capítulo cuatro

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Joseph al observar a Ben con los ojos, labios y mejillas hinchadas y rojas; sintió en lo más profundo de sus entrañas; impotencia, se sentía un tanto inútil. El pelirrojo tomó asiento en el suelo quedando a la par del rostro ajeno, viendo cada pequeño detalle del rubio, desde sus pecas hasta cada cabello dorado que descansaba en su frente. 

El rubio no estaba dormido pero tampoco despierto, estaba en ese intermedio en el cual no respondía a nada pero sus emociones sí tomaban control de él, cada respiro que tomaba era una lucha para él inconscientemente, llevaba uno de los dolores más inexplicables que jamás había sentido. Quería explicarle todo a Joe pero le era imposible hablar, incluso hasta pensar. En el momento Joe se preguntaba que podría hacer, cómo podría ayudar a Ben a salir de esto, tampoco era que fuesen lo mejores amigos en la historia, apenas se conocían unos días, pero Joseph tenía que ser sincero y admitir que se sentía como si fuesen amigos desde hace mil años, sentía que el rubio conocía cada uno de sus miedos y pensamientos. Tenían esa química indiscutible, eso era lo que pasaba.

El pelirrojo se insistía a sí mismo que se quedaría sentado en el suelo todo el tiempo necesario para vigilar a Ben, para asegurarse de que por fin pudiese dormir. El cansancio estaba abofeteandolo a más no poder, pero se concentraba tanto en los labios de Ben y lo rojos que estaban; que lograba mantenerse despierto, pensando en lo mucho que le animaba ver los labios ajenos, tan carnosos y llenos de un color rojizo, quizás con la textura más suave que pueda imaginar. Quién diría que se sentía atraído hacia el contrario, era tan fácil sentirlo, pero le costaba aceptarlo; Ben en retrospectiva era un sueño para Joseph, un rubio de altura normal con los ojos más hermosos que podría haber visto jamás, mejillas tan rosadas y algo esponjosas, una nariz muy redonda pero linda al mismo tiempo. Lo que más le encantaba era sin duda sus pecas, que debilidad. Ahora debía aceptar que se sentía culpable y triste, de no poder apreciar como debería; los detalles de Ben, el pobre estaba pasandola mal. Y se sentía miserable al no poder hacer algo, al no poder ayudarlo.

¿Acaso era culpable de que él estuviese así? Se preguntaba el menor, ¿qué podría haber hecho para poner en tal situación al rubio. En lo profundo Joseph sentía culpa por todo el problema, algo en él le impulsaba a sentir un pequeño temor por lo que ocurría, por si él era el causante, por si nunca saldría de esto, ¿cuánto duraría aquello? Joe era fiel creyente de las vibras y en ese lugar sentía melancolía dolor y arrepentimiento a más no poder, era una odisea. 

Ben estaba sufriendo pero se sentía a salvo con saber que había alguien ahí para él, al menos podría dormir seguro, podía despertar sabiendo que alguien estaría con él todo el día siguiente para preguntarle cómo se sentía, qué sentía, que querría hacer para distraerse y poder superar lo de esa noche.

Una nube de cansancio rebosaba en el ser de Joseph; el pelirrojo, realmente quería descansar, quería cerrar los ojos y hacer todo esto desaparecer; al menos el dolor que Ben sentía aquel instante. Que iluso era el menor, al pensar que las cosas serían así de fácil, a veces se maldecía, ¿cómo podría pasarle por la mente ese tipo de cosas? Ojalá todo fuera de esa manera, ojalá todo marchara de esa manera; los problemas desapareciendo al cerrar los ojos en un segundo, incluso, en menos de un segundo, que fácil sería todo. Se sentía impotente al no poder hacer algo al respecto, mala suya, poder esperar algo más grande del destino, al final, el destino es un idiota, nunca cumple con nuestras grandes expectativas, mala suya. 

El reloj que descansaba  en la pared de la sala de estar marcaba las dos y media de la madrugada, la ciudad aún tenía energías para seguir despierta, pero no Joseph, el pobre se dejó vencer, su cabeza descansaba en los brazos cruzados que tenían de base a sus rodillas flexionadas. Que desafortunados eran ambos al no poder apreciarse durmiendo, con sus ojos cerrados y los labios entre abiertos, con una extremada paz, inundando toda la sala de estar.

Joseph y Ben descansaban de todo el desastre que habían experimentado, un caos lleno de melancolía y dolor. 










Holaaaa, lamento haber tardado tanto para este capítulo, he estado en semana de exámenes finales, pero ya estoy en vacaciones, así que lo más probable es que actualice los últimos capítulos de este experimento social, espero que hayan disfrutado este capítulo a medias, gracias por el apoyoooo. ;) <3

¡Nos  leemos en la próxima!

Hasta que tú me lo pidas. | HardzzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora