1. Es casi como el puto sueño americano.

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Me sudan las manos, aunque haya brisa fresca en la ciudad, el cabello se me mueve frenéticamente y yo intento acomodarlo con mis manos sudadas para que no se vea descuidado o despeinado. Intento caminar lento para no llegar agitada y con un maquillaje corrido. Debí optar por ese taxi que me recomendó mi padre, pero como soy muy testaruda decidí caminar para despejar los nervios y llegar más tranquila o eso es lo que intento hacerme creer. La verdad es que opté por caminar para no llegar tan deprisa y que me digan casi de inmediato que no. No recibir el duro golpe del rechazo tan pronto.

Puedo ver el letrero ondeante a un par de locales de donde estoy. Me detengo por un instante y respiro profundo. Los documentos están limpios y organizados en la carpeta que descansa en mi bolso, pero tengo la necesidad de darles una última ojeada, pero sé que si lo hago tal vez haga un desastre, tal vez los desordene o los pierda con tanto viento así que solo sigo caminando. Llego a la agencia y abro con fuerza la puerta de cristal de la entrada, me recibe un pasillo enorme con mesas decorativas a cada lado del mismo donde descansan orquídeas y un esquisto olor a lavanda.

Con paso firme atravieso el pasillo hasta llegar a la recepción donde una chica elegante y bien vestida me sonríe desde detrás del alto e imponente mesón de mármol.

—Bienvenida a CJ models, ¿en qué puedo ayudarte? —al finalizar me muestra su perfecta dentadura.

—Tengo una cita con Carolina Jacobs. Está agendada para hoy a las tres.

—Me das tu nombre, por favor.

—Victoria Donaldson.

La chica revisa su computadora, anota mi nombre y me confirma que efectivamente sí tengo una cita con Carolina Jacobs; la dueña de la agencia.

—Te diriges por ese pasillo —me lo señala—, y tocas dos veces en la ultima puerta que encuentres.

Hago exactamente lo que me pide y me voy directamente a la ultima puerta del pasillo, toco dos veces y una voz dulce me dice que puedo pasar. Abro la puerta quedando anonadada por lo que mis ojos ven; es una oficina bastante sofisticada, es como si estuviera completamente hecha de cristal, como casi toda la agencia, tiene paredes de mármol y un aroma exquisito, además tiene orquídeas por casi todas partes; tal parece que aquí aman a esas flores.

Un chica delgada, alta y hermosa está detrás del escritorio, al verme se levanta de su asiento y me tiende la mano.

—Bienvenida, Soy Carolina Jacobs y soy la dueña de la agencia

Carolina parece tener algunos veinticinco, es alta, hermosa y tiene un rostro de princesa, parece una modelo, no la dueña de una agencia. La verdad me imaginaba a Carolina como una mujer mayor y bien cuidada, pero tal parece que me equivoqué.

—Hola, soy Victoria, tengo una cita con usted. Hablamos por teléfono —ella se ríe al escucharme y vuelve a tomar asiento.

—Dos cosas, cariño; no me trates de usted, no tengo cuarenta y la segunda, no hablaste conmigo, hablaste con mi asistente. ¿Trajiste las fotos?

—Eh... ¡Sí, claro! eh... —Dios estoy tan nerviosa—, también traje el permiso de mis padres, de mi padre de hecho por si quedo —saco la carpeta de mi bolso y se la tiendo.

—¡Que eficiente! —dice con una sonrisa super ancha mientras toma la carpeta.

Empieza a ver las fotos sin expresión alguna lo cual me pone aún más nerviosa, no puedo ver si les gustan o no ya que no refleja nada.

—Son buenas, muy buenas de hecho. ¿Tienes diecisiete, no?

—Sí, así es.

—Es decir que estás estudiando, supongo.

Promiscua (Novela corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora