Capítulo 8

94 11 0
                                    

- Solo seremos desconocidos con recuerdos en común, ya está.

- ¿Enserio Yoora?

- Sí.

Me dolieron esas palabras como si me fueran arrancado el corazón. Aunque lo conozca de hace unos días, Yeon me a ayudado y me a echo reír mucho. Para olvidar todo lo que pasé el día: seis, siete y ocho de junio es mejor hacer como que no nos conocemos.

- Bien, si es lo que quieres, bien. No te... voy a obligar a nada.- Aunque no tenía muchas ganas de sonreír, lo hizo, me miró a la cara y me sonrió con una sonrisa triste. No le devolví la sonrisa, soy una puta desagradecida.

- Oye Yeon, perdón.

- ¿Perdón? ¿por qué?

- Mientras dormías, tenía frío y me agarre a ti, pero solo eso.

- Tranquila, no importa. Cuando llegues a tu casa ¿qué les dirás a tus padres?

- No lo sé, creo que entraré como si nada, no creo que se preocupen por mí. ¿Y tú?

- Intentaré tu técnica.

- ¡No te copies!

Aunque quería estar más rato sentada en el seco y muerto césped hablando de cómo serán nuestras futuras vidas no pude, ya iba a pasar un tren seguro. Fuimos a la estación de trenes y mirar por el cartel o como se llame que tenían los destinos de cada viaje y encontremos Seúl. En treinta minutos estaría por aquí el tren, solo toca esperar.

- Ahí llega el tren, coge tu mochila tamaño gigante.

- ¡Oye! yo solo quería traer mi tienda de campaña.

Subimos al tren y nos sentemos en dos incómodos asientos que habían en la parte izquierda del vagón.

Suspiro-Estoy nervioso.

- Yo también, no sé lo que voy a hacer, encima no e dormido bien.

- Yo tampoco.

- Voy a dormirme.

En menos de cinco minutos estaba en el quinto sueño, en el hombro del pelinegro, con la boca medio abierta y escuchando la ridícula melodía que había dentro del tren.

- Yoora, Yoora, despiértate, ya hemos llegado a Seúl.

Habíamos llegado a Seúl y no me lo podía creer, quería quedarme en su hombro hasta que me muera, no tuve remedio, así que me tuve que despertar.

- No quiero despertarme aún, me quedo aquí, huele a gasolina.- Dije mientras me frotaba los ojos.

- ¡Vamos!

- Voy, voy.

Pisé el suelo gris y frío de Seúl y me dio un jamais vu, y no sé por qué.

- ¿Cómo estas?

- ¿Y tú?

- Yo e preguntado primero.- Dijo con los brazos cruzados.

- Nerviosa, estoy nerviosa.

- Yo igual, creo que esta tiene que ser nuestra despedida para siempre.

Suspiré- Sí, para siempre.

Nos dimos un abrazo-algo largo- y nos fuimos sin decir nada más.

- ¡Hey Yoora!-dijo mientras me gritaba desde lo lejos- que sepas que no lo siento el haberte agarrado de la cintura. Adiós, hasta que el destino vuelva a juntarnos, te quiero!

¿Qué cojones? ¿por qué estoy llorando como una estúpida? ni siquiera lo conozco de casi nada, eres estúpida Yoora. Pff, tampoco vamos a volver a vernos, Seúl es gigante.

Bien, tengo las llaves en la mano... ¿qué hago? entro, me quito los zapatos, cojo una bolsa de patatas fritas y me siento en el sofá, sí, eso aré. Abrí la puerta, me quité los zapatos, pero no pude continuar, no sé cómo no se me cayó la cara de vergüenza. Estaban mis padres como estatuas, con el moco tendido y mi madre con el rímel que parecía un panda en frente de la puerta, esperando a su hija que había desaparecido.

- Ho-hola...-Solo se me ocurrió decir eso, mientras agachaba la mirada a mis pies, con todo el arrepentimiento del mundo.

- ¿Hola? ¿¡hola!? ¿eso es lo único que tienes que decir al respecto? ¡Yo y tu padre hemos estado a punto de llamar a la policía! ¿estás loca? ¿es eso? ¿estás loca? ahh, ahora lo entiendo todo, es que estás loca. ¡Lo que pasa es que eres gilipollas! ¿Qué hemos hecho mal? te lo hemos dado todo.

- Todo menos cariño, eso es lo que necesitaba Gyeong...-sí, llamaba a mi madre por su nombre, le quedaba grande el término "mamá"- cariño y nada más, ¿acaso es mucho pedir vuestra atención? mira lo que e hecho para que te des cuenta de que existo, de que no soy la oveja negra de la familia, ni la "rarita", ni tampoco la "antisocial" Gyeong. No te estoy pidiendo un móvil de última tecnología, un paseo a caballo por la casa de la reina de Inglaterra, ni un capricho tonto, solo cariño. ¿Y tú?-dije mientras señalaba a mi padre-¿es que crees que soy adoptada? ¿o de la hija del vecino? soy tu hija y también necesito tu atención. Que sepas que te devolveré tu sucio dinero, pero pienso trataros como me habéis tratado a mí, tendréis que saber como se siente el...

- A tu cuarto.- Dijo mi padre demasiado enfadado.

- Pero...

- ¡Que te vayas al puto cuarto!

- ¡Me gustaría morir para saber cómo es estar en paz!

Creo que fue mejor quedarme con Yeon en una tienda de campaña mientras me contaba por qué murió su pollito de colores por quinta vez, sentarme en la arena de Busan y llenarme el culo de ella. Me gustaría abrazar a Yeon ahora, no entiendo nada, mi cabeza es un cacao mental en estos momentos.

𝔽𝕌𝔾𝔸𝔻𝕆𝕊{Kwak Dong YeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora