3. La curiosidad mató al gato, o a Victoria.

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Justo como lo dijo, en la mañana, muy temprano, me llega un paquete a la puerta de mi casa. Mi madre es quien lo recibe y lo coloca sobre la mesa.

—Aquí dice que proviene de Carolina Jacobs. “Con cariño y admiración para Victoria” —se lee en la tarjeta. Mi madre me la tiende, pero lo que en realidad quiero abrir es la enorme caja.

La tomo y comienzo a abrir el laso que la cubre, cuando ya lo he soltado. Ambas abrimos la caja encontrándonos con una tela preciosa.

—Parece un vestido —comenta mi madre.

—Es un vestido, mamá.

Lo saco completamente de su lugar abriéndolo en el aire para poder verlo mejor. Pero mi madre me lo arrebata rápidamente.

—No lo veremos así, subirás y te lo colocarás. Quiero verlo puesto.

Hago lo que me pide y rápidamente subo hasta mi habitación. Me lo coloco y lo admiro frente a mi espejo de cuerpo completo. Es realmente hermoso, muy hermoso; es de color rojo y tiene un prominente escote en V, se ajusta a mi cuerpo como una segunda piel, marcando mis curvas hasta llegar a la parta baja de mis pies, donde se extiende, dando una ilusión de cola de sirena. La tela es de seda y el vestido grita “costoso” a los cuatro vientos. La verdad agradezco el regalo, mis vestidos no se comparan con esto.

La puerta de mi habitación es tocada, así que luego de pronunciar el adelante, mi madre se asoma por la puerta.

—¡Po Dios! Te ves realmente hermosa, Vic. Eres realmente hermosa, pequeña —me acerco hasta ella y le doy un abrazo.

—No puedo creer que soy una modelo de esa agencia. ¡Es la agencia! ¡La indicada, mamá! Con la que siempre soñé.

Mi madre me ve de nuevo y no puede ocultar sus lágrimas. Siempre ha sido muy sentimental. Recuerdo que cuando tenía doce y tuve mi primera menstruación lloró todo el día, sí, lloró todo el día de felicidad.

—Te lo mereces, cariño, te lo mereces en serio —se seca las lágrimas y me da otro abrazo—, aunque… —dice al separarse y sé lo que viene—. A tu padre e incluso a mí, nos puede llegar a parecer un poco… ¿revelador?

—Lo sé, sé que no acostumbro a vestir así, pero ella lo eligió y…

—¡Lo sé, lo sé! —alza las manos en señal de defensa—, solo olvídalo, ve y disfruta tu noche.

—Gracias. Te comenté que Carolina enviará un auto a buscarme.

—Así es. Le has de haber dado una impresión fantástica, Victoria.

—Y es solo el inicio.

Mientras camino hacia la casa de Emma, la cual está a un par de calles de mi vecindario, noto lo afortunada que me siento. Es realmente alentador cuando sientes y ves en ti tu fortaleza, tu deseo, tus ganas de que cada cosa que anhelas se haga realidad, por eso, cuando ves que se están haciendo realidad la dicha se hace presente y comienzas a sentirte en una nube grande e infinita de felicidad e incluso encanto. Tu alrededor comienza a tornarse de colores vivos y sensaciones vibrantes. Toda mi vida he deseado esto, he deseado estar en los mejores comerciales, modelar para las mejores marcas y ¿por qué no? Tal vez algún día fundar mi propia agencia. Ya lo he empezado, y si me lo propongo, podré lograr lo demás.

Cuando Emma abre mi puerta sonríe anchamente como yo. De inmediato me toma de la mano y me guía hasta su habitación.

—Tienes que contarme todo sobre esta noche. Por mensaje no te entendí casi nada.

—Ni siquiera dejaste que saludara a tus padres, además ni siquiera viste los mensajes en el grupo. Debió ser Felix quien te lo dijo —contesto mientras me siento sobre su cama, atrapando entre mis brazos el oso de peluche que le dio Felix en su aniversario.

Promiscua (Novela corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora