Capítulo 1

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Salí a caminar por la noche fría de Nueva York vestida como la viuda negra; pero mi estilo era más atrevido y extrovertido con ese atuendo negro y muy escotádo; dejándo a la vista mis hombros desnudos. La noche de luna llena hacía que hasta el rincón más obscuro se iluminara; las estrellas brillantes adornaban aquél manto negro de la noche, y ese viento que iba y venía repentinamente ponía a mi fuero interno a estremecerse de un leve frío, con esos golpes de aire hacia que mi negro cabello se esparcieran por toda mi cara.
Buscaba innecesariamente a alguien que me estaba esperando en ese momento y en algún lugar. Mis zapatos altos me eran un impedimento para llegar a tiempo, entonces me los quité y comenzé una carrera contra el reloj. Doblaba de esquina a esquina en busca de mi destino, hasta que llego exhausta al parque central; cuyos radiantes faroles cubrieron de luminosidad mi piel morena de cierto modo.

-¡Espera, no te vayas!- musité quedándome sin oxígeno.
Inhalaba y exhalaba al par en que veía a ese hombre con ténida elegante al rojo vino; su cabello obscuro le llegaba hasta la parte final de su cuello.
En ese momento él se detuvo y al acercarme más a su presencia con mis pies descalzos noté que realmente era bastante alto. No volteaba a verme; siquiera a mirarme de reojo, y percibí que ya era tarde o quizás él quería que piense eso.

-Llegas tarde Bridgette- advirtió sin voltear elevando la mirada hasta el cielo.
-Lo sé y lo siento- dije mientras pasaba mi mano derecha por su hombro para girarlo hacia mi y ver su rostro -¿Por qué no quieres que te vea?
-¿Qué te cuesta pasarte frente mío?- agregó molesto -Eres tú la que no quiere verme.
-¿De qué hablas?... No entiendo, solo te pido que voltees -rogaba.

Extrañamente no podía moverme del lugar en que estaba parada, no sabia cómo ir para situarme frente suyo ¡algo me lo impedía!. Me desesperé y estaba abrumada.

-¡No te vayas!-rogué.
-Está bien, pero aún no me has dicho el porqué de tu partida -reclamó con aire de frustración.
-Bueno, yo...
-¿Qué dices? ¿Me extrañaste?

Pronto pasó lo más extraño, algo que ni yo lograba comprender. Su rostro no era lo que yo creía. Pero si lo conocía desde ya rato ¿cómo es que no alcanzaba a distinguir sus rasgos faciales?. Algo faltaba en esta situación, no sabía nada. Luego de la confusión y el susto todo se me nubló y al rato escuché un sonido muy agudo y penetrante; era como una sirena o un despertador. Cuando abro los ojos caigo en la realidad de que todo fue un sueño, pero ¿quién era ese hombre?. En ese sueño tenía la certeza de conocerlo bastante, al levantarme de la cama apagué ese ruidoso aparato y me dirigí al baño.
Ese sueño me había dejado intrigada, no era la primera vez que soñaba con él y con su invisible rostro, observé el mio en el espejo en busca de algún indicio de que eso quizás no fue un sueño; ya que había amanecido con ropa interior. Aún así no recordaba qué había pasado la noche anterior, mi departamento era un caos, encontré botellas de champagne debajo del lavabo junto con una cajetilla de cigarrillos vacía. Me dolía la cabeza que estaba más despeinada que una peluca, me dediqué a bañarme para así despertar de la somnolencia que invadía mi cuerpo.
De algún modo me encontraba exhausta. Así que al salir de mi despertador acuático escogí mi vestuario; uno muy sencillo, empecé a limpiar todos los rincones del departamento y al rato en que dejo casi ordenado todo; encuentro algo hecho bolas en la esquina de la puerta principal, la recojo y veo que es un blusa que no era mía, eso me preocupó más, yo no captaba nada ¿Qué pasó?. No dudé más y llamé a Angie una de mis mejores amigas, ella sabría qué contarme.

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