Capitulo 4

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Capítulo 4

«No. En realidad no.»

ꟷSi hijo. Lo soy.

Rosalía asintió con recelo. Acariciando la sien del mas chiquito, a ver si la inflamación menguaba. Pues no fue capaz de notar el momento en que su hijo caía, mucho menos cuando azotaba contra una piedrecita de rio, tan lisa y filosa que le saco chorros de sangre que le escurrieron hasta la nuca. Pero no se alteró, pues siendo un día lleno de ocupación. Su principal misión no requería aquel espanto, que le hizo hasta gritar de auxilio por si la herida era una más grande de lo que creyó.

ꟷY deberías tener más cuidado. El piso aun no es nada seguro.

Con calma siguió acicalando su ahora fresca cabellera rojiza, la que aun sin mucha importancia. Mantenía muy oculto los rastros de color carmesí rojo del coagulo ya sanado de los rasguños posteriores, donde Roberto ni sabía que sufrió un pequeño pormenor.

ꟷMuchos accidentes te seguirán pasando si mantienes esa maldita inquietud.

El aun niño de ocho años se erizo ante lo cortante que sonaba Rosalía, quedándose rígido entre sus ásperas caricias. Para aceptar el regaño que, quizás muy merecido tenía.

ꟷPerdón Rosalía. ꟷ Evitando tartamudear, el pelirrojo achico los ojitos temeroso de alguna nalgada en aquella pose tan baja.

Con cabeza puesta en su regazo, y una media formación fetal, se dejaba jalar su cabellito precioso. Que muchos le envidiaban al ser tan natural, que dudaban de su procedencia y permanenc9a en zonas tan pocas abastecidas.

ꟷNo, lo digas así.

Deteniendo la mano en media acicalación. Rosalía apretó los dientes enrabietada por la mala utilización de su nombre. Pues, el muy mal habito se le había transferido al chico debido a la influencia de sus parientes. Mas en específico de su hermana, quien encaprichada le decía al niño que repitiera el nombre de su madre como si no le tuviera respeto. Y era claro que se le quedo; desde muy niño le había persistido en que no estaba mal aquel término. Y que la palabra mama no tenía un significado relevante.

Siendo esta quien ya tardía, trato de remediar esto a base de amenazas y golpes presurosos que terminaban en sangre y moretones llenos de un ira incontrolable.

ꟷNo me digas así hijo.

ꟷSoy tu madre. ꟷ Apremiante, recalco cada palabra con ahínco y precisión.

ꟷPero...

Roberto queriendo reponer, se arrepintió en último momento al ver un brillo sulfuroso de rabia a través de los ojos cafés de su madre Rosalía. Quien le dedicaba miradas llenas de odio, que a perspectiva de otros podría parecer que ni quería tan solo un poco al menor.

ꟷYo te amo mamá. ꟷ Termino aquella frase con primer intención dudosa, para acabarla con un mínimo intento de querer convencerse a sí mismo de que era verdad y no una forma de apaciguar la diligencia de su cuidadora.

Rosalía, sin embargo. Saco una lagrimilla contenida de felicidad, sintiendo dicha en la proclamación de afecto de su primogénito, a quien muchos años le había costado amansar bajo insultos. Y le recostó insulsamente, manteniendo la mano pesada en su acto de opresión para enseñarlo a respetar.

ꟷBien. Así debe ser niñito.

Por fin contesto con tono sécate, sonriendo de lado a lado contenta de escuchar cada palabra.

ꟷY así será por siempre.

Terminando de desdibujar cada facción alegre, autoproclamo una frase resonante. Que le llego al chico con estridente soñación.

El décimo  día. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora