Capítulo IV: Cortando lazos

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En alguna base militar de una potencia mundial:

Soldado: Señor, me temo que el virus se ha propagado en casi todos los países de Sudamérica y parte de Centroamérica.

General: ¿Tan rápido se expandió ese virus?

Soldado: Me temo que así es señor, no podemos darnos el lujo de permitir que lleguen hasta la frontera de Estados Unidos, ya tenemos suficiente con la cantidad de infectados en nuestro territorio como para dejar que lleguen más. Acataremos sus órdenes lo más rápido posible.

General: Deberíamos bombardear gran parte de Sudamérica pero, luego de que China y Alemania se enteraron de que el virus se desarrolló aquí, en una base clandestina nos declaró la guerra. No podemos utilizar las bombas de Hidrogeno, esas las guardaremos para las otras potencias invasoras. Lancen bombas atómicas a las capitales de cada país infectado hasta un 40%.

Soldado: Pero señor, eso sería muy peligroso, acaso no piensa en el impacto ambiental que generará lanzar tantas bombas atómicas.

General: Entonces solo a los 4 países con la mayor cantidad de infectados, a los demás envíen nuestros misiles más poderosos, podremos recuperar las tierras una vez que hayamos liquidado a todos los infectados.

Soldado: A la orden señor, los países con la mayor cantidad de infectados son: México, Perú, Chile y Argentina.

General: Bien, entonces que no quede nada en sus principales ciudades

D

e regreso a la historia de José:

En el mapa había una nota pegada, ¿Quién demonios escribió esto? La letra es horrible, tomaré la nota y cuando vuelva preguntaré qué diablos dice.

Avanzaré en dirección al primer punto, como no queda tan lejos iré con calma para no gastar demasiada energía. Me pregunto cómo le estará yendo a Natalia, ¿Estará bien? Bueno, es mi hermana, si yo he sobrevivido a todo esto entonces ella también debería estar a salvo.

Antes de voltear en una esquina me percato de la presencia de dos sujetos, al parecer están discutiendo y de repente uno le vacía el cargado de su pistola al otro.

Raudo me escondo mientras busco un ángulo que me permita observar la situación sin ser descubierto.

De la nada un gato empieza a maullar a mi costado provocándome un susto tremendo.

Solo eres un gato negro, espero no me traigas mala suerte, ¡Lárgate de aquí!

- ¿En serio crees en supersticiones tan tontas? Se nota que eres un humano estúpido.

Antes de gritar, el gato me tapó la boca con sus patas mientras me decía que no haga ruido.

- Escucha, no debes dejar que ese sujeto te encuentre, siento hostilidad viniendo de él. No confundas las cosas estúpido humano, si tú mueres, yo moriré contigo, pero no es porque quiera. De hecho, algo extraño pasó, aún no sé cómo explicarlo, pero acabé en tu cuerpo cuando estabas a punto de morir tras tu pelea con esa cosa a la que llamaste zombie. Mi nombre es Jackal y deberías mostrarme agradecimiento por haberte salvado la vida.

Por cierto, tenemos que ver una manera de escapar de aquí.

José: ¿No podrías despistarlo de alguna manera?

Jackal: No, ya que mi vínculo contigo no es tan fuerte aún, si me alejo demasiado de ti moriré inevitablemente. Aunque esta no es mi verdadera forma, simplemente tomé prestado el cuerpo de este animal. Puedo regresar a tu interior cuando quiera pero no sé si el cuerpo del gato resista en caso deba regresar a él, y encontrar otro que se adapte conmigo sería muy difícil.
Ya no siento al sujeto, supongo que puedes salir tranquilamente.

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