Capítulo 5: Pecar

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Después de aquella batalla. Sydonai había caído rendido de rodillas.
Nuriel lo llevo de vuelta al Hotel donde se quedaban. Lo puso sobre la cama y lo observaba mientras este era sanado.

Cada fino rasgo de su rostro.
Sus ojeras en esos ojos rasgados, que parecían de días, no solo de agotamiento, parecía que en  cualquier momento estas consumirían sus ojos carmesí.
Miraba también su cabello que delicadamente caía en su rostro de piel a perlada, mientras pasaba sus manos por su abdomen marcado.

El ya le ha salvado la vida dos veces... ¿en verdad los demonios son malos? O ¿sólo son mentiras inventadas por el mismo Dios?. Esos pensamientos inundaban la mente del ángel. Era obvio que los demonios eran malvados. Pero y ¿qué pasa con Sydonai? ¿Es en verdad el hijo de Satán?

Es tan misteriosa, la verdadera personalidad de este demonio. El demonio abrió los ojos — ¿Disfrutas de manosear me? — dijo con una sonrisa picara y esto provoco un sonrojo en el ángel. — No! no es eso! tenia que curar tus heridas...— dijo y le dio un golpe en el abdomen al demonio, este le correspondió con un quejido y una risa -No eres tan inútil, ángel.-  El ángel tomo esto como un alago y le sonrió. 

—Ahora... Azazel regreso al infierno... pero al fallar en su misión, dudo que lo hayan dejado vivir. Así que creo que ya no será un problema.— Pero sus problemas estaban a nada de comenzar.

Azazel era lo que el Demonio envió, sin embargo, aún faltaba el guerrero que enviaría Dios.

Nuriel, ya no se quedaba más en ese cuarto, solía salir a caminar en las mañanas a ver el comportamiento humano... el como se destruían entre ellos y destruían su mundo. Esto era... ¿"triste"?, su propia codicia los destruía, la iglesia... rechazaba a los prójimos. Encerrándose en su templo.

Era este el mundo que su padre le oculto tanto tiempo... al que le mandaría, para morir como su ultimo hijo, de nada sirve que muera aquí, si aun así los humanos no cambiaran.

Nuriel comienza a divagar entre sus recuerdos:

Hace tiempo, solía oír historias de los arcángeles, sobre el pasado. Los primeros humanos que cayeron ante la tentación , esa dulce tentación. El como Adán quería mujeres sumisas... me sorprendía el como Dios lo pedía. Aunque si lo pienso, los ángeles hacemos todo lo que nos pide sin dudar. Los que se han revelado contra mi padre, siempre es por sus reglas... quizás el error esta ahí. Es difícil vivir con tan estrictas reglas.

Jophiel* era consciente de esto, pero no protestaba, se negaba a reprochar las reglas de su Dios.

El como Rafael* le había enseñado a curar, a dar paz física y mentalmente, curar ese daño sentimental y físico del cuerpo humano o de otros ángeles, y hacer que se fueran en paz... Espero que en mi juicio se encuentre Zadquiel*, el siempre tan benevolente... El me enseño lo que era la piedad y el perdonar y junto a Jophiel a ver mas allá de lo que ven mis ojos... Los arcángeles siempre estuvieron ahí para guiarme... y ahora espero que mi castigo no sea tan grave.

 ¿Les he fallado?

Fin capitulo 5

Notas:

Jophiel:

Las escrituras cristianas no mencionan a Jophiel, pero se le ha llegado a identificar como el ángel que echó a Adán y Eva del Jardín del Edén. Esto lo convertiría también en el ángel que guarda el Árbol de la Sabiduría. El arcángel Jophiel representa el poder de la luz del conocimiento ante la oscuridad de la ignorancia. Es la representación de la energía que disuelve el orgullo falso, la estrechez de la mente y los malos hábitos que previenen la absorción del conocimiento, como la indisciplina, la falta de concentración y la falta de humildad.

Rafael:

 El nombre del arcángel Rafael significa "El poder sanador de Dios". Su nombre no sólo se refiere a la salud del cuerpo, sino también a la salud del alma. Las historias bíblicas donde es mencionado, han dado a San Rafael arcángel el papel de sanador. Representa el aspecto de Dios que ayuda al ser humano a mantener el balance de las emociones y la salud del cuerpo.

Zadquiel:

Por ser la "justicia de Dios" es también el ángel de la benevolencia y la misericordia. Es el arcángel de la libertad, que le recuerda al ser humano que tiene libre albedrío para actuar y tomar decisiones propias. Al igual que Dios, es infinitamente justo. Zadquiel representa la capacidad divina del perdón. Es el patrón de todos aquellos que perdonan.

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