💮 N° 15 💮

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Natsu:

— Y, ¿que me cuentas de tí, hermosa? — pregunté llamando la atención de la chica de cabellos negros frente a mí.

— Pues, ¿Que quieres saber? — levantó una ceja con una pequeña sonrisa.

— Bueno, para empezar, ¿Tienes novio? — sonreí de igual modo. Ella soltó una leve carcajada.

— Pues eso tienes que averiguarlo tú. — contestó con una mirada insinuante.

— Uhmm... De acuerdo.

El mesero nos llevó la cena y todo transcurrió de maravilla. Solo que no podía dejar de pensar en la conversación con Lucy y lo mal que me sentía al haber dicho todo eso, pero debía hacer lo que ella dijo y olvidar lo sucedido.

Luego de la cena, decidimos ir a un club bastante popular en la ciudad. Solía ir allí con Gray hace un par de años, cuando venía de visita. El lugar era acogedor y bastante bueno, se llamaba Crime sorciere.

Al llegar, fuimos directo a la barra para pedir unos tragos.

— ¿Que quieres tomar, presiosa? — pregunté por encima de la música volteando hacia ella.

— Pues... Toca whisky, ¿no? — contestó cruzando sus brazos alrededor de mi cuello, entonces sus labios hicieron contacto con los míos lentamente.

Esta chica era genial, era divertida, atrevida, tan a mi estilo. Nada parecía preocuparle, parecía entender todo desde un principio y le valiera lo que pase después. Sus ojos denotaban confianza y te hacían saber que no buscaba ningún compromiso, solo pasarla bien.

Todo en ella era tan distinto a Lucy.

«Lucy... »

Me odiaba por no disfrutar los besos de Minerva solo porque no era capaz de sacarla de mi mente. Empezaba a sentir miedo, de no poder estar con otra mujer solo porque ninguna era como ella, aunque no fuera mía.

« No Natsu. Ese no eres tú, olvídala de una buena vez, ella te echó de su vida. »

— ¿Pasa algo?

Decidí dejar de pensar y me lancé contra sus labios y eso fue respuesta suficiente para ella.

En el transcurso de la noche intenté poner una línea entre lo que sentía y lo que deseaba, en palabras más claras, entre Lucy y Minerva, y la verdad es que ya no me estaba llendo tan mal.

Horas más tarde, habíamos tomado mucho. Me tomé un último shot y luego baje la vista al reloj en mi muñeca izquierda.

— Minerva. — llamé. Mientras que ella continuaba bailando junto a mí. — Son casi las 3:00.am, deberíamos irnos.

Ella volteó a verme y asintió. Caminamos como pudimos entre la multitud de personas que aún se encontraba en el club y además con ánimos de bailar, apenas pudimos llegar al auto. De camino a casa hubo un abismal silencio, pero nada era incómodo.

— Gracias por la invitación, guapo. Me divertí mucho. — comentó con una pequeña sonrisa cuando estacioné el auto.

— La noche se puede poner más divertida. — respondí con  una media sonrisa y luego bajé del coche. Fuí hasta el otro lado para abrir la puerta de Minerva por ella. Extendió su mano cómicamente y la tomé ayudándola a bajar.

— ¿Qué tienes en mente para seguir divirtiéndonos? — cuestionó acercándose.

— Pues esto. — contesté poniéndole fin a la distancia entre nosotros al unir mi boca con  la suya, el beso se profundizó rápidamente. Caminamos torpemente hasta la puerta donde tuve dificultades para encontrar la llave en mi bolsillo. Cuando por fin la encontré, abrí de un tirón y la cerré detrás de mí como pude. Sus piernas se enredaban en mi cintura mientras yo caminaba hacia las escaleras.

— Qué..? —la luz se encendió repentinamente. Sorprendidos, detuvimos nuestra acción y bajé a Minerva. — ah... Yo...

Balbuceaba una sorprendida Lucy.

— Ah, hola primita. — Minerva rompió el silencio que se había formado. — Perdón por la hora, se que es un abuso de confianza, pero fue mi culpa... Éste guapo solo quiso complacerme. — se excusó y luego me dió un fugas beso en los labios. — Chao prima, que descanses... Y hasta luego, Natsu.

Luego de eso, se marchó, dejándonos solos a Lucy y a mí en un silencio perturbador.

— Entonces... Tú y.... — antes de que terminará, le interrumpí.

— Que descanses, Lucy. — caminé escaleras arriba y entre a mi habitación, me deje caer sobre la cama totalmente desganado.

No se porque Diablos no podía sacarme a Lucy de mis pensamientos, podía olerla aunque no estuviera cerca, es como si su aroma se hubiera incrustado en mi piel. A pesar de que Minerva es muy divertida y atractiva, agradezco que Lucy nos interrumpiera y que el alcohol en mi cuerpo no terminara por hacer esa locura.

Al día siguiente, me levante y fuí a ducharme. Tenía que salir de aquí a distraerme, estaba cada vez más confundido  y eso me tenía inquieto. Salí de la ducha y me vestí, bajé las escaleras y fuí hasta la cocina. Para mi desgracia, Lucy estaba ahí sirviendo el desayuno, intenté ignorarla y fuí hasta el refri.

— ¿Qué se supone que estas haciendo? — habló tomándome por sorpresa. Levanté una ceja al no entender su pregunta. — Este juego... Con  Minerva, el tú me ignoras, yo te ignoro? Natsu, pensé que teníamos un acuerdo.

— ¿Cual acuerdo? — dí un par de pasos hacia ella, no retrocedía, solo me miraba desconcertada. — ¿El que decidiste por ti misma? — Su mirada vacilaba con cada paso que daba hacia ella, hasta que terminé por acorralarla. — Quería estar contigo, Lucy... No entendía porque lo deseaba tanto. — una sonrisa melancólica escapó de mí. — pero debí saberlo, debí saber que... No, esta conversación no tiene sentido, tú y yo no tenemos sentido.

— Natsu... Yo... — su mano se aproximaba a mi pecho y la detuve sosteniendo su muñeca. — No...

No esperé su nuevo rechazo y le corté.

— Esta bien, Lucy. A partir de hoy, las cosas serán como tú quieres, solo cuñados. — dicho eso, me marché.

El desayuno estuvo calmado, sting conversaba con Lucy sobre ir a la playa. No pude evitar burlarme de mí mentalmente al recordar lo sucedido cuando fuimos a la casa en la playa. Lucy parecía dudar sobre la invitación de sting, pero Minerva intervino en la conversación sugiriendo que fuéramos todos juntos, ya que ella acababa de llegar, Lucy terminó por aceptar.

La verdad es que yo no quería ir, pero de algún modo me tranquilizaba el poder estar allí, además, quizá la llegada de Minerva fue algo a mi favor... Necesitaba olvidarme de una vez de Lucy y bueno, por algo se empieza.

El cuerpo del Deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora