Nunca Te Deseé Pero Siempre Te Amaré. (InuYasha x Sesshomaru)

"Largos meses"

Narra yo:
InuYasha estaba tranquilo sentado en la rama de un árbol, pensando con los ojos cerrados sobre a donde se iría para ocultarse por un tiempo, de la nada sintió el olor de alguien, era Koga, ese lobo molesto para el, al poco tiempo llegó en donde estaba.

Koga: ¡¡¡Oye vestía!!!

InuYasha: ¿Que quieres?

Koga: ¿No es obvio?, quiero pelear contigo,nuestra revancha sigue pendiente.

InuYasha: Talvez no podamos tener la revancha en un largo tiempo.

Koga: ¿De qué estás hablando?

InuYasha: No estoy en condiciones para pelear, talvez si pero no voy arriesgar mi salud.

Koga: ¿Que es lo que pasa?

Dijo cruzándose de brazos viendo directamente a InuYasha, el cual abrió los ojos para verlo de igual forma ya que aún los tenía cerrados.

InuYasha: Solo diré que es algo delicado, me puedo desangrar o incluso perder la vida por una tonta pelea.

Koga: Mmm comprendo pero dime de qué se trata.

InuYasha: Te lo diría pero me vas a ver con cara de fenómeno más de lo que ya soy o algo peor.

Koga: No si es tan grave.

InuYasha: No te lo diré te lo mostraré, vuelve en unos nueve meses ya que es el tiempo en que puedes saber.

Koga: Está bien, pero si es una excusa para evitar la pelea me las pagarás.

InuYasha: Te juro que no es nada de eso.

El lobo se fue, InuYasha se queda solo otra vez viendo el bello cielo azul, de repente vio en el cielo aquel ser que ahora odia con todo su corazón, ve que va directo a la aldea sin duda alguna a visitar y dejarle un regalo a esa pequeña, no quería ir pero tenía que, ya que ahora ayudaba a Sango.

InuYasha: Ya que.

Sé baja del árbol, se va a la aldea directo a la choza de Sango, la encuentra con sus dos gemelas con la intención que se duerman pero no lo consigue.

Sango: Hola InuYasha, ¿Me ayudas?

InuYasha: Claro.

Carga a una de las gemelas, la empieza arrullar para que se duerma, al poco rato las dos gemelas se quedan dormidas, las colocan en una cuna hecha con almohadas y mantas.

Sango: ¿Cómo va todo?

InuYasha: Hasta hora todo bien, solo que me da mucha hambre.

Sango: Jeje lo sé, pero es porque tú bebé tiene hambre.

InuYasha: Contigo fue el doble.

Sango: Jajaja si, Miroku ya no sabía que más darme de comer, por cierto, ¿Ya sabes a donde irás?

InuYasha: No aún no, talvez en algunas montañas o algo así.

Sango: Para ello alguien debe acompañarte.

InuYasha: Aún sigo viendo mis opciones.

Sango: Okey.

Sintió el olor de ese hombre alejarse, ya se sentía más tranquilo, en ese momento tomo una decisión, no podía irse tan lejos porque nadie estaría serca para ayudarlo, así que mejor se quedaría y solo cuando ese ser despreciable viniera se quedaría oculto en una choza hasta cuándo se fuera, se lo contó a Sango, luego a Miroku, Shippo y a la anciana Kaede, todos le apoyaron en su decisión.

Hizo exactamente lo que dijo que haría, siempre se iba a ocultar en la choza de Sango, era bueno para Sango porque así tenía ayuda cuando saliera y no tenía a nadie con quién dejar a sus gemelas, el vientre de InuYasha crecía más y más con forme pasaban los días, semanas y meses, siempre tenía más hambre, cambios de humor pero no eran tan seguidos, su vientre ya se notaba bastante por lo que prefería salir por la noche que en el día, porque no quería que la aldea lo viera de esa forma, permanecía más tiempo en la choza de sus amigos, ya no era como antes que podía ir y hacer lo que quisiera, pero InuYasha sabía que era necesario, Sango le propuso algunos nombre para el bebé para ambos casos, si es que fuera a ser niño o niña, ningún nombre le gustaba, pero los tenía en cuenta, todos creyeron que nueve meses duraría su embarazo como un embarazo normal pero lo que no sabían era que por ser parte demonio solo duraba siete meses, era noche de luna nueva, InuYasha estaba en su forma humana, está vez no se fue a pasear por las noches como solía hacerlo, solo estaba parado afuera de la choza tomando un poco de aire fresco, ya que si se iba podía ser atacado y peor en su forma humana no podía hacer nada, se había levantado a media noche ya que se le había quitado el sueño.