Asgard

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Odin había envejecido.

En seis años había crecido más que en los últimos quinientos años.

Cerca de él, un joven de unos tres mil años intentó seguir los debates que se libraban entre dos terratenientes y los miembros del Consejo.

- Entonces, Balder?

El guerrero hizo una mueca. Cuando Odín fue a buscarlo para convertirlo en su heredero el sobrino del rey esperaba todo excepto este entrenamiento intensivo en la realeza.

¡Era un guerrero no un político!

Para él, ser rey (o príncipe) consistía principalmente en beber, cazar, pelear, tener chicas y hacer lo que uno quería. Todo lo que sus primos Thor y Loki siempre habían hecho ...

Para Balder, la solución de una disputa en el vecindario se llevaría a cabo armando a los dos jefes de familia para que se golpearan entre sí hasta que siguiera la muerte.

La familia ganadora se llevaría el premio.

El otro sería cazado.

Era tan simple como eso.

Pero obviamente no para Odín.

El rey suspiró pesadamente.

- No Balder, no puedes hacer eso, el papel del trono es ser justo no crear resentimiento, la gente viene a nosotros como último recurso y  tenemos que estar lo más calmados posible.

Un dolor de arrepentimiento ahora familiar explotó en el estómago del viejo rey.

Calmado. Equitativo.
Todo lo que había estado con sus dos hijos.

Y ahora los había perdido.

Su corazón todavía estaba sangrando y probablemente nunca dejaría de sangrar. Se había comportado como loco y sus hijos habían pagado el precio.

Sus pobres hijos ...

Ni siquiera sabía dónde estaban.

Heimdall decía que no los veía pero el rey dudaba de que el Guardián fuera honesto con él sobre el tema. Él también se había llevado unos golpes después de la escapada de Thor y  llevaría cicatrices de por vida a pesar de los talentos de los curanderos de Asgard.

Odin había estado furico.
Si no hubiera sido por Frigga que se interpuso entre él y Thor y luego evitar que matara a Heimdall, ahora necesitarían un Guardian y tendrían un cadáver en una tumba de la cripta real.

Heimdall nunca lo había perdonado.

La fidelidad del Guardian fue siempre para Asgard, no para el rey. Y Odin se había olvidado un poco de eso.

Y Frigga ...

Odin cerró los ojos.

La cicatriz en la mejilla de su esposa todavía no había desaparecido. Él sabía que ella había prohibido a los curanderos removerla. Quería que Odín viera todos los días la marca de su ira ilimitada.

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