La Bestia que Devora tus Momentos

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Para Iris:Cuando llegué, las rosas en mi mano eran tu único rastro de color


Y siguieron caminando, caminaban por el extraño mundo de Destino, atravesaron un singular bosque, en el que los árboles eran nada más que unas insólitas ramificaciones de relojes de arena, los cuales según Destino, funcionaban. Este mismo bosque era el hogar de las efímeras plantas que el hombre vió vivir cuando llegó a ese lugar.

Todo marchaba bien, hasta que se empezó a tornar oscuro, un extraño sonido que rompía con el eterno "Tic Tac" del misterioso mundo, este se escuchaba como una bisagra sin engrasar, el agudo sonido venía de entre los árboles. Destino se mantuvo tan elegante y con su serio porte, mientras que el hombre cambiaba su maravillado ánimo por uno más temeroso a lo que podía salir del misterioso bosque.

El sonido se escuchaba más cerca, más fuerte, más extraño, más furioso.

De pronto, una extraña criatura hecha de engranajes salió de la penumbra, esta tenía un aspecto deteriorado, oxidado, corroído, el tiempo no le ayudó. La criatura caminaba lentamente, rodeó al hombre y a Destino, acechando, la bestia trató de sacar sus garras de lo que parecían sus patas, pero la corrosión se lo impidió, por lo que decidió asestar un latigazo con su mecánica cola, la cual quedó completamente atascada, sus engranajes no se podían mover, la bestia, desesperada, se propuso a embestir con sus cuernos color cobre. Y así lo hizo, con fuerza soltó la cornada, golpeando a destino, quien chocó con uno de los extraños árboles, mientras que el hombre sólo se quedó a un lado. Este mismo, asustado por la imponente bestia que tenía de frente, corrió hacia un lado.

Mientras corría pensó qué podía hacer para librarse del infame monstruo, ya que destino se hallaba inconsciente por el golpe, el hombre, perseguido por la bestia se metió entre dos árboles y giró rápidamente, ya que notó que la bestia no podía girar sobre su propio eje, corrió y pateó a la bestia en el tobillo de su pata posterior, lo cual hizo que se venciera y cayera sobre la misma, después fue velozmente hacia Destino, puesto que la corrosión haría que la bestia tarde en levantar. -¡¿Qué hacemos?!, No ses quedará así por mucho- dijo el hombre mientras Destino se incorporaba -Bien, esa criatura es una de mis creaciones, la llamaba "El devorador de la humanidad", hasta que trató de devorarme a mí, eso es lo que hace que la gente piense que el tiempo se pasa volando- comentó Destino -Él devora los instantes perdidos de la humanidad, él se alimenta de tu llanto, tu angustia, tu desesperación, eso sólo le  da vida-.

El hombre, temeroso, miraba a Destino a los ojos, cuando notó una gigantesca sombra que se proyectaba en el suelo, miró hacia atrás y la criatura rugió, el estruendoso grito inmovilizó al hombre, el horrible y rechinante grito sólo lo atemorizó más de lo que ya estaba. El animal golpeó al hombre, se acercó a Destino y lo miró fijamente. Destino, quieto, serio y con su gabardina ondeando por la respiración del animal, sólo lo miró fijamente, sin decir nada ni hacer nada, el animal se incó y se acercó con suavidad, agachó la cabeza y cerró los ojos. Destino lo miraba con seriedad, le tocó la frente y dijo: "Descansa", esto hizo que el animal abriera lentamente los ojos, mirara con suavidad al rey del tiempo y comenzara a desensamblarse, cada una de las piezas que lo formaban se cayó al suelo, una a una, hasta que la atención que le ponía al señor del tiempo, con esa tierna y agónica mirada, se desvaneciera.

La encarnación del sueño caminó hacia el hombre, le tendió la mano, este se levantó y mientras trataba de comprender lo que acababa de suceder, el tiempo siguió corriendo, Destino caminó con dirección a su destinación, sin decir una sola palabra, como si acabara de perder algo sumamente importante en si vida. El hombre no dijo nada, se sacudió el polvo y lo acompañó.

Ambos caminaban, sin decirse nada, callados, como las calles durante la madrugada, mientras que todos duermen e ignoran el suave brillo de la luna. Destino solo miraba al frente, caminaba callado, con la mirada perdida en el horizonte. El hombre lo miraba de vez en cuando, Destino ni se inmutaba, no lo volteaba a ver, el hombre, extrañado, seguía caminando, hasta que decidió preguntar -¿Sucede algo?- preguntó- Está muy callado, ¿Puedo entender qué está pasando?- Destino siguió caminando, sin darle importancia, El hombre se sintió ignorado e hizo lo mismo que Destino, caminar, erguido y callado, como el soldado que va a la guerra sin poder cuestionar o pensar.

Pasados unos minutos, el maestro del tiempo dijo -¿Por qué?- con nostalgia en sus palabras -¿Por qué debe ser así?, todo lo que hago tiene un principio y un fin, hice a esa criatura, la cree con mis propias manos, hace tanto tiempo, no es lo único que he perdido en ese lapso, pero ahora sólo hace más trágico este duelo- al terminar de decir esto, el hombre lo miraba fijamente, Destino lo miró a los ojos, el sujeto le preguntó -¿A qué perdida te refieres?- a lo que Destino le respondió -No es de tu incumbencia, mortal-.

Siguieron caminando, el trayecto hacia la majestuosa Ciudad del Tiempo sería muy largo y ellos no habían de recorrer ni siquiera la mitad para ese entonces.

Caminaron y siguieron su camino por el extraño mundo

Un Viaje Por La EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora