Siempre mirándome

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A él le gusta verme, me lo dice cada vez que estamos juntos, le gusta sentarse en el sillón con su copa de champaña mientras yo me desnudo delante hasta quedar sólo en tacones, me pide con una seña que me acerque y luego de una sonrisa lo hago.

Me siento a horcajadas sobre él y desato el nudo de su corbata mientras él sigue observándome y sigue bebiendo champaña, cuando termino de desatar el nudo lanzo la prenda lejos de nosotros. Deja la copa en el suelo y coloca ambas manos en mi cuello, me inspecciona el rostro como siempre pasando sus dedos desde mi cuello hasta mis labios, todo sin dejar de mirarme. Acerca sus labios carnosos a mi oido izquierdo "te tendré de todas las maneras posibles" dice tan bajo que debo mirarlo para asegurarme que lo dijo.

Bajo mi piel desnuda siento su erección gigante, sé que quiere explotar, sé que quiere tomarme de una vez por todas, pero como dije antes, también quiere mirarme. Se levanta del sillón con mis piernas al rededor de su cuerpo delgado y mis tacones le tocan levemente la espalda. Da media vuelta en la habitación y me lanza en la cama. Siento lo suave de la tela en mi espalda haciéndome vibrar del escalofrío.

Se queda de pie frente de mí y se empieza a desabotonar su camisa fina con sumo cuidado, cuando acaba su tarea se deshace de ella haciendo que sus pequeños músculos se contraigan.
Él es delgado y alto, pero creo que ése es su fuerte, creo que es lo que lo hace lucir tan guapo y elegante.
Se sube sobre mí y por primera vez en toda la noche me besa, sus labios tocan los míos y empiezan una danza sensual, inquietante y apasionada. Me gusta la manera en la que me besa y lo que dice cuando termina, siempre es algo distinto, pero siempre me gusta.
"Mi cuerpo quema en cuanto estoy contigo" es lo que dice esta vez. Es tan raro y fascinante que me calienta.

Desciende lentamente desde mi boca hasta mi vagina. Se remoja sus labios y mirándome, siempre mirándome, me besa justo allí y mientras mis manos aprietan fuertemente estas sabanas suaves que me recibieron hace un momento, veo la hora que marca el reloj de la pared. 1:45 de la madrugada, justo la hora en la que la puerta de la habitación del hotel es abierta y cerrada.

Mis ojos se cierran y él no para de mover su lengua en mi vagina, cada vez aprieto más fuerte las sabanas y creo que estoy a punto de llegar a mi orgasmo. Siento ese fuego en la parte baja de mi vientre y la necesidad inmensa de cerrar mis piernas para que esta sensación tan agradable no termine, pero es inevitable, en un segundo más llego a mi orgasmo.
Intento recobrar el aliento y por fin logro abrir mis ojos, notando que alguien más está en la habitación, él está bebiendo de la copa de champaña que descansaba en el suelo mientras sus penetrantes ojos no dejan de verme.

En cambio, el primero se levanta de entre mis piernas y se queda de pie justo al lado de su hermano gemelo. Le sonrío a los dos hasta que me piden que me toque, así lo hago y mientras lo hago observo el cheque que descansa en la mesa de noche que está del otro lado de la habitación. La única cosa que esta noche me dará el verdadero placer que necesito.

Promiscua (Novela corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora