Día 1: AU - Decisiones.

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Yaoyorozu Momo era conocida por siempre tener el control en la toma de decisiones.

Había decidido huir de su vida como noble luego de que su padre, una vez fallecida su madre, hubiese intentado venderla en matrimonio. Él jamás había tomado en cuenta su intelecto o a ella en general, por el simple hecho de que, para él, su belleza era lo único que importaba en una mujer.

Junto con ayuda de su antiguo profesor privado, Aizawa, aprendió a dominar la espada y escapó gracias a esa habilidad, dejando atrás su sueño por la ciencia y metiéndose en el último lugar donde cualquier hombre, tan cerrado como su padre, pensaría en buscarla: En altamar.

Era más que conocido que las mujeres no eran bien recibidas en altamar, ya que se creía que traían mala suerte y por ende, solían terminar en la boca de un tiburón o aún peor, entre las garras de alguna bestia marina endemoniada y controladora de los mares.

Ahora, bien sabía Momo que aquello no era más que habladurías. No existía prueba científica que respaldara tal mito de que las mujeres a bordo trajesen mala suerte, ni prueba alguna que comprobase la existencia de bestias marinas controladoras de los mares.

Pero aunque ella lo supiese, todos los demás (pobres ignorantes en su pobreza), no lo sabían.

Nadie, absolutamente nadie en su sano juicio subiría al barco que compró con parte del dinero de su antigua vida. Así que Momo buscó a aquellos que estuvieran lo suficientemente locos para subir a su barco, pero no tanto como para ser psicológicamente inestables.

Tomó meses, seis largos meses para ser exactos, pero al final de estos encontró a su tripulación.

Una chica delgada, de cabello corto y comentarios peligrosos, cuyo sueño era ser una artista reconocida en la gran ciudad. Apenas se conocieron, ella se había convertido fácilmente en alguien a quién pudo llamar su mejor amiga. Jirou era la que comenzó a mover sus contactos para que encontrar a más personas para hacer que el barco, no tan alto, pero de igual manera glorioso y anclado al puerto saliera de este.

En ese mismo lapso de tiempo conoció a un chico de cabello verde y pecas, Midoriya. El chico era nervioso y se sonrojaba con facilidad, pero había una amabilidad en él que brillaba a través de sus ojos verdes. Era medianamente musculoso y según le había contado, había estado entrenando en este pueblo con su maestro para poder salvar personas. Era un motivo bastante noble. Pero su determinación se había visto nublada cuando se dio cuenta de que no había visto a su madre por un buen tiempo, por lo que el viaje le vino como anillo al dedo.

Después de eso todo se dio fácil: Kaminari, Mina, Sato, Ojiro, Koda, Hagakure y Shoji.

Con estas personas, empezó su viaje a través de las indomables olas, que si bien tenían sus momentos de tranquilidad, podían enfurecer a cualquier momento. Ellos y ellas llegaron a sentirse más como una familia que la que ella solía tener.

A partir de ahí, comenzaron a construir el legado que se formaría en esta nave, cuyo nombre habían decido sería Creación, la primera al mando de una mujer.

Los meses pasaron y algunas personas, como Midoriya y Kaminari, se fueron. Otras se quedaron y unas nuevas llegaron.

Entre estas había llegado el chico de cabello bicolor que erróneamente pensaba que era sigiloso al escabullirse hacia su habitación personal. Una pequeña risa se le escapó.

Habían congeniado rápidamente en un principio.

El chico era un antiguo amigo de Midoriya y en el momento en que sacudieron manos y ella le aceptó en su nave, pudo saber que se llevarían bien. La manera cordial y elegante en la que involuntariamente se comportaba le decía que al igual que ella, venía huyendo de la nobleza.

Todoroki parecía ser frío y distante en un principio para toda la tripulación, excepto para tal vez Yaoyorozu, que de alguna manera a medida que pasaron los primeros días con él, ya podía leerlo gracias a sus increíbles habilidades de observación. Ella podía ver la manera en que sus ojos se desviaban hacia otro lado cuando se sentía avergonzado, cómo su mano izquierda subía a rascar su cabeza cuando estaba ligeramente nervioso y el constante paseo de emociones a través de sus ojos, a pesar de la neutralidad de su cara.

Dentro de poco tiempo, ya era su amigo. Le agradaba la manera en que él confiaba en sus decisiones y como respetaba al pie de la letra su posición como capitana de la nave. Él era admirable también, desde su punto de vista, y comenzó a hablar más con él, como si se hubiesen conocido de toda la vida, hasta el punto en que se dio cuenta que parte de tanto sus personalidades como habilidades contrarrestaban las fallas del otro. Para el tiempo en que se estaba acabando el año, Yaoyorozu lo nombró como su segundo al mando.

Aquella noche, Sato hizo un banquete delicioso y bebieron cerveza hasta que sus estómagos quisieran salirse de su cuerpo.

Tal vez haya sido el alcohol que corría fervientemente en sus venas, tal vez haya sido la mirada seductora que ella le había dedicado o la sonrisa divertida y exótica que Todoroki le había dirigido. Antes que lo supieran estaban por debajo del timón del barco besándose apasionadamente y entre gemidos y mordiscos llegaron a la habitación privada de Yaoyorozu tambaleantes, sin dejar de unir sus lenguas con la ajena y cerrando bruscamente la puerta, dando paso al nuevo tipo de relación que tenían.

Las mejillas de Yaoyorozu se sonrojaron fuertemente ante el recuerdo de las escenas de aquella noche y mordiéndose el labio, sabía que tal vez se iban a repetir hoy.

Casi como si lo hubiera invocado, Todoroki abrió la puerta y apenas la cerró suavemente detrás de él, con una mirada le dijo todo lo que necesitaba saber. Sacando de un solo movimiento su polera blanca y pasando una mano por su cabello, desordenando perfectamente los colores de este, le dijo.

-Déjeme satisfacerla, capitana.

El tono que había usado su segundo al mando era claramente sugestivo y orgulloso, tenía una mínima sonrisa divertida asomándose en su boca, era indicación clara de que dudaba que se lo fuera a negar.

Juntando todo: Yaoyorozu sabía que esta era una falta de respeto que debería regañar al instante.

Mojando sus labios con su lengua, dejó salir una sola palabra con más aire de lo necesario

-Adelante, Shouto.

Abriendo sus piernas y mirando con intensidad los ojos hetero cromáticos de azul y gris, que arden con una pasión que la derrite completamente, Yaoyorozu Momo, capitana de la nave creación, sabe que este es la único tipo de falta por su parte que dejará pasar.

Y es que, Yaoyorozu Momo era conocida por siempre tener el control en la toma de decisiones.

Las manos de Todoroki comenzaron a pasear lentamente por la piel de sus piernas, mientras sus labios tomaban los suyos y bajaban para hacer mordiscos en su cuello, hasta llegar al ápice de sus senos y lamer en casi un trance todo lo que pudiese de ellos, alternando de uno en uno y acariciando con su pulgar para estar seguro de que a ni uno de los dos le faltase atención.

Yaoyorozu apenas podía contener los pequeños, casi humillantes  sonidos que se escapaban desde lo más profundo de su ser. Sabía exactamente qué es lo que quería, pero estaba esperando obedientemente por las instrucciones de Todoroki.

Finalmente él se separó de ella, dejándola respirar, un poco mareada y con la miel goteando entre sus piernas.

-Date la vuelta, Momo.

Dijo él, con ese tono grave y casi ronco que usan las personas cuando involuntariamente quieren seducir a alguien. Solo que en esta ocasión, mientras una de sus manos soltaba su pecho para apretar con fuerza su trasero, Yaoyorozu sabía que su tono era de todo menos involuntario. Rápidamente obedeció su demanda.

Y claro, era fácil para ella tomar decisiones... Pero, qué bien se sentía dejárselas a alguien más por unos momentos.

BNHA Week 2019 - Versión TodoMomoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora