Entre Sueños y Pesadillas (El reinado del Tiempo)

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Para Iris:Tú que unías mi cielo y mi tierra, ahora sólo unes mi llanto y mis penas.

-Metal, frío, rígido, caluroso metal, tan mortal, una sola pieza fue capaz de arrebatarte de mi lado, esa pieza, una bala y tú, tan indefensa, tan bella, tan delicada, esa bala fue la culpable de que todo se encuentre tan sólo, tan desolado. Éramos sólo jóvenes, teníamos una vida por delante, yo la seguí, tu te detuviste, sólo por aquel deseo de ambición de ese ruin malhechor y tu enorme bondad, al querer detenerlo, él sólo disparó.

Cuando me enteré, fui corriendo a verte, pero, era demasiado tarde.

Ahora, me encuentro en el ocaso de mi vida, la cual me gustaría haber vivido contigo aquí, a mi lado.

¿Sabes?, a veces veo las estrellas y pienso que tú eres una de ellas, observando, siguiéndome en cada instante, así como lo teníamos planeado, pero no, tuviste que morir, tragicamente esa ilusión fue borrándose como un espejismo en el desierto, como el azúcar en una taza de té.... -

Escribió esto mientras se quedaba dormido, mientras pensaba en su joven gran amor, quien fue víctima de un asesinato, cuando tenía tan solo veintidós años. De pronto, una luz se asomó por su ventana, el viejo hombre la ignoró, puesto que estaba en su sueño, sin saber que de ese sueño no despertará, sino que eternamente dormido emprenderá el más grande viaje al que ningún otro ser humano se ha enfrentado. La luz entró por la ventana, una pequeña centella recorrió la habitación del viejo hombre, tiró un pequeño reloj despertador que se hallaba en una bella mesa de café, posteriormente, la centella observó cautelosamente los retratos del anciano, viendo en uno de los tantos a la feliz y entonces joven pareja. Volteó a ver al anciano, el cual yacía en un suave sillón de color café, con una tela que parecía piel de algún animal, se le acercó, mientras el anciano adormilado abría lentamente sus ojos, la centella se le acercó más, el viejo, horrorizado pregunto: -¿Qué demonios eres?-

A lo que la centella respondió: -Suum ut expleat in somnis -. "Con el fin de cumplir los sueños". La centella comenzó a brillar tan arduamente como el Sol, pero tan palidamente como la Luna, todos los muebles de la casa comenzaron a temblar, todos los retratos se cayeron de donde estaban colgados, excepto aquel en el que se veía a la pareja. El viejo hombre gritó estrepitosamente, justo cuando escuchó algo que le resultaba muy familiar, una bella y femenina voz, la cual dijo: -Bienvenido-. Al escuchar esa voz, el anciano dejó de gritar y lentamente abrió los ojos, lo que vio, fue tan bello, pero al mismo tiempo fue tan horripilante que lo dejó sin aliento.

Atónito miró alrededor, una densa aura de tono azulado envolvía aquel extraño lugar, juró haber visto un enorme reloj de bolsillo volando frente suyo, buscó por todos lados a la centella que lo había traído ahí, con nerviosismo dijo: -¿Dónde estoy?, ¿Qué hago aquí?, ¿Qué es este lugar?-

a lo que una extraña, pero seria voz, respondió: -Bienvenido....-

El anciano respondió agresivamente: - ¿Quién eres tú?- la voz hizo acto de presencia y se paró enfrente del hombre, este era un varón alto, llevaba una gabardina negra que tenía incrustados una especie de relojes, usaba un sombrero de copa, el cual parecía tener engranajes en él, tenía un guante negro, sólo en la mano derecha, unos lentes redondos y oscuros, unas botas negras. La silueta misteriosa le respondió: -¿No me reconoces?, todo es gracias a mi-, -Nunca en mi vida te he visto, y, ¿A qué te refieres con todo?- dijo el anciano -Tiene sentido, y, cuando digo todo, me refiero a todo, todo tú, tu vida, tu llanto, tu alegría, yo te he puesto enfrente tantas alternativas... bueno, yo y unos dos o tres amigos...- la silueta comentó -Déjate de tonterías y dime de una vez, ¿Quién diablos eres?- a lo que la silueta dijo: -Bueno, me revelo ante ti, yo soy el que es, quien fué y quien será, yo soy el gran conocedor del tiempo, yo, yo soy destino- el hombre, confundido, le pidió que lo demostrara, la silueta le preguntó su edad, el "anciano" le respondió: -92 años y aún amanece gratis-,-¿Seguro?, yo te veo de veinticuatro años y eso de que "aún amanece gratis", pues, lo veremos después-, el "anciano dudó, se vió las manos y al verse en el reflejo de su reloj comprobó que, efectivamente era jóven de nuevo, atónito, le creyó a la silueta misteriosa y comenzó a llamarla por el que dijo que era su nombre, "Destino".

Juntos, comenzarán un gran viaje, sólo para cumplir los deseos de un moribundo hombre.

Destino y el hombre caminaron hacia el horizonte, topándose con un precipicio, por el cual destino siguió caminando, mientras que unos engranajes le permitían el paso a él y al hombre, del cuál Destino se hacía el ignorante de su nombre, por lo cual se lo preguntó: -Y dime, ¿Cuál es tu nombre?- el hombre respondió: -Mi nombre es.....- En ese momento, un enorme sonido de unas manecillas de reloj lo interrumpió, Destino lo presentía, su misterioso semblante no se vió afectado por el estruendoso sonido, mientras que el ancia..., bien el hombre, se sintió asustado, temeroso de lo que podría significar, puesto que no sabía qué le puede esperar en ese misterioso mundo, tan espectral del señor Destino.

-No te asustes, eso estaba planeado, sabía que pasaría, estaba planeado para pasar- dijo el señor del tiempo -Te creo, pero, ¿Qué diantres significa ese sonido, tan peculiar de un reloj?- el hombre comentó -Significa que es tiempo- -¿Tiempo de qué?- respondió el hombre -De que seas testigo de mi mundo-.

El engranaje en el que ambos estaban parados comenzó a descender bruscamente, hasta que tocó fondo, tocó un extraño suelo, con una tierra azul, que, al verla más de cerca, el hombre notó que esa arena estaba formada de unos pequeñísimos relojes y piezas de la maquinaria de los mismos, pero eran tan pequeños que se parecían a la tierra de los jacintos que tenía en el salón de su casa. Al alzar la mirada, se topó con el más extraño de los paisajes, el más surrealista que su pobre y deprimente mente podría imaginar. Vio este inédito paisaje, esta atmósfera azul continuaba presente, el paisaje era tan desolado, pero a la vez era tan fértil, tan hermoso, tan extraño.

Enormes agujas de relojes se veían plantadas en el suelo al horizonte, al lado del hombre crecieron unas plantas, que fueron tan efímeras que en menos de un minuto crecieron, dieron frutos y perecieron, enormes relojes se erigían en el aparente cielo de ese misterioso lugar, parecían nubes, una tenue brisa llegó, moviendo la excéntrica gabardina del hombre de tiempo, el cual sólo volvió a decir -Bienvenido-. El hombre no tenía aliento, estaba tan maravillado con ese extraño lugar, pero a la vez tan atemorizado de lo que le podría deparar y de esa silueta frente suyo, que se erigía como su guía, como su camino de baldosas amarillas. Con el poco aliento que le quedaba preguntó -¿Bienvenido a dónde?- a lo que Destino respondió -Bienvenido a mi mundo, bienvenido al reinado del tiempo-

El hombre, aún más atónito sólo pudo observar cómo Destino caminaba al horizonte, el cual le tendió la mano, preguntándole si lo acompañaría, prometiéndole que nada malo le pasaría, sino que las más grandes maravillas le depararían, poniendo en primer lugar a la más grande maravilla que jamás conoció... Iris.

Ambos caminaron, un ligero sonido se escuchaba, el hombre juraba que era el "tic tac" de un reloj y nada más lejos de la realidad, el único error era que no se escuchaba sólo un "tic tac", era el ruido de miles y miles de relojes, marcando cada momento del tiempo de el universo del cual procedía nuestro protagonista.

Destino se detuvo un momento y se preguntó dónde estaban, aunque claro, el gran conocedor del tiempo estaba seguro de dónde estaba, él conocía a la perfección cada recoveco de su interminable mundo, que era tan amplio como el mismísimo tiempo, esta pausa sólo era una prueba, sólo quería reafirmar su conocimiento del momento y verificar si su acompañante realmente confiaba en él.

-¿Era aquí?, o, ¿Allá?- murmuró Destino, fingiendo confusión -¿Qué dices?- preguntó el hombre -Es que, no recuerdo en dónde estaba la gran ciudad del tiempo- respondió la encarnación del tiempo -¿A qué te refieres?- -Lo que escuchaste, no recuerdo el camino, ¿Me podrías decir el camino?- dijo Destino -Pero, yo no conozco esto, no puedo decirte, tú conoces mi destino, dime hacia dónde es- a lo que Destino comentó -Veo que sigues siendo tan ingenuo como siempre, yo conozco tu destino, mas no lo decido, dime hacia dónde quieres que vayamos- -Está bien, sigamos por la derecha-

Y así fue, caminaron hacia la derecha, el cual Destino sabía que era el camino más largo y con más complicaciones que había, pero no le importó, estaba reinando en su propio mundo, ¿Qué es lo peor que podría pasar?......

Un Viaje Por La EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora