CAPÍTULO 3

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Ambos jóvenes habían caminado más de veinte minutos, y el cansancio los había hecho tomar asiento en una banca del parque cerca a la casa de Sasuke.

—Así que... Un mes.

A pesar de todo lo que le había contado, antes y después de aquel abrazo, Naruto insistía con pedirle alojamiento temporal.

—Como te dije, es un cálculo máximo. Además —sonrió de lado—, intentaré no intimidarte con mi presencia.

Sasuke soltó una carcajada al cielo.

—Ni en tus sueños, idiota —respondió el azabache golpeando su hombro.

Ambos sonrieron y poniéndose de pie se despidieron con una inclinación de cabeza y una mirada fugaz.

Esa noche había salido mejor de lo esperado. Sasuke mantenía su amistad con Naruto y éste lograría acercarse más que un amigo.

Su "enfermedad" era lo que menos le preocupaba. De todas formas, eso ya estaba siendo tratado y el pelinegro le confirmó que había iniciado terapia para controlarlo mejor. "Esa ha sido mi carta ganadora", pensó el rubio sonriendo.

Luego tomó su celular y se dispuso a enviar un mensaje a la persona que lo había llamado más temprano. Pero éste empezó a timbrar antes de empezar.

—¡Hola! —respondió Naruto animado.

—"¿Qué tal la cita? —preguntó una voz masculina en el celular."

—Bastante bien.

—"¿Nada más? ¡¡Pfff!! ¿Para eso me esfuerzo tanto? —reclamó la persona con fingida ofensa"

—¡No digas eso! Tu deber es ayudarlo, y no por mí —respondió molesto.

—"Lo sé, lo sé. No te molestes conmigo. Pero ¿intentaste decirle tus sentimientos?"

—¡¡Ni loco!! Con el solo hecho de que me haya abrazado me siento más que conforme.

—"¿Te abrazó? Mmmm... Es un GRAN avance, créelo. ¿Y te contó sobre su condición?"

—Si, todo. Desde el inicio hasta lo de la terapia.

La voz al teléfono silbó con fuerza y río suavemente.

—"Bueno, Naruto, eres increíble —acotó—. Realmente sabes doblegar a las personas, ¿eh?"

—Tu... ¿Crees que al final...?

—"Tranquilo, mientras te tenga a su lado sé que saldrá bien."

Naruto sonrió ligeramente, algo sonrojado por el comentario.

—"Bueno, te dejo descansar. ¡Sueña con los angelitos azabaches!"

Antes de poder replicar, el sonido del corte de llamada le indicó que sería inútil.

El fin de semana fue realmente atareado para ambos. Sasuke había decidido hacer más cómoda la estancia del rubio, acomodando los objetos de tal forma que también pudiera tener un pequeño espacio para él, aparte del dormitorio.

Mientras, Naruto había trasladado sus cosas en un taxi. En realidad, no traía muchas cosas de Finlandia ya que lo poco que compró en ese tiempo lo había vendido para llegar a Japón con dinero. Y pues no contaba con un hogar desde que su madre, Kushina, dejó todo para viajar con él, falleciendo a los dos años.

Con ropa, libros y una gran sonrisa, fue cómo se apareció en la casa de Sasuke el domingo por la mañana.

—Pues... Bienvenido, a este humilde hogar —ironizó Sasuke dándole pase con pomposa inclinación.

Naruto levantó la ceja y entró golpeándolo con uno de los dos pesados maletines que cargaba.

—¡Ouch! —exclamó sobándose el hombro.

—Perdón

El rubio sonrió con malicia, dejando el maletín en el mismo sillón donde se sentara la primera vez.

—Ojalá encuentre algo tan "humilde" como esto, a la altura de mi presupuesto.

—Lo dudo —declaró el pelinegro—. Pero tranquilo, tampoco es imposible.

Sasuke señaló el pasillo para que lo siguiera y caminando levantó los hombros.

—Solo tuve suerte—continuó caminando por el pasillo—. Madara falleció mientras estudiaba el último ciclo. No tenía descendientes y pues, nunca me quiso realmente, solo cumplía con cuidar del linaje Uchiha, ya sabes. Su deber —concluyó abriendo la primera puerta del pasillo transversal, que el rubio ya conocía.

—Entiendo —confesó Naruto entrando y soltando las maletas en la cama—. Mamá también falleció, mientras estuvimos en Finlandia.

—E-en serio? ¿Por qué no me dijiste? —preguntó indignado.

—¡Eh! Tranquilo. En primer lugar, porque fue hace mucho tiempo; mamá había viajado conmigo pero ya tenía un cáncer avanzado que no me dijo si no hasta que estuvo en la etapa final.

Naruto se sentó sacando el cuadro de una de las maletas, que enmarcaba una foto de Kushina pelirroja y sonriente, y la miró unos segundos, antes de sonreír y volver a guardarla.

—Y, en segundo lugar, porque no tenía tu número.

—Pero si yo...

—Sí, lo sé —cortó sacando un celular de su chaqueta azul marino—. Cuando llegué al aeropuerto de Finlandia estaba seguro de haberlo guardado en mi pantalón, pero al llegar a la pensión que nos acogería no lo encontré por ningún lado.

Sasuke suspiró tomando asiento frente a él en una silla cercana.

—Bien, culpa mía. Nunca tuve el tino de darte el número de teléfono de la casa —meneó con sonrisa resignada—. Aunque a mi favor, nunca creí que perderías tu teléfono el primer día lejos de m... De aquí —corrigió de inmediato.

Naruto aún sumido en sus recuerdos, no notó el ligero nerviosismo en su voz y solo le sonrió.

—Bueno, esta será tu habitación —continuó el azabache— y te hice un espacio en la sala de estudio, que está de la entrada a la derecha. Te la mostraré luego del almuerzo. Por ahora, te dejo descansar, toma una ducha y te aviso cuando el almuerzo esté listo.

Poniéndose de pie acomodó la silla, en el lugar que había estado previamente, y se dirigió a la salida de la habitación.

—Sasuke, gracias por todo.

Sasuke lo miró gentilmente y le lanzó una toalla, que cayó en su cabeza.

—¡Báñate! Apestas.

Y salió de la habitación, con dirección a la cocina.

TRASTORNOS DEL AMOR *Yaoi Hard*  *SasuNaru*Where stories live. Discover now