CAPÍTULO XII.

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Sara Campos.

El efecto Victoria, me está haciendo cometer tonterías o quizás, me está orillando a tomar las mejores decisiones de mi vida, conduje con nuestra música favorita, en silencio, pero es que no necesitábamos hablar, porque estoy segura, de que ella siente el estómago, tan revuelto como yo ahora mismo, llegamos hasta mi nuevo departamento, ya habíamos estado ahí muchas veces antes, pero está ocasión, se siente diferente, se siente como mí espacio o nuestro espacio, es igual.

- ¿Qué hacemos aquí? – preguntó sonriente, al asegurar la perilla.

- Me imagino cuando este lugar esté amueblado, te imaginas, será como nuestro espacio. – dije girando en el centro.

- ¿Nuestro espacio? – preguntó, alcancé a ver su enorme sonrisa.

- Sí claro, tú, yo, Vale... - lo arruiné.

- Entiendo. – dijo acercándose a la ventanilla.

Me acerqué lentamente y la abracé por detrás.

- ¿Podemos dejar de hablar de nosotras, incluyendo a Vale? – dijo sin verme.

- ¡Claro!, de hecho, por eso te traje aquí.

Tomé su mano, luego me puse detrás de ella, para cubrir sus ojos, la conduje hasta la habitación, abrí la puerta cuidadosamente, encendí la luz y luego.

- ¡Bienvenida!

Me había empeñado para amueblar la que sería mi nueva habitación, con toques de color azul y verde, muchas de las cosas que había ahí, eran sugerencia de ella, así que vi como una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, justo la que esperaba ver.

- Wow Sara, ¿en qué momento lo hiciste?

- Me di el tiempo. – dije sonriente.

Nos sentamos en la orilla de la cama, giré para observar la habitación, nuestras manos se encontraron en la orilla de aquella sábana de algodón, levante la mirada, justo en el segundo, para que nuestros ojos chocaran, siento como mi respiración se agita, y siento leves descargas eléctricas en el pecho.

Y sin importar, que podría suceder, me incline para besarla, acomode su cabello detrás de su oreja, sus labios se sintieron tan cálidos, sentí su lengua, rozando la mía levemente, gire un poco más, y la recosté sobre la cama, para dar cabida a besos intensos, besos reales, carnales y deseosos.

No sé en que momento comencé a besar su cuello, con ese aroma delicioso, que solo Victoria puede portar, que a diferencia de Paulo, era tan delicado, suave y hermoso, no sé porque diablos lo comparo, pero lo hice, mi mano se posiciono en su pecho derecho, que al primer contacto, provoco que ella diera un pequeño brinco, jamás había tocado el pecho de una mujer, y ahora no sólo quería tocarlo, quería observarlo y saborearlo.

No quiero arruinarlo y no sé, si lo estoy haciendo bien, no quiero hacerla sentir incómoda o hacer algo que no deba, pero no existe un libro titulado, "Mi primera vez con una mujer", de ser así, hubiera comprado una copia.

Mi mano se deslizo por debajo de su blusa, siento sus poros erizarse y luego siento su mano, apretar mi pecho izquierdo, se gira un poco, para dejarme caer a su lado y luego, me permito, desabrochar su blusa, para dejarme ver un hermoso sostén negro, nunca había observado de cerca los pechos de Victoria, pero son perfectos, contorneados, en un tono claro y adornado con bellos lunares pequeños. Observo su pezón firme, que parece hipnotizarme y decirme, bésame, me inclino y le doy un pequeño beso y luego mi lengua decide, lamerlo un poco. Hasta que ella me detiene y me hace sentir un hueco en el estómago.

"Sin limites"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora