Extra 4. Las 6.5 salidas

664 39 9
                                    

Suspiró viendo su reflejo en el espejo; no sabía si su atuendo era el adecuado. Nunca había salido con Emilio antes y no sabía si saldría bien. Él sabía que sentía, pero Joaquín no estaba seguro qué quería Emilio. Siempre lo había conocido como la figura masculina que tenía novia y era el orgullo de su padre en todos los sentidos. Pero, él no lo era.

No quiso pensar en más cosas, y prefirió escoger una sudadera, una que pudiera ocultar cualquier cosa. A veces era más fácil sólo ocultarse detrás de ellas que mostrarse. Siempre era más fácil. Tomó una del gancho y corrió fuera de su casa, avisando que saldría pero que no sabía a qué hora llegaría; lo matarían por eso.


—Creí que te arrepentirías de venir —Emilio se levantó de la banca donde se había sentado y lo saludó. Lo abrazó.

—¿Por qué lo haría?

—Porque... no sé, tal vez malinterpreté todo.

—Nunca te mentiría con lo que siento.

—Entonces, ¿quisieras ser mi... —dejó la pregunta abierta, como si fuera obvio lo que preguntaba.

—¿Me trajiste sólo por eso o nos vamos a divertir? —frunció el ceño y levantó una ceja. Emilio sonrió.

—Claro que no, ven, quiero mostrarte algo —Emilio tomó su muñeca y lo haló.


Era el tercer gol que le metía. Estaba destrozando a Emilio en el futbolito de mesa. Las máquinas a su alrededor hacían sonidos y soltaban haces de luces de diversos colores. Se había hecho tarde viendo una película, probándose ropa en las tiendas, y ahora, en su quinto partido de futbolito, habían tardado más de una hora.

—Me harté. Te odio —Emilio golpeó el balón en miniatura una última vez, que rebotó en los pequeños jugadores de madera y se metió en su propia cancha—. Agh —soltó las manijas de colores y se acercó a Joaquín—. Te odio —lo agarró de los hombros y sacudió.

Comenzó a reírse, tratando de separarse. Emilio mantuvo sus manos y lo vio a los ojos. Le guiñó el ojo.


—No pensé que serías tan bueno en el futbolito, pensé que sería una victoria fácil —Emilio comentó, aferrado a su brazo. Ambos estaban agarrados de los codos, juntando las caderas.

—¿Me estás llamando débil?

—¡Por supuesto que no!, eres de las personas más fuertes que conozco. Digo, me esperaste. Me quieres, creo.

Joaquín se sorprendió por su respuesta. Se quedó callado, sin saber qué podría, o qué debería responder a eso.

—Pero ya estoy, listo o no, quiero salir contigo.

Sonrió.


La canica entró en el agujero marcado con los 10 puntos. Lo había logrado, había ganado algo.

—Eres realmente bueno para estos juegos —Emilio lo felicitó, poniendo una mano en su espalda. Sonrió.

Era su segunda salida, no sabía cuál era el fin de todas -además de que aceptara a salir con él-, ni cuántas salidas deberían de haber antes de que le dijera que sí. Le había dicho que quería salir con él, pero todo se sentía tan irreal aún, como si estuviera soñándolo. Ese día había sido la feria; su segunda "cita" en una, aunque una había sido frente a las cámaras.

—Gracias —no supo si debería responder o decir más; a veces era más sencillo dejar que él hablara.

—¿Quieres ir por algodón de azúcar? Vi un puesto hace un rato.

Censura [Emiliaco]Where stories live. Discover now