CAPÍTULO III.

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Valentina Aguilar.

El ambiente cada vez se pone más..., pesado, me siento más borracha, Ulises ha perdido la compostura y Paulo, se está durmiendo en la mesa, veo mi reloj apenas, puedo distinguir, diablos son las seis de la mañana, esto de las barras libres en el alcohol, puede ser peligroso.

- ¡Ven aquí! – me ordeno Ulises.

- Cálmate quieres. – dije molesta.

- Que vengas te estoy ordenando. – me grito.

- ¿Es en serio? – dije viéndolo a los ojos y luego giré. – Creo que las chicas tienen razón, eres un imbécil. – dije en voz baja.

Para cuando volví a girar, Ulises había avanzado a la mesa de enfrente, justo donde dos tipas europeas bebían solas, que conveniente.

- ¿Qué diablos haces? – dije acercándome.

- No te voy a esperar toda la vida, vine a divertirme. – rió.

- ¡Eres un idiota!

Di media vuelta, tome mi bolso y emprendí paso a la salida, aunque no creo que vaya al cien, pues siento que el piso se mueve más de lo habitual, al salir, me dieron los rayos de luz directo a la cara, paré un taxi y me subí, cuando cerré la puerta, escuche el silbido de Ulises, pero no me detuve, por hoy había sido suficiente, a veces suele ser un imbécil, no me queda duda.

Llegué al hotel, dando las siete con treinta minutos, tomé el elevador, camine hasta mi habitación, no quise molestar a las chicas, y sinceramente, tengo unas nauseas terribles, así que solo quiero dormir, justo cuando me tumbe en la cama, la perrilla giró y Ulises cruzó por la puerta.

- ¿Por qué me dejaste solo? – grito.

- ¡Cálmate! ¡Deja de gritarme! – le dije fuerte y claro, tan claro como mi lengua me lo permitió.

- A mí no me vas a hablar así. – dijo acercándose al pie de la cama.

- Soy tu prometida Ulises, y parece que lo estás olvidando. – dije mientras la sangre parecía hervir dentro de mí.

- Por eso mismo, es que a mí, no me vas a dejar en ridículo.

Se aventó sobre mí, su cara, no era su cara, no sé como explicarlo, pero él tipo que esta sobre mí, no es Ulises, no es él tipo que amo.

- ¡Bájate! – grite.

- No voy a bajarme, ya me cansé de tus estupideces, vas a ser mi mujer y por lo tanto, tienes que cumplir como tal.

Comenzó a bajarse los pantalones, sosteniéndome con una mano, es increíblemente fuerte y yo no, sumado a las copas que ambos traemos encima, he perdido toda mi fuerza y aunque grito, sé que nadie me va escuchar, las paredes seguramente estarán adaptadas para evitar los ruidos. Giré un poco, mi celular está muy cerca de mí y mientras él forcejea para bajarse los pantalones, yo intento tomar el celular, cuando lo logro, él me ve, directo a los ojos, con tanta furia, que por primera vez, temó de él.

- Deja eso. – grito.

Aventó el celular lejos y me dio una fuerte cachetada, no puedo creer lo que está sucediendo, él no es así, él no es Ulises, seguro lo tuvieron que drogar o quizás, el trago estaba adulterado, debe haber una respuesta clara a todo esto.

- Cállate ya mismo y deja de moverte. – volvió a gritarme.

Yo apenas y me recupero de la cachetada, que literal, me dejó viendo luces, comenzó a deslizar mis jeans y luego mis bragas, creo que va suceder, creo que vamos a tener sexo, va abusar de mí, y se supone que no debería ser así, no mi primera vez.

"Sin limites"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora