Mr. Pickles no para de ronronear a mi lado, es porque me puse histérica al ver color amarillo en la televisión. Acostada en el suelo con las manos en la cabeza, queriendo intentar tranquilizarme y menos mal que está mi gato. Mi lindo gatito. Leoncito. ¿Por qué dije eso? Qué yo sepa no tengo a nadie que se llame así. ¿O sí? Cracker. Cracker es un leoncito, ¿no? Ya que ronronea como un felino. Noto a Mr. Pickles acurrucarse a mi lado haciendo ese sonido que me gusta y yo le acaricio, señal de que me gusta. Nunca se separa de mí cuando estoy en este estado y se lo agradezco mucho. Odio el amarillo. Odio los ruidos escandalosos. ¿Por qué tuve que nacer así? Un monstruo que no siente interés en la gente cuando le hablan algo interesante o que le miran raro. Me incorporo para sentarme y secar mis lágrimas mientras que el gato aprovecha para ponerse entre mis piernas y lamer mis manos.
Mis ojos están clavados en el suelo no queriendo mirar alrededor mía. Solo hay oscuridad. Una oscuridad que se cierne cada vez que estoy pensando en la nada. Una oscuridad que me atrapa y piense que estoy sola en esta vida. Tengo a Mr. Pickles, pero... No tengo un contacto humano. Mis padres me abandonaron al saber lo que padecía cuando les ignoraba o gritaba cada vez que ellos discutían. Estuve mucho tiempo en un orfanato esperando a que alguien me adoptase. Y no fue así. Soy un bicho raro a ojos de cualquiera. Aún recuerdo cuando mis dedos tocaron por primera vez aquel piano que siempre estaba en el salón, para que cualquier niño lo pudiese tocar sin miedo. Mi cerebro empieza a funcionar y mis dedos se mueven solas recordando aquella melodía que toqué. Ojalá tuviera un piano en casa. La melodía suave que se reproduce en mi cabeza es reconfortable.
Las monjas de mi orfanato decían que yo tenía un don en la música. Tengo la facilidad de memorizar el tono de la melodía y que la puedo reproducir sin problema. Y también habilidosa con las matemáticas sin necesidad de calculadora. Es lo que tiene cuando tienes el síndrome del Sabio, te hace más inteligente con un intelecto superior al de cualquier humano. Al cumplir los quince años, no podían seguir cuidándome, llamaron a Robin para que me llevase con ella. Desconfiaba en ella. Sus ojos azules eran como el mismísimo demonio, pero su sonrisa era lo único que me reconfortaba. Y cuando me regaló a Mr. Pickles supe que no era una mala persona. Solo es alguien que me ayuda ante mi problema. Robin al descubrir mis habilidades talentosas me pidió de ir a una clase de piano o estudiar alguna carrera relacionada con las mates. Yo me negué. Temo de lo que piensen de mí sí me ven. Qué no sepan valorar un talento único como el mío.
Y la realidad vuelve al escuchar la voz de Cracker, pero en la tele. Alzo la vista para ver que el hijo de Big Mom presentaba la nueva galleta Charlotte. Galleta sabor chicle. Suena raro, pero la empresa hace maravillas. Mis ojos están clavados en él quedándome anonadada ante aquella sonrisa amplia que tiene. Yo digo que es falso, pero al conocerlo en persona, descubrí que no es así. Sonrisa deslumbrante mostrando lo feliz que es. La cicatriz le queda bien. Es la única persona que me gusta verle con eso, le hace ver más fuerte. No como yo con mi discapacidad. Yo le di mi número. No me ha llamado. ¿Y si fui un ligue solo como aquel niño de la camisa amarilla? Solo recordar ese momento, todo mi cuerpo se tensa nuevamente y mi respiración se agita. Chico. Camisa. Amarilla. Amarilla. Amarilla.
Mr. Pickles socorre maullando como nunca y mueve sus patitas golpeando mi mano, una forma de decirme que debo respirar. No puedo. Llevo las manos a mi cabeza a punto de gritar nuevamente mientras unas gotas de lágrimas están a punto de salir de mis ojos. Y todo termina al escuchar el teléfono de casa sonar. Música relajante. Muevo la cabeza repetitivamente dudando de si ir o no. ¿Y si era Robin? Me levanto y camino pausadamente, y empiezo a extrañarme porque no conozco ese número. ¿Debería cogerlo? Mis dedos rozan el teléfono descolgando la llamada y me lo acerco a la oreja con miedo.
—¿Diga?
—¿Hablo con la señorita Amélie? —Esa voz es la de Cracker. ¿Me ha llamado?
—¿Cracker? —pregunto con duda.
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Amar a una "Asperger" (Cracker x Amélie)
FanficEl Síndrome de Asperger, un problema psicológico que tiene la protagonista Amélie haciéndola ver cómo alguien fácil de manipular y que nadie se fije en ella. ¿Qué persona puede atreverse a tocarla si ella ni quiere? Sin embargo, Charlotte Cracker si...