Baek Hye Jin, era una mujer hermosa, no medianamente hermosa o, "si la vez de lejos es algo hermosa", ella era hermosa incluso cuando se levantaba en las mañanas y eso es decir bastante.
Alta, esbelta y todo eso cliché que se describiría de alguien guapo, pero todo lo que Baek Hye Jin tenía de hermosa, lo tenía de déspota, amargada, peleona y perfeccionista, si algo no le gustaba debía hacerse de nuevo y si le caías mal lo harías tres veces.
El noventa por ciento de las personas que trabajan con ella la odiaban, la mayoría la envidiaba y también la odiaba, pero el odio en mayor proporción. No había una sola asistente que le durase, ni una relación que le interesase.
Entre las pocas cosas que Baek Hye Jin realmente amaba estaba, el dinero, su trabajo y en primero lugar, antes que todo, su familia porque podía ser déspota, amargada, peleona y perfeccionista, pero amaba tanto a su familia que estos pequeños detalles bien se podrían pasar por alto.
Esa mañana de lunes en Seul, iba regia, entaconada, con un traje de mil dólares, unos lentes de sol Gucci y un par de cafés de la cafetería barata de la esquina a visitar a una de las 3 personas en el mundo que le daban dolores de cabeza.
-Buenos días señor Kang – saludo al portero del edificio departamental exclusivo, que rápidamente corrió a presionar el botón del asesor regalándole una radiante sonrisa.
-Buenos días señorita Baek- dijo el hombre haciendo una pequeña reverencia- que bien que nos regale su presencia hoy-
-¿ninguno de las bestias ha venido?- pregunto ella quitándose los enormes lentes de sol.
-no señorita.
-¿Y ella se ha dignado a salir del departamento?.
El señor Kang que bien podría estar a punto de pasar sus 60 años, se acercó a Hye Jin, con aire de misterio pícaro, como si le fuese a contar un secreto de estado.
-No señorita hace más de tres días que no le he visto, ni siquiera para salir a comprar víveres- Hye Jin soltó una maldición que el señor Kang prefirió ignorar y saco su teléfono celular del bolso Gucci edición limitada que traía ese día, marco, espero y contesto casi gritando.-Tu, pedazo de idiota- entonces la puerta del ascensor se abrió y la hermosa, misteriosa perfeccionista y mal hablada señorita Hye Jin desapareció del lobby, hecha una furia.
El señor Kang se limpió el sudor y lo último que susurro antes de dejar de ser importante para el desarrollo de esta historia, fue una expresión entre aliviado y agotado "esta gente rica"
Cuando Hye Jin se bajó en el último piso del complejo aun maldecía por teléfono, decía alguna que otra palabra sucia y la señora que se había ido con ella en el ascenso desde el segundo piso y se había bajado un piso antes que ella, no dejaba de mírala con indignación
-Disculpe, no sabía que también estaba hablando con usted- le dijo Hye Jin cuando finalmente la señora estaba por salir del ascensor, ella solo volteo verla con la boca abierta y antes de que las puertas se cerrara Hye Jin le regalo una sonrisa para nada amigable.
-Ya, Baek Sung Hyun, eres un irresponsable bastardo, más te vale que vengas a solucionar el problema que causaste, porque ya me dijo el portero que no has venido ni una sola vez y estoy a punto de despedirte... si...si, no, no me interesa- decía mientras taconeaba con ansiedad y sostenía el celular con el hombro.
- En los negocios no hay hermanos, o solucionas esto o no tendrás descendencia...aja, bueno mándale saludos a papa y dile a Doon San que si no está afuera de la academia a las 6:30 en punto lo voy a dejar y se tendrá que ir caminado... si esta bien.... te veo en la cena.- finalmente Hye Jin colgó el teléfono y bajo del ascensor. Cuando llego frente al apartamento al que se dirigía, no llamo a la puerta, ella sabía ya que esto sería inútil. Apretó el código de entrada y la puerta se abrió.
ESTÁS LEYENDO
Cuando Ya No Me Quieras.
RomanceLa escritora de guiones, Agatha Alexandra Rosales, no solo tiene nombre de actriz de tele novela, si no que lleva a cuestas una maldición, heredada de su tatara abuela, "cualquier hombre podrá (quiera o no) enamorarse perdidamente de ella, pero el...