Capítulo 35: El refugio

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Y ahí estaban, los héroes más poderosos del planeta llegaban a la alejada casa del hombre de flechas. Un gran campo a su alrededor, lleno de pasto y aire puro, sin intervención de fábricas. Cualquiera diría que este era el lugar perfecto para vivir con tu familia, con tu pareja. Claramente esto estaba dentro de los planes futuros de cada uno de los presentes, pero no creían que estos tiempos sean los indicados para pensar en ese tipo de cosas, por más que lo anhelaban. Fueron pasos firmes en el camino desde el quinjet hasta la entrada donde pudieron divisar a la mujer con un bebé en brazos, acompañada de dos niños más.

Obviamente Barton les había avisado de sus visitas, sería total descortés si no lo hiciese. Era la casa de su familia, al final. La mujer le dio la bienvenida a todos, y en especial le dio un abrazo a la pelirroja, mientras que esta le sonreía para después buscar con la mirada a la pequeña Barton.

— ¡Tía Nat! — Exclamó, para después treparse en forma de abrazo, provocando una risa en la mayor.

— Hola, cielo. ¿Cómo te has estado comportando, eh? — Arrugó su ceño, tratando de parecer seria frente a ella, y mientras caminaba hacia la sala principal.

— Bien... Me gané algunas galletas. — Jugando con su cabello, mostrando un semblante ciertamente orgulloso por su gran logro.

— Me alegro, pequeña. Quiero que conozcas a alguien. Él es Bruce... — Comentó la chica de hebras rojizas, dirigiéndose hacia su pareja que parecía algo nervioso ante la acción ajena.

— Ohhh hola, señor Bruce. ¿Él es tu novio?

— Esas preguntas no se hacen, señorita. Anda a proteger tus galletas, antes de que yo me las coma. — Farfullo la mujer, al mismo tiempo que bajaba a la niña que prosiguió rápidamente a correr a la mesa para tomar el recipiente y esconderlo.

Laura hizo acto de presencia frente a los presentes en una cálida bienvenida, prosiguiendo a designarles a cada uno la habitación que le tocaba. Realmente era algo quienes iban a compartir habitación. Ahora no habían problemas sobre ellos, después de todo la mayoría ya había concretado sus relaciones. 

— ¿crees que hayan problemas estando aquí? — Se escuchó a una pelirroja acomodando su ropa en los cajones que se hallaban en la habitación.

— ¿Más de los que hay? No lo creo. —Soltó un suspiro el hombre de cabello rizado, acercándose por detrás a su pareja, depositando un beso en el cuello adverso.

Una pequeña risa se desprendió de los labios de la mujer, al sentir el escalofrío recorrer por lo largo de su nuca y se dio vuelta dispuesta a hacer lo mismo, mordiendo un poco este. 

— Agresiva... 

— Nerd. — Comentó quitandole sus anteojos para colocárselos en su propio rostro. — ¿Cómo me queda?

— Perfecto. — Esboza una pequeña sonrisa y tomándola de la cintura, tomó la potestad de darle un beso, seguido de uno en la frente. — ¿Quién es la nerd ahora?

— Oh siempre lo serás tú. — Comentó tirándolo a la cama, para después subirse encima de él y volver a besarlo, enterrando algunas uñas en su cuello, así generando ciertos gruñidos del mayor.

— ¿No crees que Clint se molestaría? — Preguntó entre besos, mientras su traviesa mano se deslizaba por debajo de su blusa, sintiendo lo exquisita que era la piel de su amada.

— ¿Crees que eso me importa? — Susurró, mordiendo una vez más su carne labial, jalando esta para luego soltarla y seguir disfrutando del tacto recíproco. 

Los minutos pasaron y el moreno se hallaba recorriendo el cuello adverso con sus labios, mientras esta se encargaba de sacarle la camisa de la manera que podía, descubriendo el su pecho donde reposó sus manos por un momento, para después ir descendiendo hasta llegar al borde de su pantalón, a la par que debajo de ella podía sentir como un bulto se formaba, haciendo que la mujer sonría maliciosamente. Estaba decidida por encargarse del problema de ahí abajo, pero el sonido de la puerta los despertó del aura de placer que llevaban.

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