3.

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- Hazme el amor, Inuyasha – Le pidió, mirándolo fijamente, con ilusión y algo de nervios.

El hanyou la miro con sus ojos casi salidos de órbita. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Esa bella, delicada y pura azabache le había pedido que un ser repugnante como él le hiciera el amor? 

-¿Qué? – Jadeo sin aliento. Le costaba procesar esas palabras.

- Quiero que me hagas olvidar todo, Inuyasha – Ajusto sus piernas aun mas a sus caderas, sintiendo como la prominente erección del hanyou iba creciendo – Por favor.

- Kaghome – Jadeo, pero esta vez al sentir el calor de esa parte prohibida de su pequeña, apretando contra su miembro – Dije que haría lo que tu quisieras – Tomo su rostro y beso su frente con mucho cariño – Pero ahora tenemos que buscar a nuestros amigos y curarte esas heridas, ¿Sabes?

- Si – Susurro, sonrojada y disfrutando de esas caricias – Lo se. Pero luego...

- Si, Kag – Se alejo de ella nuevamente, mirándola a los ojos fijamente, sonriendo de lado. ¡Ho por Kami! ¿Por qué tenia que sonreírle de ese modo? ¿Acaso no comprendia lo que provocaba en ella, y mas aun estando en esa posición en donde podía sentir todo su gran... Equipo?

- Yo... Yo... - Comenzo a tartamudear como si fuera una adolescente inexperta... Bueno, lo era, pero no era que no estuviera acostumbrada a estar con Inuyasha... Bueno, no asi. Pero... Pero... No tenia excusas. Se volvia una boba completa tan cerca de su cuerpo. Y lo acababa de confirmar.

- Eres linda cuando te sonrojas – Le volvió a susurrar sobre sus labios, y los beso delicadamente, un roce casi imperceptible, pero que Kaghome sintió muy bien. Y logro que su pulso se acelerase aun mas, haciendo que sus mejillas casi exploten – Vamos a buscar a los chicos – Se paro, tomándola de la cintura, dejándola suavemente en el suelo – Sostente – Le susurro y la cargo como una princesa, saltando por el acantilado.

La azabache aun no lograba analizar lo que acababa de ocurrir. Se había animado a pedirle que le hiciera... Que hiciera... Sin poder soportar la vergüenza, se acurruco contra el fuerte pecho del peli plata, sintiendo levemente el aroma a bosque y madera fresca. Lo amaba.

Por su lado, Inuyasha no dejaba de pensar en esas palabras "Hazme el amor, Inuyasha". De solo pensarlo, hacia que su miembro despertase, pero no podía hacerlo allí ni en ese momento. Primero lo importante, que era encontrar a sus amigos y ver las heridas de su pequeña, cerciorarse de que ese desgraciado no la haya lastimado mucho, mas de lo que ya suponía, y luego, cuando todo se hubiese calmado, y si ella seguía con esa idea de que le hiciera... Bueno, eso, entonces lo haría.

Con todo el gusto del mundo lo haría.

///

Un mes paso de ese contradictorio momento, lleno de alegrías por la muerte de Naraku, pero traumática para la pequeña azabache que había vivido tantas sensaciones repugnantes y dolorosas.

Habian logrado encontrar a sus amigos, sanos, un poco lastimados, pero vivos e inconscientes. Se quedaron unos minutos, intentando despertarlos, hasta que la primera en abrir sus ojos había sido Sango, que abrazo a su amiga en un intento desesperado por borrar esas pesadillas que rondaban por su mente.

Miroku despertó gritando, y apretando su mano, pero cuando noto que su agujero no se encontraba mas, no pudo evitar soltar unas pequeñas lagrimas de felicidad. Por fin todo había terminado para él, y podría cumplir la promesa que había hecho a su hermosa morena Sango.

Por su parte, Shippo se prendio del cuello de Inuyasha, aun dormido, rogándole que lo ayudara, que no lo dejara. El hanyou solo pudo abrazarlo y pedirle que se calmara. Una vez despierto, les comento su mal sueño, donde Naraku atacaba a todos sus amigos, matándolos cruelmente, mientras él solo podía ver, ya que su cuerpo no se movia.

CALVARIO.Where stories live. Discover now