeño baño personal o la salida que daba al pasillo. Se llevó las manos al pecho y al cuello, palpando su piel desnuda, como queriéndose asegurar de que su cuerpo estaba intacto. Trató de respirar hondo mientras el dolor y la sensación de ahogo de disipaban. La casi imperceptible luz que entraba por el amplio marco de su ventana no ayudaba en nada. La vista era en su totalidad... incierta. Estaba aterrado.

Pasados algunos breves y tensos minutos se sentó por un momento en la cama, todavía con gotas de sudor frío perlando su rostro, pecho y espalda; solía dormir en ropa interior, pero esta vez el sueño lo había vencido mientras se desvestía y entonces se quedó dormido con un pantalón puesto. No recordaba por qué. No traía camisa ni calcetines puestos. Sintió algunas partes de su pantalón un poco húmedas y se preguntó si se habría orinado del miedo por aquella terrible y agitada alucinación onírica de la que despertó casi gritando, con una angustia profunda...

Sus manos se sacudían ligeramente por el pánico pero poco a poco su respiración y su corazón se tranquilizaron hasta normalizarse. La espantosa pesadilla había terminado. Ahora estaba a salvo.

Se concentró en ese estrepitoso ruido que le despertó; no sabía qué había sido aquello pero, por la fuerza del golpe que escuchó, supuso que debió tratarse de un objeto pesado que se golpeó contra el lujoso piso de madera de la sala o quizá en la cocina. Comenzó a formular una serie de escuetas y vagas teorías en su mente, siempre tan activa, pero todavía entorpecida y adormilada por el efecto del alcohol que aún no le dejaba pensar con claridad.

Preocupado, y lleno de curiosidad, decidió investigar con mucha cautela: creyó que todos en casa debían seguir dormidos, aunque quizás el ruido también pudo haber despertado a alguien más de su familia. Resolvió salir de la cama e ir echar un vistazo, sólo para cerciorarse que no hubiese sido nada grave, como alguno de los muebles antiguos y valiosos de sus padres que, debido a su propio peso, se venciera sobre sí mismo, cayéndose, estropeándose, o peor; algún objeto que hubiese arruinando el piso de la ostentosa casa de campo.

Tomó su teléfono, uno de los modelos más recientes en el mercado, y pensó utilizarlo como lámpara para alumbrarse durante el camino pero el celular estaba muerto. Hizo una mueca en la oscuridad y finalmente dejó el aparato al lado de la almohada. Se quitó las cobijas de encima, sacó las piernas de la cama y buscó el suelo con los pies desnudos que no tardaron en sentir la superficie fría. Palpó la duela intentando encontrar sus zapatos pero no logró hallarlos. Se resolvió a andar descalzo. Se puso de pie y caminó hacia la puerta que daba al pasillo exterior.

Se detuvo a mitad del trayecto y se dirigió rumbo a un escritorio en su habitación para buscar sus lentes, más no tardó en chocar con este: maldijo entre dientes, murmurando por el dolor que le punzaba en los dedos de su pie izquierdo, recorriéndole toda la extremidad.

Del otro lado del mueble un objeto metálico cayó al piso y rebotó, perdiéndose bajo la cama o bajo el buró junto a la cabecera. Él se sobó el pie sin darle importancia a aquella cosa que yacía ahora en algún lugar del suelo. Extendió la mano sobre la superficie del escritorio, pasándola de un lado a otro pero no pudo encontrar sus anteojos y se resignó a andar a ciegas para salir del cuarto y explorar por la gran casa.




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A través del cuarto oscuro  © (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora