Epílogo

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Años después, el hospital recibía nuevo personal. Alto, cabello castaño, bata blanca y un cuaderno azul en la mano.

—¡Doctor Manuel, doctor Manuel!—

—Niños, ¿Qué les dije de andar corriendo por el hospital?—

Se agachó para abrazar a todos esos niños. Era el doctor favorito de ellos.

—Doctor Gonzales, tenemos un caso de enfermedad respiratoria grave—

Observó a la señora que le hablaba. Bien vestida, con un escote algo pronunciado y su bata blanca con el bolsillo izquierdo bordado. El joven se levantó del suelo y tomó la ficha que la señora le entregaba.

—«13 años, niña, asma agravado. Se cree que es infección en los pulmones. Posible cáncer pulmonar» mmm… Llévame a ella.—

Manuel era un especialista en enfermedades respiratorias. Había dedicado su vida a la investigación de dichas y había logrado grandes avances sobre la misma.

La niña era castaña, pequeña, ojos claros celestes. Traía una mascarilla y vestía la bata celeste del hospital.

—¿Cómo te llamas cariño?—

—Mariela—

—Hola Mari, yo soy Manuel. Soy el médico que va a examinarte.—

Tomó su estetoscopio y se lo colocó antes de acercar la punta al pecho de la niña.

—Inhala…exhala. Inhala…exhala. Muy bien—

Sacó de su maletín, su cuaderno azul, otra carpeta y una lapicera. Anotó sobre la ficha mientras la niña expectante le observaba.

—¿Por qué tiene dos cuadernos si solo usa uno?—

—Porque uno es un regalo de un amigo muy preciado.—

Respondió con una sonrisa mientras se lo entregaba.

—¿Quieres leerlo? Él era un gran artista. Ahí dentro hay muchas de sus más grandes obras.—

La niña, algo tímida, tomó el mismo y lo abrió para leerlo. Habían dibujos con crayones. Eran muy buenos dibujos. Salas del hospital, niños, enfermeros y un joven de cabello castaño que ocupaba casi todas las páginas. Al lado de este personaje, habían poemas, corazones, versos de amor. Esa persona parecía tenerle un gran cariño a ese niño.

—¿Quién es este chico? Está en todas las hojas—

—Ese niño soy yo, y este de aquí, el rubio, es él.—

Señalaba con nostalgia al niño de mascarilla en el dibujo.

—¿Estaba enfermo?—

—Si, tenía una enfermedad parecida a la tuya—

—¿Y mejoró?—

Manuel se quedó en silencio unos segundos antes de hablar. Con una sonrisa de nostalgia, miró a la pequeña y tomó su cuaderno par ver de cerca ese auto retrato.

—No, no lo hizo. Pero él era un malcriado al que le gustaba ser caprichoso. Y yo soy culpable de aquellos caprichos. El se fue, mirando al cielo y con una sonrisa. Ese día sus ojos verdes se veían hermosos mirando al cielo azul. Y luego, desapareció de mi vida, dejando una gran cicatriz en mi pecho—

La niña le observó con miedo y tristeza. ¿Ella moriría?

—Pero ¿sabes? Gracias a ese capricho suyo, yo pude seguir con mi vida y ahora esta enfermedad que él tenía es curable. Todo gracias a él. No te preocupes, prometo que saldrás de aquí respirando como cualquier niño sano—

El rostro de la niña se iluminó con alegría y esperanza. Él se despidió y ella le sonrió antes de que se fuera.

—Gracias doctor, de verdad—

—No hay de qué pequeña—

Y salió a su consultorio. Él estaba mucho tiempo en el área del hospital donde las enfermedades eran graves. Tocaba la guitarra para animarlos y les contaba historias a esos niños que jugaban solos en la sala de recreación. Él era feliz con ello, feliz de poder hacer reir a esos niños pequeños cuya vida se vio interrumpida por ese olor a alcohol.

El castaño cantaba a esos niños, pero había uno en particular al que siempre mimaba. Era rubio, de ojos verdes, sonrisa tímida y una enfermedad que ahora podía ser curada. Soñador, dulce, atolondrado y risueño.

—¡Manuel!—

—¡Voy!—

El castaño se levantó y salió de la sala para dirigirse a donde le llamaban. Allí, aquella señora le esperaba con una sonrisa y una niña pequeña de la mano. Pelo rubio, ojos verdes, mejillas rosadas y piel ligeramente pálida.

—Te presento a Martina. Ella estará en el hospital por un tiempo. Espero que la cuides bien—

Una sonrisa de nostalgia y una lágrima de felicidad. Solo aquello pudo dejar ver el doctor González.

—Hola Martina, soy Manuel. Yo seré tu médico de ahora en más—

—Hola, Manu.—

Te amaré por siempre ArgChi OneShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora